¿Dónde quedó el juego limpio en la campaña electoral?

La feroz competencia para conquistar votantes en las elecciones de octubre hace que muchas campañas se valgan de tácticas que son poco transparentes o que recurran a estrategias que pueden rayar en el delito.

Desde excederse en el número de vallas, cuñas y avisos de propaganda política (sin que las autoridades encargadas ejerzan control), hasta la instrumentalización de niños, las presiones a los presidentes de juntas para que reúnan votos, el llamado a los contratistas para que asistan a reuniones y “colaboren” económicamente; el plagio de programas de gobierno, la divulgación de falsas noticias y la estigmatización de los opositores son algunas de las maniobras que marcan la presente campaña.

Un par de hechos evidencian la desinformación como estrategia política: un candidato a la Alcaldía de Ibagué interpuso una denuncia por injuria y calumnia ante la Fiscalía, porque ha sido blanco de ataques mendaces a través de las redes sociales, al parecer, desde otras campañas. También hace algunas semanas otro aspirante a la Alcaldía había sido víctima de una falsa noticia en la que se usó indebidamente el logo de la revista Semana.

Además, la exacerbación de los ánimos en la contienda electoral ha llegado a extremos preocupantes, como el del pasado domingo en el sector de la plaza del Jardín cuando un energúmeno profirió insultos, desenfundó un arma e hizo disparos al aire por la presencia del equipo de un candidato a la Alcaldía de Ibagué, por la sola razón de que estas personas representan un partido contrario a sus ideas.

A lo anterior se añade la información que entregó el secretario del Interior del Departamento, Javier Triana, según la cual 25 candidatos (uno a la Gobernación, cinco a alcaldías, 17 aspirantes a concejo y seis a la Asamblea) han presentado denuncias porque han recibido amenazas.

Los movimientos y los candidatos tienen la responsabilidad de no apoyar la difusión de noticias falsas y de rechazar categóricamente los ataques estigmatizantes y discriminatorios y emplear las armas limpias que impone el juego de la democracia. Hay que defender las ideas propias y refutar las de los contrincantes con vehemencia y apasionamiento, pero no es posible admitir que se empleen estratagemas y ardides para conseguir el favor de los votantes.

Los electores, por su parte, necesitan dedicar tiempo para estudiar las propuestas y no dejarse llevar por mensajes que solamente buscan calentar los ánimos, evitar que los votantes piensen con cabeza fría y se dejen llevar por sus impulsos.

Los electores, por su parte, necesitan dedicar tiempo para estudiar las propuestas y no dejarse llevar por mensajes que solamente buscan calentar los ánimos, evitar que los votantes piensen con cabeza fría y se dejen llevar por sus impulsos.

 

El Nuevo Día

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