¿Cuál es la solución para la informalidad del transporte público?

Se vive, además, una caótica situación de movilidad por cuenta de una infinidad de problemas sin resolver: hay pocas vías y se hallan en mal estado; el sistema de semaforización es precario y obsoleto; conductores y peatones son indisciplinados y renuentes a cumplir las normas.

Las aplicaciones de transporte público, que siguen sin regulación, se han convertido en un problema de nunca acabar para las autoridades. En Ibagué, los taxistas aseguran que se hallan al borde de la quiebra por la competencia desleal que les hacen los carros particulares y motos que prestan esos servicios.

Los voceros del gremio aseguran que la Alcaldía no está cumpliendo los compromisos pactados en febrero pasado, cuando estos transportadores se tomaron las vías y restringieron la libre locomoción de los ibaguereños. En marzo, la Alcaldía intensificó los operativos en contra del transporte ilegal, pero los taxistas aseguran que ahora no los están haciendo, y que los vehículos que prestan el servicio a través de las aplicaciones móviles son más de ocho mil, mientras que el número de taxis es de un poco más de tres mil; es decir, que esta sobreoferta los está perjudicando.

Otra historia es la autoevaluación que deben hacer los taxistas, pues persisten las quejas de los usuarios, por el desaseo de los vehículos, la grosería y la mala atención por parte de algunos conductores, la música a todo volumen, el exceso de velocidad con los que otros manejan y el desconocimiento de las normas de tránsito, a más de algunos casos de robos.

Ibagué es la segunda ciudad con más desempleo en el país, después de Quibdó, y tiene una alta tasa de informalidad. Esto hace que miles de personas que carecen de trabajo desarrollen actividades informales para obtener ingresos que les permitan sostener a sus familias y una de esas ocupaciones es el transporte informal. Las iniciativas de la administración local para atraer inversionistas que generen empleo formal fracasaron; de las nuevas empresas solo se conoce la ampliación de un centro comercial y los resultados de otras estrategias de formalización laboral son inciertos.

Se vive, además, una caótica situación de movilidad por cuenta de una infinidad de problemas sin resolver: hay pocas vías y se hallan en mal estado; el sistema de semaforización es precario y obsoleto; conductores y peatones son indisciplinados y renuentes a cumplir las normas. Para colmo de males, el número de agentes de tránsito es ínfimo para el tamaño de la ciudad y su accionar no se siente ante la cantidad de infracciones que requieren su presencia, motivo por el cual su gestión es inane. No obstante, las autoridades no pueden eludir sus deberes, por eso están en la obligación de hacer cumplir las leyes y en estos casos no hay excusas que valgan.

El Nuevo Día.

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