Vigías y cultura ciudadana

De manera que la labor de los vigías ha de contar con el respaldo institucional durante el tiempo que sea necesario, para que su labor resulte fructífera.

Ibagué dejó de ser una villa pequeña y apacible, en la que los vecinos se conocían y se apoyaban, que se podría recorrer de un extremo a otro en pocos minutos, sin trancones y  con referentes compartidos. 

Ahora es una ciudad de grandes edificios, vías insuficientes y congestionadas, insegura, desordenada, caótica, en la que los ciudadanos son seres anónimos y hasta indolentes con lo que sucede a su alrededor.

Los lugares de encuentros colectivos ya no son importantes y se perdió el interés por el cuidado de lo público; los parques no tienen dolientes, los separadores están enmalezados y son usados como basureros, el mobiliario urbano está deteriorado y algunos bienes son destruidos ante la mirada indiferente de los demás.

Para promover el sentido de pertenencia, el aprecio por la ciudad, los bienes colectivos y la sana convivencia entre los ciudadanos, las administraciones crean periódicamente campañas de cultura ciudadana. 

Recientemente, la Alcaldía de Ibagué presentó una nueva estrategia para que los ciudadanos se apersonen de cuidado de la ciudad, que denominó “Vigías cívicos”. Estos son voluntarios que recibirán formación permanente para que cumplan la tarea de estar atentos para evitar el daño de los espacios colectivos. Estos ciudadanos también tendrán a su disposición una plataforma para informar oportunamente sobre acciones que afeen la ciudad, como el abandono de las basuras y la destrucción del mobiliario urbano.

Es importante comprender que la promoción de la cultura ciudadana ha de ser una estrategia integral que aborde todos los aspectos de la coexistencia. La cultura ciudadana abarca el comportamiento de las personas en los diferentes ámbitos colectivos en los que se desenvuelve: en las vías como peatón, ciclista, motociclista, conductor de vehículos particulares o de servicio público; en los restaurantes, en los bares, en los cines, en los centros comerciales; en los barrios o unidades residenciales como vecino, y como usuario de los  bienes públicos. 

Entonces, una campaña aislada y desarticulada de los demás elementos que hacen parte de la vida en comunidad no tendrá los resultados esperados y más bien va a desmoralizar a quienes se animan a participar. 

Solamente con educación y campañas permanentes (no aisladas y para casos puntuales) en todos los grupos poblacionales (colegios, empresas, juntas vecinales) se conseguirán resultados exitosos. De manera que la labor de los vigías ha de contar con el respaldo institucional durante el tiempo que sea necesario, para que su labor resulte fructífera.

 

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