La Paz Total parece no andar por buen camino

De muchas maneras una gran proporción de colombianos ha expresado su inconformidad con la idea de que la paz se negocie a cualquier precio, tanto menos si esto se plantea ya no solo frente a las guerrillas, sino ahora frente a bandas de delincuentes que aterrorizan al país o trafican con drogas.


Si bien la búsqueda de la paz, más que el propósito programático de un gobierno, es un mandato constitucional, y en tal disposición no se hace discriminación alguna de que tal objetivo se cumpla con los violentos de uno u otro origen, intentar simultáneamente esa paz con todos los grupos que han sumergido a este país en la violencia más cruda durante varias décadas, no parece ser la mejor de las ideas, como se está demostrando con el paso de los primeros siete meses de la propuesta de Paz Total del presidente Gustavo Petro.

El propósito de detener esas organizaciones que a lo largo y ancho del país incurren en toda clase de delitos y arremeten sin compasión contra todo tipo de comunidades, ejerciendo las peores formas de violencia, no ha tenido un desarrollo satisfactorio por parte del Gobierno Nacional, por varias razones, pero, especialmente, por el hecho de que para que se logre dar el primer paso hacia una negociación con todos esos grupos, es necesario darles unos reconocimientos y unas licencias que no solo no merecen, sino que son totalmente improcedentes tanto a la luz de la política, como de la ley.

Que, en aras de avanzar en la propuesta de paz, se caiga en el error garrafal de equiparar en un mismo proceso a grupos alzados en armas contra el Estado, como el ELN, con bandas criminales o de narcotraficantes, otros tipos de delincuentes y disidentes de las Farc, que traicionaron los acuerdos de paz de 2016, es una pirueta que no tiene justificación alguna, ni desde el punto de vista político ni, tanto menos, jurídico, como lo han expresado sectores cercanos al actual gobierno y reconocidos expertos en la materia. 

De muchas maneras una gran proporción de colombianos ha expresado su inconformidad con la idea de que la paz se negocie a cualquier precio, tanto menos si esto se plantea ya no solo frente a las guerrillas, sino ahora frente a bandas de delincuentes que aterrorizan al país o trafican con drogas. Está a tiempo el Gobierno nacional, y en particular el Presidente, de reconsiderar esta metodología que está ofendiendo a buena parte de la Nación y está, incluso, saboteando sus propios avances en procesos aún incipientes como el del ELN. Un error de base como este, si no se corrige a tiempo, podría más adelante, llevar a un rompimiento en cadena de varias o todas las negociaciones y pasar de la promesa de una paz total a un total fracaso en esta materia.

EDITORIAL

Comentarios