Busque soluciones, antes que culpables

Crédito: Internet / EL NUEVO DÍA
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Cuando ocurre una situación molesta o cuando se advierte un error, en general, la primera reacción es “buscar al culpable para caerle encima y sancionarlo”. Esto sucede en la casa, en la oficina y en casi cualquier ámbito. Con esta actitud, lo usual es que se amplifica la magnitud del error, especialmente porque se enfrenta con insuficiente información, con ofuscación e imprudencia.
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Si se trata de directivos y superiores, rápidamente exigen saber “quién fue el culpable” para llamarlo al orden, recordarle la lista de sus debilidades de todo orden, si es del caso sancionarlo y hasta despedirlo. En casa ocurre algo similar, los padres buscan de inmediato al miembro de la familia que falló y proceden a acusar, regañar y castigar; luego vienen a las lágrimas, los perdones y las promesas.

Que el documento no llegó, que se recibió el pedido incompleto, que el presupuesto fue insuficiente, etc, etc. Es cierto que todo esto puede generar problemas serios, pero poco se resuelve si se limita a encontrar al culpable. Por supuesto, es importante saber quién o quiénes fueron los responsables de la falla pero, también, ¿cómo y por qué sucedió, bajo qué circunstancias y cómo se resuelve? Esa información aportará mucho más para precisar responsabilidades y, sobre todo, para prevenir que se repita y actuar con justicia. Satanizar de entrada en quien falla, y sin una comprensión adecuada de la situación, puede llevar en primer lugar, a que, quien tuvo algo que ver con la comisión del error, trate de ocultarlo o evadirlo, o prefiera descargarse en otros antes que analizar los hechos y encontrar soluciones de fondo.

En buena parte, la tendencia a iniciar con la búsqueda del culpable para caerle, responde a una arraigada y desafortunada tendencia que pretende educar a través del fracaso y no del éxito.   Es más frecuente escuchar que se le diga al niño: No se demore, no rompa, no toque, no haga, no moleste, ¿no quiere comer algo?, ¿no quiere venir con nosotros?, etc, etc; en cambio de decir: Regresa temprano. Cuidado al pisar. ¿Quieres venir con nosotros?, ¿Te gustaría acompañarnos a cenar?, la forma, el tono y la actitud hacen gran diferencia y se traslada luego a los adultos y al trabajo. 

También, es frecuente la tendencia a destacar más los errores y fallas de la gente que las cosas positivas y los logros; lo buen hermano que ha sido, el sobresaliente desempeño de todo el tiempo. Lo usual es sancionar al empleado por una vez que llegó tarde, antes que aplaudir los años que lleva entrando antes de la hora establecida. 

Las consideraciones anteriores sugieren que cualquier dificultad o conflicto laboral o familiar, debe ser tratado con suma prudencia, por insignificante que parezca, y antes que buscar y castigar a los responsables, procede encontrar salidas creativas que le den respuesta al inconveniente presentado y permita prevenirlo, entendiendo que todos aprendemos de nuestros errores. Ayuda mucho analizar cómo es que se ha actuado cuando las cosas han funcionado en forma correcta, con el fin de extraer enseñanzas.

Es cierto que cuesta trabajo modificar la forma de pensar y de comportarse, pero se justifica un esfuerzo especial para mirar de manera diferente las fallas de los otros, que en algún momento pueden ser también las nuestras.

Por: Martha Cruz

Asesora en Habilidades Blandas y Productividad Personal

macruztol@yahoo.com

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Redacción Sociedad

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