Una ciudad sin empleo y sin trabajadores

Ibagué es una de las capitales con las más altas tasas de desempleo del país (15,2%, para el trimestre junio-agosto, según la última medición del DANE, muy por encima de la media nacional que marcó 9,9%).

Sin embargo, se registra un hecho paradójico: los empresarios de los sectores que ofrecen más vacantes, no logran reclutar trabajadores.

La situación la dio a conocer el presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio de Ibagué, Carlos Hernando Enciso, quien manifestó a los medios de comunicación que, en los sectores de gastronomía, turismo, textil y confección, no consiguen gente para trabajar, pues “tienen varias vacantes, y llegan a las convocatorias, la entrevista, pero finalmente los empleos no los toman”.

Sobre las causas de este fenómeno, el líder gremial expresó que no son muy claras: “Puede ser un tema de pertinencia laboral, no sé, o un tema de actitud, sobre todo de gente joven”. Sería conveniente establecer qué sucede, pues las empresas no pueden contratar el personal que necesitan, con lo cual sus producciones y sus negocios se perjudican, más en esta época, cuando la demanda de productos y servicios aumenta. De rebote, la economía pierde su dinamismo.

Surgen inquietudes acerca de las personas que buscan empleo: ¿se trata de personal sobrecalificado? ¿Tienen altas expectativas sobre los salarios y lo que les ofrecen no los convencen? ¿Buscan trabajos en áreas para los que no están capacitados y se presentan como último recurso? 

Ante estas circunstancias, ¿qué deben hacer los entes públicos y privados de la ciudad? En primer lugar, es preciso establecer el origen de esta situación atípica. Posteriormente, hay que trazar estrategias que permitan que los jóvenes o quienes salen a buscar empleo consigan un puesto adecuado a sus expectativas y competencias. En este aspecto, el intercambio de información entre las empresas y las instituciones de educación superior o de formación para el trabajo brindaría mayor claridad acerca de las necesidades de empleadores y trabajadores, de modo que las instituciones de la región tendrían que ampliar su oferta de formación en modalidades como competencias laborales, técnicas y tecnológicas. Esto atendería la demanda de unos y otros, con la ventaja de que, para el Ministerio de Educación, esta clase de formación goza de reconocimiento como carrera profesional y se puede articular con niveles superiores de educación. En resumen, lo incuestionable es que hay que romper el círculo empresas sin trabajadores y personas en busca de trabajo que no consiguen emplearse.

 

EL NUEVO DÍA

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