Operadores de chivas rumberas, ¿sordos ante las quejas por el ruido?

Es lamentable que no se conozcan los motivos que impidieron a los operadores de las chivas turísticas reunirse con las autoridades.

Desde hace algunas semanas los ibaguereños, agobiados por el exceso de ruido que ocasionan las chivas turísticas que recorren la ciudad y que perturban el descanso, con su estridente música, los pitos que accionan permanentemente los conductores y la gritería de sus ocupantes, vienen expresando su inconformismo ante la falta de control del ruido.

Pero fue el llamado del director del hospital Federico Lleras Acosta, Luis Eduardo González, quien expresó su molestia porque el ruido ensordecedor de las chivas altera la necesaria tranquilidad de que deben gozar los pacientes de este centro asistencial, y la advertencia de la Procuraduría Regional del Tolima al alcalde de Ibagué, Andrés Hurtado, lo que impulsó a que las autoridades locales anunciaran su intervención y convocaran a una reunión a los operadores de estos negocios ambulantes.

La Personería fue la primera en pronunciarse y luego, en coordinación con la Secretaría de Movilidad, se acordó celebrar un encuentro con los operadores de las chivas, para informarles acerca de la reglamentación vigente referente a la contaminación auditiva y llegar a acuerdos sobre la continuidad de su trabajo, sin alterar el sosiego de los ibaguereños. También las reuniones tenían por objeto llevar a cabo un censo de los vehículos que se dedican a este negocio.

Sin embargo, los operadores no atendieron las invitaciones que les han hecho las autoridades en dos ocasiones, al parecer, sin ninguna razón que justifique su ausencia. Ante esto, el secretario de Movilidad, Juan Carlos Núñez, manifestó que en vista del poco interés de los dueños de estos negocios para tomar decisiones, la Alcaldía fijará las normas para regular el servicio.

Es lamentable que no se conozcan los motivos que impidieron a los operadores de las chivas turísticas reunirse con las autoridades, pues este incumplimiento envía el mensaje de que no tienen la intención de acatar las normas que se refieren al control del ruido; también demuestra su falta de consideración con los ibaguereños que tienen derecho a pasar sus noches de descanso en calma. Hay que reconocer que el del trabajo es un derecho que se ha de respetar, pero va aparejado con deberes hacia la comunidad en que se este se ejerce.

Redacción El Nuevo Día.

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