Los programas de convivencia ciudadana no han sido una salida eficaz para que los ciudadanos vivan en comunidad sin agredirse.
Las cifras de lesionados producto de problemas entre vecinos, riñas callejeras y violencia intrafamiliar aumentan año tras año. Entre enero y julio de este año, de acuerdo con las cifras preliminares del Instituto Nacional de Medicina Legal, se reportaron 118.682 personas lesionadas, frente a 112.882 en 2022. La mayor parte obedece a violencia interpersonal (51.665 casos) y violencia intrafamiliar (36.551 casos).
Ibagué fue una de las capitales con más reportes: 2.715; de este total, 1.006 corresponden a violencia interpersonal y a violencia intrafamiliar (865). Estas cifras están por encima de ciudades más grandes o de similar tamaño como Bucaramanga, Santa Marta, Cartagena, Valledupar y Villavicencio.
Existe una explicación a la situación a la que hemos llegado y es que los colombianos hemos estado sometidos a innumerables tipos de violencia desde hace más de setenta años: guerrilla, paramilitares, narcotráfico, delincuencia organizada. Lo más delicado, sin embargo, es que las agresiones y los abusos comienzan desde casa.
En muchos hogares está normalizado el castigo físico como método de crianza y las familias disfuncionales son foco de maltrato, abandono y abuso sexual.
El maltrato infantil es alarmante (en el primer semestre de este año más de 11.000 niños fueron víctimas de abuso sexual y violencia intrafamiliar) y tiene consecuencias irreparables. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el estrés producido por maltrato ocasiona alteraciones en el desarrollo del cerebro que en muchos casos son irreversibles, por lo cual un adulto que haya sido maltratado en su infancia es más propenso a sufrir problemas como tabaquismo, alcoholismo, drogadicción y obesidad, y aprende a solucionar de manera violenta sus conflictos.
La mayoría de las lesiones de violencia interpersonal obedecen a lo que las autoridades llaman “casos de intolerancia”, pero en realidad son disputas que se generan por hechos que se pueden solucionar por otros medios, como el precio de una carrera o el alto volumen de la música, mientras que otros se deben al alto consumo de bebidas embriagantes que exacerba los ánimos y nubla la razón.
La Policía viene adelantando campañas de prevención de lesiones personales en los barrios de Ibagué, a través de charlas y la difusión de recomendaciones. Sin embargo, es claro que el círculo vicioso de la violencia se debe comenzar a romper desde los hogares.
En muchos hogares está normalizado el castigo físico como método de crianza y las familias disfuncionales son foco de maltrato, abandono y abuso sexual.
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