¡Sin violencia!

De igual forma, los infiltrados o quienes sean los que cometen actos de vandalismo deben responder ante la justicia por sus delitos.

Ese es el cántico de los manifestantes, que se ha escuchado en los más de cuarenta días de este interminable paro nacional, cuando llegan los agentes del Esmad. Así es como exigen no ser agredidos por la fuerza pública; pero también es necesario que protesten sin atacar, sin destruir y sin dañar a los demás.

Por eso condenamos lo ocurrido el pasado martes en la noche en los alrededores de la Universidad del Tolima (UT), cuando un grupo de delincuentes encapuchados (porque no se les puede llamar manifestantes) se tomó las calles aledañas a la Universidad, hurtó cuatro busetas, quemó una y destruyó las otras tres, bloqueó las vías y alteró la tranquilidad del sector por varias horas. Pero, además, los encapuchados ocasionaron destrozos en las viviendas aledañas, lo que causó que los vecinos  padecieran una verdadera noche de terror.

Estas personas, que no permitieron ningún tipo de diálogo, intimidaron también a los integrantes de la Comisión de Derechos Humanos del Tolima y el Comité de Salud que hacían presencia en el lugar y que, ante el inminente riesgo para su seguridad, optaron por retirarse. 

Los disturbios en el barrio Santa Helena, donde está la sede de la UT, se han presentado desde hace varias semanas y han ido en aumento con el transcurrir de los días; algunos negocios han sido vandalizados sin razón y un carro de gaseosas ya había sido quemado.

La Universidad del Tolima, los transportadores de servicio urbano —que viven una situación de incertidumbre por los continuos ataques de los vándalos y piden garantías para trabajar— y los concejales expresaron su repudio por los perturbadores hechos de la noche del martes y solicitaron la reacción oportuna de las autoridades para recuperar el orden público.

Ibagué se ha caracterizado por hacer marchas multitudinarias con diferentes propósitos, el más relevante, por la defensa del medio ambiente, sin destruir los bienes públicos y privados, sin alterar el orden público y sin atentar contra las fuentes de trabajo de los más necesitados, razón por la cual no se explica lo ocurrido el martes.

Las acciones de pillaje, destrucción y agresiones físicas contra los ciudadanos que no participan en las protestas no pueden ser toleradas ni justificadas de ninguna manera. Los líderes del paro en esta ciudad y quienes participan de manera pacífica en las marchas no pueden permitir que grupos delincuenciales tomen el control de las manifestaciones, y por esos han de rechazar de manera abierta y con energía las actuaciones censurables de la noche del martes. De igual forma, los infiltrados o quienes sean los que cometen actos de vandalismo deben responder ante la justicia por sus delitos.

EL NUEVO DÍA

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