Las lluvias ponen de nuevo en alerta al Tolima

Valdría la pena que en los planes de contingencia gubernamentales también se incluyan ayudas para atenuar las pérdidas de los productores del campo.

Por causa de las lluvias que se han intensificado en los últimos días y se extenderán por tres semanas más, de acuerdo con el Ideam, el Tolima vive una situación de riesgo permanente que obliga a las autoridades y ciudadanos a mantenerse alerta. 

Las amenazas naturales alteran la tranquilidad de municipios de los cuatro puntos cardinales del Departamento. Por una parte, el río Magdalena ha aumentado su caudal y su nivel se acerca a los nueve metros; los municipios ribereños de Honda, Natagaima, Suárez, Purificación y Coello ya registran afectaciones de cultivos.

De otra parte, en la capital, el cañón del Combeima, una de las zonas más vulnerables a los fenómenos climáticos, vivió una terrible noche el pasado martes con el fuerte aguacero; se desbordó la quebrada Cay, hubo deslizamientos que taponaron la vía de acceso a la vereda Ramos y Astilleros y tres viviendas resultaron averiadas. Además, en el nororiente de la ciudad, el IBAL debió cerrar la bocatoma Chembe, que abastece gran parte de los barrios de la comuna 7.

En el sur y occidente, las poblaciones de Ataco, Planadas, Chaparral y Roncesvalles se encuentran en alerta roja por altas probabilidades de deslizamientos. En el caso de Roncesvalles, la situación ya es preocupante, pues gran parte de las veredas se hallan aisladas, la producción lechera ha disminuido y cerca del 20% de los cultivos de café están afectados. La vía hacia Playarrica que comunica a esta población con el resto del Departamento sufre constantes derrumbes y la Gobernación debió enviar maquinaria. También hay amenazas por deslizamientos en Alpujarra, Cajamarca, Ibagué, Murillo y San Antonio; en tanto que en Melgar y Carmen de Apicalá hay alerta roja por crecientes del río Sumapaz. Así mismo, en Rioblanco reportaron el posible represamiento del río Anamichú que pone en riesgo a unas 500 familias.

Las delicadas circunstancias obligan a que aquellos que viven en zonas ribereñas efectúen un monitoreo constante para vigilar posibles desbordamientos de los ríos, lo mismo sucede con los que habiten en zonas de alta pendiente donde se pueden presentar deslizamientos. De igual forma, las autoridades han de disponer de los equipos humano y técnico que se requieren para enfrentar los desastres.

Esta emergencia también perjudica grandemente la economía rural, ya que se destruyen cultivos, disminuye la producción del agropecuaria y se encarecen los costos del transporte de los alimentos que salen hacia los centros de acopio. Valdría la pena que en los planes de contingencia gubernamentales también se incluyan ayudas para atenuar las pérdidas de los productores del campo.

El Nuevo Día

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