El galimatías de la reforma a la salud

El gobierno no puede esperar que el debate de la opinión pública sea justo, si la información con la que cuenta la ciudadanía es precaria, contradictoria y el tono de la ministra es poco menos que desafiante

Si algo ha dominado el debate sobre la reforma a la salud que se propone el gobierno de Gustavo Petro, es el ambiente tenso, la predisposición a la confrontación altisonante, el prejuicio de las partes interesadas, la guerra de desinformación que se ha desatado en el último mes, estimulada esta por la seguidilla de contradicciones y rectificaciones en que caen tanto el presidente como sus ministros y su bancada legislativa sobre el tema. Por esto y muchos elementos más, lo que se ve venir es un trámite largo y puntilloso, de pronóstico reservado de un proyecto de ley que empezó levantando una polvareda.

Obviamente, lo que está ocurriendo es lo menos recomendable, pues estamos frente a unas circunstancias completamente indeseables e inconvenientes: la ministra Carolina Corcho da declaraciones desapacibles, provocadoras y, algunas veces, inexactas sobre el sistema de salud y con talante similar, reactivo y beligerante, le contestan las EPS, mientras los legisladores, tanto de la coalición de gobierno, como de la oposición, se juegan posiciones que terminan revisando, pues hasta el momento toda la argumentación se basa en rumores, supuestos y prejuicios, pues el texto del proyecto de ley no se ha dado a conocer aún.

Esto último, en sí mismo, es un punto bastante crítico, pues el gobierno no puede esperar que el debate de la opinión pública sea justo, si la información con la que cuenta la ciudadanía es precaria, contradictoria y el tono de la ministra es poco menos que desafiante. Es imprescindible y urgente que haya calma y claridad en todos los sectores interesados en el tema, que lo son todos los colombianos en últimas, por tratarse de un proyecto de ley que toca la salud de todos los colombianos.

El gobierno ha asegurado que se ha discutido con centenares de grupos representativos de ciudadanos los posibles contenidos del texto legal, pero eso no lo exonera de la responsabilidad que le cabe por haber permitido que se vicie tanto el ambiente y que el trámite legislativo vaya a comenzar prácticamente con unas bancadas atomizadas, desconfiadas, nerviosas y más dispuestas a avanzar en el sentido de sus conveniencias de partido que del interés general. 

Nuevamente el Ejecutivo da un mal manejo a la información y la forma como se comunica sus propuestas de cambio en los grandes temas que le interan al país. Rescatar la sindéresis y la coherencia en el debate nacional y legislativo, parece ser, por ahora, el desafío mayor para el inminente trámite legal de la reforma a la salud.

EDITORIAL

Comentarios