“Soy un poco cuadriculada y estricta, me gusta que las cosas se hagan bien”

JORGE CUÉLLAR – EL NUEVO DÍA
Adriana Quijano, gerente del centro comercial Multicentro, contó a EL NUEVO DÍA sobre las experiencias laborales que la han conmovido, por qué tomó la decisión de casarse a los 18 años y cuáles son sus mayores miedos.

¿Cuál es su perfil profesional?

Soy Administradora Financiera y tengo una especialización en Gerencia de Mercadeo.

Antes de Multicentro, ¿qué otros lugares gerenció?

Trabajé en el sector financiero por 23 años, como en Bancafé y en Colmena, y mi último cargo fue el de gerente regional en Davivienda.

De todos estos cargos que ha asumido, ¿cuál ha considerado es el más complejo?

Cada uno tiene su complejidad y es diferente. El tema de la parte comercial siempre ha sido más difícil.

¿Cómo fue el proceso para llegar a Multicentro? y ¿cuánto tiempo lo lleva gerenciando?

Me enteré que estaba la vacante y presenté mi hoja de vida ante el consejo y después de un estudio y de un proceso de selección me eligieron como gerente; llevó año y medio.

¿Qué ha sido lo más bonito que le ha traído el hecho de trabajar en el sector comercial?

El hecho de que uno trabaja mucho por la gente, todo el tiempo se está en función de hacer feliz a las personas, de lograr que encuentren un espacio agradable, en familia y divertido. (…) y la posibilidad de ayudar en la parte social.

En su vida laboral, ¿tiene alguna experiencia que la haya marcado?

En Multicentro me marcó una, fue el año pasado cuando hicimos un concurso con los niños para que le hicieran una carta a Papá Noel y fue una sorpresa que muchos no pedían cosas materiales, sino que el papá volviera a la casa o que la mamá le dedicara más tiempo.

Retornando a su niñez, ¿de niña qué quería ser?

Quería ser médico, ese era mi sueño.

¿Por qué no se dio?

Resulta que terminé el colegio y no estudié medicina, pero empecé a estudiar bacteriología; pero me casé. Entonces me devolví a vivir a Ibagué, y acá no había nada de la salud en ese momento; entonces empecé con Administración Financiera, y ahí me enrolé por otro camino, que también me ha hecho muy feliz y me ha permitido realizarme profesionalmente.

¿A los cuántos años se casó y cuánto lleva de casada?

A los 18, el amor haló, me casé y mi esposo vivía acá, entonces me regresé. Llevamos 32 años.

¿Cómo se llama su esposo?, ¿tienen hijos?

Fernando Ortiz, y tenemos dos hijos. El mayor es Juan Felipe, que es abogado y vive en Bogotá; también se casó. Y María Alejandra mi hija, vive en Montreal en Canadá, se casó y trabaja allá.

¿A qué edad tuvo su primer hijo?

A los 20.

¿Cómo asumió ese cambio de ver los hijos fuera del hogar, independizados?

Cuando los hijos se van es muy triste, esa es la única parte aburrida de ser mamá; pero la felicidad se compensa cuando uno los ve realizados y alegres. También cuando se gradúan de la Universidad, creo que ese es el momento más feliz, porque uno está con esa tranquilidad de que ya pueden vivir sin uno y hacer su vida solitos.

¿Nunca pensaron en tener otro hijo?

Yo sí quería un tercero, como una niña, pero no llegó. Los dos fue lo que pensamos y teníamos planeado.

¿Cómo hace una mamá que trabaja y se dedica a su hogar, para repartir el tiempo?

No es fácil, pero digamos que en Ibagué tenemos esa gran ventaja de que todo es más cerca. También tuve la ayuda de mis papás; mi mamá fue muy dedicada a mis hijos; eso me daba la tranquilidad de poder trabajar. Y con mi esposo compartíamos las cargas. Fue un trabajo en equipo para lograrlo.

 

EL FUTURO 

Entrando al tema de la belleza, ¿cuál es la parte de su cuerpo que más le gusta?

Los ojos, y es lo primero en que me fijo en cada persona; porque en los ojos es donde está toda la expresión, donde uno demuestra todos los sentimientos.

¿Hay algo que le hubiera gustado cambiarse, o que le gustaría cambiarse?

Me hubiera gustado ser más alta, pero nada.

¿Cuál es su posición frente a las cirugías estéticas?

Pienso que es la oportunidad de que la gente cambie las cosas que le molestan o no le gustan (…) y si puede arreglarlo y con eso sentirse más feliz, bienvenido.

Las respeta pero no le gustaría practicarse alguna, ¿le dan miedo?

Es que yo tengo una teoría de que uno está aliviado para enfermarse; pero de pronto cuando esté más viejita, me haga la ‘estiradita’.

¿Qué no deja de hacer en la semana?

Tengo dos cosas que trato siempre de hacer; y es que me reúno con unas amigas los jueves. Tenemos un grupo como hace 22 años, nos reunimos en las casas y le decimos ‘el costurero’ porque arrancó cosiendo, pero ahora no hacemos más que ‘echar paja’.

¿Qué considera que le falta por hacer?

Sueño con ser abuela, creo que eso le completa a uno la maternidad de la vida; tener la dicha de volver a consentir y a ‘malcriar’ a los pequeños.

Y a futuro pensionarme y tener más tiempo para todos y para uno mismo. Aunque no me imagino desocupada porque soy hiperactiva y acelerada.

Finalmente, ¿cómo se ve en 20 años?

Con mis nietos y mi familia, tranquila; gozando esa paz que le debe dar a uno la satisfacción del deber cumplido, que ya se hizo la tarea que nos puso Dios.

 

LOS TEMORES Y EL AMOR

Por otro lado, ¿qué le saca el malgenio?

La falta de compromiso de la gente y la impuntualidad. Soy un poco cuadriculada y estricta, me gusta que las cosas se hagan bien; entonces a veces como que la gente no logra meterse en ese mismo enfoque y me molesta; y la falta de disciplina.

¿A qué le teme?

A la muerte, pero no morirme yo, sino de que se vayan las personas que amo. Me parece que la soledad que no es la mejor forma de estar, y para mí los amigos son muy importantes, pienso que son esos hermanitos que Dios nos puso en el camino.

¿En sus tiempos libres a qué se dedica?

Me encanta hacer ejercicio, trato de ir al gimnasio con frecuencia. También el cine y ver televisión, soy aficionada a las series de Netflix. Y en la medida que se puede viajar y visitar a mi hijo.

¿Todavía tienen planes románticos con su esposo?

Sí, claro. Salimos a comer y tomarnos un ‘vinito’.

¿Cómo se conserva la magia del matrimonio?

Pienso que el amor es una decisión y una acción. Creo que uno toma esa decisión de amar y mientras uno tenga la capacidad de hacerlo, se mantiene. Además que los detalles nunca se pueden perder, como sorprender a la otra persona, tener espacios para la pareja y estar solos.

¿Siente que por el hecho de haberse casado muy joven le faltó vivir su juventud?

No, porque tuve la oportunidad de ir a la universidad y tener compañeros de mi edad. Pienso que disfrutamos mucho cuando nos casamos, parrandeábamos y viajábamos.

Credito
EL NUEVO DÍA

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