Un escándalo con un alto costo para el país

Se ha dañado al país, que ha sido testigo de un espectáculo lamentable de disputas internas que, aún peor, se convirtió en un escándalo de grandes proporciones que deja mucho que pensar sobre la forma como hoy en día se manejan los asuntos en el alto gobierno, causando desconfianza entre la ciudadanía

No podía terminar bien la historia de la colaboradora más cercana al presidente Gustavo Petro, Laura Sarabia, y el embajador de Colombia en Venezuela, Armando Benedetti. Los tres personajes terminaron completamente envueltos en un enredo de rumores que llevaron al despido de ambos funcionarios y a una clara pérdida de popularidad para el mandatario nacional. Debido a sus respuestas lentas e inconsistentes frente a los hechos, Petro solo logró que lo que comenzó como un escándalo doméstico de una de sus asesoras, se convirtiera en un asunto de Estado, ocupando el primer lugar en la agenda de los medios y las redes sociales durante una semana.

Pero más allá del que ha sido un evidente manejo equivocado de este asunto por parte del presidente, lo que es necesario establecer con absoluta claridad, preferiblemente lo antes posible, sin violar, por supuesto, la presunción de inocencia ni el debido proceso de nadie, es el grado de veracidad que haya en la cadena de denuncias sobre conductas en las que supuestamente incurrió la jefa de gabinete de la Presidencia de la República, pues las acusaciones son de tal gravedad que podrían trascender la esfera administrativa y llegar al ámbito penal, ya que según las declaraciones conocidas, incluso se podría haber promovido la interceptación ilegal al teléfono de la niñera de su hijo.

Aunque es indeseable, también es comprensible que estas cosas ocurran en cualquier organización pública o privada. Sin embargo, lo que afecta los intereses de toda la Nación es que los rumores, los posibles abusos, las sospechas de dinero mal habido e incluso los señalamientos de secuestro, hostigamiento y maltrato hayan ocurrido prácticamente en la puerta del despacho presidencial. Esto indica, por un lado, una falta de rigor en la selección de personas para desempeñar funciones tan importantes y, por otro lado, la necesidad de ejercer controles efectivos sobre estas personas para evitar llegar a extremos como los que estamos presenciando.

El balance de todo esto es que se ha causado un enorme daño al gobierno en términos de credibilidad y estructura, pues ha tenido que prescindir de dos figuras del gabinete en medio de señalamientos de abuso de poder. Además, se ha dañado al país, que ha sido testigo de un espectáculo lamentable de disputas internas que, aún peor, se convirtió en un escándalo de grandes proporciones que deja mucho que pensar sobre la forma como hoy en día se manejan los asuntos en el alto gobierno, causando desconfianza entre la ciudadanía, en medio de tantos retos y necesidades que el país necesita resolver.

 

El Nuevo Día

Comentarios