“Quiero demostrar que el rojo del Nuevo Liberalismo es verde”

Crédito: Archivo / El Nuevo Día.
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Ante el resurgimiento del Nuevo Liberalismo y un escenario de deterioro económico y social, el abogado y periodista Guillermo Pérez aseguró que participará en el debate político, con la posibilidad de aspirar al Congreso. En entrevista, hizo un diagnóstico del Tolima y sus retos.
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En una columna reciente, usted aseguró que ante el panorama tan incierto en los ámbitos social, económico y político de Colombia, decidió participar activamente en política y hacerlo desde el Nuevo Liberalismo. ¿Significa eso que será candidato al Senado o a la Cámara?

Significa exactamente lo que dije, que participaré en el debate político. Pero ojo: la política no se agota en lo electoral. Hay quienes piensan que hacer política es hacer elecciones. No cierro esa posibilidad, pero sí y solo sí logramos conformar un amplio equipo. No quiero ser candidato de mí mismo ni abrir una empresa electoral como muchas de las que ya existen.

El Nuevo Liberalismo es un recién nacido, se va a reconstruir. Y eso no es tarea de dos o tres meses, tomará tiempo. Sí he recibido voces de aliento para que me presente como candidato al Senado, lo cual me honra mucho. Estamos estudiando esa opción, pero sinceramente, aún no existe nada concreto y dependerá en buena parte de las reglas que definan en el partido y no solo de mi decisión.

 

¿Y cuál es la principal motivación que tiene para participar en política?

Viví 20 años fuera del país y eso me permitió ver las inmensas posibilidades de Colombia. Podríamos tener un paraíso. Lo tenemos todo: recursos, agua, tierras fértiles, somos uno de los dos países más biodiversos del mundo. Dios fue generoso con Colombia, pero hemos vivido en el purgatorio como ánimas en pena, matándonos entre nosotros y odiándonos unos a otros. El país no ha estado bien manejado, es vergonzosamente desigual y ha forjado una sociedad con una cultura excluyente, racista y clasista.

La pandemia y el confinamiento agravaron la situación económica y social, y vamos camino al infierno porque nos falta una dirigencia y un gobierno con propósito de enmienda. Para colmo de males, tenemos el título de país más corrupto del mundo. Se necesita cambiar el rumbo. Y no podemos echarnos a la hamaca a esperar el cambio, a esperar que otros lo hagan, hay que participar. Por eso decidí dar un paso al frente, vamos a ver hasta dónde se puede ayudar.

 

¿Y al Tolima cómo lo ve?

Es una muestra de Colombia, para lo bueno y lo malo. Suena fuerte lo que voy a decir, pero siento que estamos viviendo un período de decadencia. Económicamente, llevamos 15 años creciendo por debajo de la media nacional. Nosotros bajamos el promedio. Estamos perdiendo nuestra vocación agrícola. Tenemos un millón 400 mil hectáreas aptas para cultivar, pero solo usamos 400 mil. El Tolima es del tamaño de Israel, país que desde 1948 viene aumentando su frontera agrícola. En ese año tenía 165 mil hectáreas, hoy tiene 435 mil. Pusieron a producir el desierto.

En el Tolima tenemos un problema grave: el 57% de los predios no tienen títulos de propiedad. Así es muy difícil promover agronegocios. De los 47 municipios que tenemos, 36 están perdiendo población, los pueblos se están quedando solos y eso se debe a la crisis del campo. El desempleo y la informalidad nos tiene azotados. Estamos acabando con la riqueza ambiental. Y Cortolima está en el último puesto entre todas las CAR... la fatalidad. Y políticamente no tenemos peso, estamos fregados. A los políticos tolimenses no los conocen fuera del Tolima. Cuando aparecen en la prensa nacional es por investigaciones judiciales.

 

O sea, estamos mal…

Mal no, muy mal. Nos volvimos una región expulsora de población. Por eso la ciudad más grande del Tolima es Bogotá. Allí viven más de 600 mil tolimenses. Si en Bogotá los tolimenses se unieran, elegirían dos o tres senadores. La primera vez que analicé el despoblamiento de los pueblos, fue hace como 20 años, para esa fecha, eran 12 los municipios que perdían población hoy son 36. Es decir, más del 50% de los tolimenses viven fuera del Tolima y del país. En Estados Unidos y en España residen muchos tolimenses, especialmente en el País Vasco y en Cataluña. Tenemos que organizar la diáspora para reconectarla con el Tolima.

 

¿Qué del legado histórico de Luis Carlos Galán le hace falta hoy a la política colombiana y tolimense?

La renovación de las costumbres políticas. Derrotar el clientelismo y la corrupción es un viejo anhelo que no se ha podido cristalizar. Hoy existe más politiquería que hace 30 años y eso está destruyendo a Colombia y al Tolima. Por eso tanto escepticismo. Se tiene que cambiar la manera de hacer y entender la política. Mientras no se derrote la ‘escuela’ actual  no tendremos futuro.

Galán fue un profeta al que muy pocos prestaron atención. Se creció después de que lo asesinaron. Se requiere volver a agitar ideas, programas, propuestas. Pero se acordará de mí en la campaña, cuando vea el derroche de dinero de las maquinarias. Ya tienen contratadas las orquestas, los payasos, los tamales, los “espejitos”, etcétera. Un poco de pan y mucho circo. Esa forma de hacer política es la principal fuente de todos los males: de la pobreza, del atraso, del desempleo y de la corrupción.

 

Ya que la colectividad está a punto de formalizar la decisión de sacar lista propia al Senado, ¿sería partidario de lista abierta o cerrada?

La lista abierta terminó siendo un remedio peor que la enfermedad. Cada aspirante es un partido y debe responder por todo. Debe conseguir la plata, los apoyos, hacer el programa, pegar los afiches y vigilar que no le roben los votos, como le pasó al partido Mira en 2014. Y eso para el Senado, es una locura. La lista abierta tiene algo de sentido en la Cámara, en el Senado no. Ha disparado los costos de las campañas a niveles estratosféricos. Es una locura. Soy partidario de la lista cerrada y de que el partido garantice la democracia interna, para evitar el odioso ‘bolígrafo’.

 

Si se llegara a concretar una candidatura al Senado o a la Cámara, ¿a qué temas le apuntaría?

El centralismo fracasó en casi todo. Le apuntaría a cambiar la relación entre la Nación y las entidades territoriales. Actualmente, de cada 100 pesos que se recaudan, 86 los administra el Estado central y 14 restantes los 32 departamentos y 1.200 municipios. Ese modelo está agotado. Fíjense: no hay seguridad, no hay justicia, no hay empleo, no hay desarrollo, no hay carreteras. Para los jóvenes emprendedores propongo un régimen especial: los primeros cinco años sin pagar seguridad social y créditos de fomento.

Lo otro a que me dedicaría es a la defensa del patrimonio ambiental. Las principales cuencas hidrográficas están amenazadas por la codicia de la minería del oro. No existe regalía que compense la depredación ambiental. Por eso me opongo a ella. Santos incumplió la promesa de reformar las Corporaciones Autónomas Regionales. Hay que defender el agua, la flora y la fauna. Sin agua no hay vida. No soy daltónico, pero quiero demostrar que el rojo del Nuevo Liberalismo es verde (risas).

 

“Tolima se volvió una ‘despensa electoral’”

¿A qué cree que se debe la pérdida de representación tolimense en el Congreso?

Existen varias causas. Aquí vienen candidatos de Caldas, del Valle, de la Costa, de Bogotá, de Antioquia, como ‘águilas cuaresmeras,’ a comprar líderes para que les consigan votos. El 70% de los votos para Senado en las elecciones pasadas fueron por candidatos de afuera. Esto también muestra insatisfacción con lo que hay, por supuesto. Esas personas nunca se volvieron a acordar del Tolima, no tienen ningún compromiso con el territorio. Es triste que vendan a los tolimenses de esa forma.

Otra causa, es la circunscripción nacional. Tenemos 11 departamentos sin representación en el Senado. El Tolima solo eligió un senador con votos de la región, se volvió una ‘despensa electoral’. Huila, con menos población, tiene cuatro senadores. También hay decadencia política. El Tolima tiene gente valiosa en la academia, en los gremios, en las empresas, en las artes, pero no se atreve a participar. Si la gente con capacidades y méritos no participa, es explicable que perdamos representatividad y que se elijan personas sin méritos. A muchos de los actuales congresistas no se les conoce la voz, son parlamentarios de bolsillo del gobierno de turno. No representan los intereses del Tolima sino los personales y los de sus clanes políticos.

 

“Queremos que surjan liderazgos”

¿Qué lectura hace de la realidad del partido Liberal en el Tolima?

Pues que lo acabaron. Si los grandes líderes del liberalismo tolimense, como Murillo, López o Echandía, resucitaran y vieran en lo que está convertido, morirían súbitamente. Esa crisis tiene nombre propio. Proponemos un camino diferente, una nueva opción a quienes se sienten liberales, que son la mayoría, solo que están desencantados. A ellos les decimos que hacer política no es repartir contratos, puestos y recibir migajas. Queremos que surjan liderazgos que no se dejen contaminar por las mañas de la politiquería.

 

Cambiando de tema, ¿cómo ve al sector privado en el Tolima?

Los tolimenses somos un pueblo trabajador, pero con bajo sentido asociativo. El Tolima tiene 24.000 empresas, el 95% de ellas son microempresas y casi todas dedicadas al comercio, que emplean fundamentalmente a sus propios dueños. Hay que apoyar mucho más a los empresarios y la asociatividad.

Claro que a las ‘maquinarias políticas’ les conviene esta situación porque de esta manera tienen una nube de desempleados rogándoles por un puesto o un contrato temporal, por eso los politicastros se sienten reyezuelos. Cargan maletines llenos de hojas de vida, que en realidad son historias de frustración porque no pueden realizar un proyecto de vida.

El principal empleador del Tolima es el Estado. Pero ningún país, ninguna región, se ha hecho potencia a punta de empleados públicos. Esa lección la aprendió China, de la desaparecida Unión Soviética. A las empresas hay que ayudarles a crecer y la mejor manera es teniendo un sector público eficiente, no politiquero y chupándose los recursos públicos. Chupando la riqueza que producen los trabajadores y los empresarios. Lo cual les impide crecer. Sin empresas no hay paraíso.

 

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