Recuperando saberes ancestrales en la ‘Meca del folclor’

Crédito: Juan Carlos Escobar Montoya / EL NUEVO DÍA Las diferentes costumbres y saberes de la comunidad Aparco se convierten en un legado inmaterial para los tolimenses.
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A través de talleres y capacitaciones, la comunidad indígena Aparco de Natagaima le apostó a la conservación, al igual que, a proteger su memoria cultural.
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Con el apoyo del Ministerio del Interior la comunidad indígena Aparco del pueblo pijao en Natagaima, hizo un trabajo de recopilación de saberes ancestrales, con el propósito de preservar la memoria cultural y lograr transmitirla a las nuevas generaciones.

Perfeccionando y aprendiendo

Diferentes factores han provocado la decadencia de los pueblos indígenas en Colombia, lo que no ha sido ajeno a Natagaima y a su comunidad pijao Aparco.

Estudios realizados por los líderes del cabildo detectaron varias necesidades que se agudizaron por el Covid – 19, la que más requería suplirse con urgencia era la recuperación de los usos, costumbres y oficios ancestrales.

Se concluyó que el auge de la tecnología es responsable en buena parte de esta situación, pues ofrece empleos que aunque generan mayores ingresos, no hacen parte de las prácticas indígenas o de sus tradiciones.

Restablecer estos aspectos lograría alcanzar el principio del “buen vivir” como lo establece el Plan Salvaguarda Pijao, una guía de vida con prácticas de igualdad, convivencia comunitaria, reciprocidad y relaciones armónicas con otras personas y con la madre tierra.

Con el fin de subsanar esta realidad, fomentar y empoderar a los miembros de la comunidad indígena, el Ministerio del Interior aprobó el proyecto ‘Renacer de Guarne - Ima con la emancipación y empoderamiento de los pijaos mediante el conocimiento ancestral’, del cual se beneficiaron 47 familias (255 integrantes de la comunidad Aparco Pijao) que viven en 12 veredas.

El plan que nació bajo la línea de empoderamiento de las mujeres, familia y generaciones de los pueblos indígenas y dentro de los proyectos de formación, en emprendimiento y habilidades productivas, pretendió suplir la pérdida de identidad cultural y oficios ancestrales por la falta de transmisión, así como de la capacitación, liderazgo y oportunidades.

Juan Carlos Salazar, gobernador del cabildo, se desempeña también como directivo de la Asociación de Cabildos Indígenas del Tolima, Acit, y es consejero de derechos humanos de las comunidades indígenas del Tolima.

El líder, quien estuvo al tanto del progreso de los talleres, manifestó satisfacción, ya que la participación superó la expectativa. La idea, según el gobernador, es recuperar los rasgos culturales y étnicos, acabar con el mito de que los indígenas se están extinguiendo, mostrar el potencial y restablecer el dialecto, la medicina tradicional y el aprendizaje para que las familias adquieran habilidades que sirvan para el sustento propio.

Además de cumplir los propósitos antes mencionados, se espera generar empleos directos e indirectos, con lo cual se reduciría la tasa de desempleo en Natagaima y mejoraría la economía familiar.

Sopladeras tradicionales en palma real


 

Alrededor de la palma real se tejen muchas historias, pero a través de los años, los indígenas la han utilizado como materia prima para tejer artesanías y otros elementos como abanicos o sopladeras, un producto artesanal vigente.

Teniendo en cuenta que en Natagaima crece esta hermosa planta, no puede dejarse perder la tradición, dijo el gobernador indígena Juan Carlos Salazar, durante el taller sobre elaboración de sopladeras que se realizó en el marco del proyecto.

Para trabajar las ramas o palmicha, debe someterse a un proceso. Primero se sacan las tiras, se ponen al sol para que se sequen, después se sumergen en agua y finalmente a tejer, explicó la señora María Antonia Yara.

“Dios es quien pone todos estos elementos en la naturaleza. Todo lo da la madre tierra, es como un premio y debemos aprovecharlas, hacer todo con amor y lo mejor que se pueda”, dijo.

De otro lado, la palma real y el palmiche, fueron la materia prima en el aprendizaje de la elaboración de canastos, esteras y el balay, un cesto cóncavo, que era usado en la antigüedad para colar la chicha.

El trabajo estuvo dirigido por Helena Cupitra, de la vereda El Tambo. Ella aprendió este arte desde pequeña. Desde entonces trabajaba con su madre y hermanas en su casa.
 

La chicha, bebida ancestral


 

La chicha es una de las bebidas tradicionales más conocidas a nivel nacional e internacional. Norfa Lidia Herrada aprendió a prepararla de su madre, la indígena Bárbara Narváez, de 76 años, ambas estuvieron frente al taller de enseñanza y transmisión de saberes.

Saber elegir el maíz, que debe ser criollo, y usar su raíz, es el secreto para obtener la mejor chicha, dijeron las experimentadas maestras, que además contaron algo de historia.

Este producto gastronómico es llevado a la mesa familiar y también es vendida por algunas familias, para ayudar con los gastos del hogar. Una época de mucha demanda es durante las festividades de San Juan.

Dentro de los aprendices estuvo una joven de 18 años, Shirley Gallardo Ortiz, quien proyecta tener su propia taberna, a la que piensa llamar ‘Un viaje al pasado’, donde la chicha será el producto estrella que acompañará bizcochos y almojábanas.

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Peto, gastronomía, una tradición con sabor


 

Alrededor de una olla gigante y al ritmo de alegre música, la comunidad de Aparco revivió la historia de sus ancestros al preparar conjuntamente el peto, alimento ancestral, aún parte de la alimentación diaria familiar.

Su ingrediente principal es el maíz, herencia viva de los antepasados, que ha sido cultivado por los indígenas en sus asentamientos y se usa de múltiples formas.

La capacitadora fue María Leonila Conde, quien a sus 34 años, recuerda que aprendió a hacer este alimento mirando a su mamá en la cocina.

En el taller hubo intercambio de conocimientos y preguntas, ambiente propicio y perfecto para la preparación. “Dicen que todo debe estar en calma y paz para que no se corte”, comentaban entre los presentes.

Tamal, una delicia que no puede faltar. Reunidos en la casa de Alcira Tique Aroca, la comunidad se juntó para reforzar los conocimientos en el arte de hacer tamales, alimento de la gastronomía ancestral.

“A todas las personas que me preguntan les digo que si no se les pone amor, no quedan igual de sabor”.

A todo el mundo le gustan los tamales de Alcira. Ella dijo que les debe mucho a ellos, pues con sus ganancias ha podido brindarle la posibilidad de estudiar a su único hijo, quien en poco tiempo se convertirá en contador profesional.

Ella le agradece a Dios y a una mujer de nacionalidad alemana, quien al llegar a Natagaima le entregó el plante para que comenzar. 

“Ella me dio los ingredientes. Hice 100 tamales. A la gente le gustaron mucho”. Desde entonces no ha parado de cocinarlos.
 

Barro, tesoro artesanal de la tierra

 

Una de las costumbres que anhelan rescatar las comunidades indígenas es la del uso del barro, con el fin de evitar que se extinga. Esta ha sido una práctica generacional que Antonia Yara se encargó de recordar a los participantes del taller.

Con la sabiduría de los años, esta indígena, luchadora incansable, se embarró las manos y enseñó de manera didáctica el arte. Aseguró que los alimentos saben mejor cuando se preparan en ollas de barro, además, dijo, es más saludables que el uso del aluminio.

Dentro de los participantes estuvo Viviana Ospina, quien captó la necesidad de hallar el punto exacto de consistencia al barro. Un joven de 20 años, Robinson Herrera, considera esta como una oportunidad para perfeccionar sus conocimientos y como opción para ganarse la vida, pues actualmente se encuentra desempleado. Espera que haya apoyo para los emprendimientos y darle más visibilidad a esta expresión artística.

JN

 

“Recuperación ancestral de la totuma”

 

La comunidad de Aparco pudo reforzar los conocimientos sobre la elaboración de múltiples objetos con su fruto, mediante las indicaciones de Marianel Ortiz, quien exhibió sobre la mesa de trabajo, varios elementos elaborados con anterioridad, como fruteros, porta huevos en forma de gallinas, monederos, jarrones, caras de matachines y portalápices, con el fin de que los asistentes pudieran elegir cuál de ellos trabajarían.

 

Dato 

 

La comunidad Aparco del pueblo no cuenta con un territorio, por lo que actualmente trabajan en diferentes proyectos con el fin de contar con un asentimiento propio.

 

Credito
Olga Lucía Garzón.

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