Por una sociedad mejor hay que recuperar los valores

Valores como la honradez, la honestidad, el respeto por el otro, la solidaridad, la empatía, la generosidad, la responsabilidad y la tolerancia han de estar presentes en la vida de los niños desde los primeros años, y es un deber de los padres transmitirlos en todos los escenarios.

La apropiación indebida de un juguete por parte de un niño, con la anuencia de la madre, causó molestia entre los ibaguereños, en especial por el aprecio que existe hacia el Panóptico, lugar donde se registró el incidente.

En un video difundido por la Alcaldía de Ibagué se pudo observar el hecho. Luego de conocerse la identidad de la mujer involucrada, ella apareció, no precisamente para ofrecer excusas, sino para exigir que eliminaran el video y atribuyó la sustracción del elemento a un acto “inocente” del niño que encontró el juguete “expósito”.

Esta conducta, que puede parecer intrascendente por tratarse de un artículo pequeño (aunque es preciso señalar con claridad que un robo es un robo, sin que importe el valor del elemento hurtado), nos invita a reflexionar sobre los valores que se están promoviendo en el hogar. El primer ambiente de formación para los niños es la familia y es allí donde deben dar los primeros pasos como ciudadanos integrantes de una sociedad a la que pertenecen, y cuyas reglas es preciso acatar.

Censuramos a los adultos ladrones, corruptos, irresponsables, insolidarios, intolerantes, irrespetuosos de los derechos de los demás, infractores de las normas de tránsito, que no pagan sus impuestos, que destruyen los bienes públicos, que no honran sus compromisos o que no cumplen con su trabajo; pero olvidamos que la mayoría de los hábitos y comportamientos se adquieren en la infancia y provienen del hogar. Cuando aceptamos que nuestros hijos lleguen a casa con objetos o dinero que no les pertenecen, cuando les permitimos que dañen los bienes de los demás, cuando les aplaudimos que le quiten los juguetes a otro niño, cuando admitimos que se burlen o golpeen a otro, porque vemos en estas conductas gestos de “viveza” (que se confunden con inteligencia), estamos formando personas que desconocerán los derechos de los demás.

Valores como la honradez, la honestidad, el respeto por el otro, la solidaridad, la empatía, la generosidad, la responsabilidad y la tolerancia han de estar presentes en la vida de los niños desde los primeros años, y es un deber de los padres transmitirlos en todos los escenarios. La asimilación de estas normas desde la infancia permitirá una adecuada adaptación a la vida en comunidad, pues en la adolescencia o en la etapa adulta es muy improbable que se logren modificar ciertas conductas.

¿Estamos haciendo lo suficiente por formar a nuestros hijos como ciudadanos? ¿Los padres están delegando esa función en la escuela? Y en el colegio, ¿qué hacen los maestros? ¿Qué responsabilidad tienen las familias en lo que vemos a diario en las calles? ¿En los vecinos pendencieros? ¿En quienes se apropian de lo ajeno? ¿En los que sobornan? ¿En quienes son insolidarios? ¿En los niños que matonean a sus compañeros de clase? ¿En aquellos que no toleran la diferencia? Difícilmente nuestra sociedad va a mejorar si ignoramos las normas esenciales de convivir de manera sana y pacífica.

 

EL NUEVO DÍA

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