El arrojo del propietario de El Gran Camarón Killero para hacer empresa

Crédito: Hélmer Parra - EL NUEVO DÍA
Hace cinco años se hizo famoso un ‘carrito’ que vendía camarones en la carrera Quinta, al que los ibaguereños le hacían largas filas para degustar su comida. Detrás del hoy restaurante El Gran Camarón Killero, está Jorge Reales, un barranquillero que dice que Ibagué le cambió la vida.
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El talento para preparar comida de mar, su visión empresarial y su arrojo para los negocios, han hecho de Jorge Andrés Reales Ramírez, uno de los empresarios de la gastronomía con mayor proyección de Ibagué. Su restaurante, El Gran Camarón Killero, resultó ganador este año  como mejor restaurante casual en los premios de la Revista La Barra para la región de Tolima y Huila.

Reales le contó a EL NUEVO DÍA sobre la proyección de su empresa, una marca que quiere llevar a otras ciudades, y de su historia de crecimiento en Ibagué que es ejemplo de perseverancia.

Sus inicios

EL NUEVO DÍA: ¿Quién es el propietario de El Gran Camarón Killero, cuéntenos cómo llega a Ibagué?

Jorge Reales: Soy un barranquillero que llegó a Ibagué accidentalmente por allá en el 2014, con la intención de vender camisetas de Colombia por el Mundial de Fútbol que se disputaba en ese momento. En ese tiempo conocí a una ibaguereña con quien ahora tengo dos hijos, también ibaguereños. Por ella me quedé y de esta relación surgió el proyecto de montar una venta de ceviches en la carrera Quinta, así empezó todo este recorrido.

E.N.D.: ¿Cómo inicia en el mundo de la gastronomía?

J.R.: Ya tenía conocimiento de la gastronomía y la comida de mar porque mi familia se mueve en ese mundo, pero no me gustaba el negocio porque es esclavizante, tenía el ejemplo de cómo le tocaba a mi papá y a mi tío. Pero la situación se dio y me ofrecieron un ‘carrito’ de cholados, lo compré pero con el fin de vender ceviches.

Empezamos en el carrito y fuimos ampliando la carta. Primero vendíamos ceviches, después arroces, cazuelas, camarones en varias presentaciones, spaguetti y así. Después nos alquilaron un parqueadero donde teníamos la estufa pero seguíamos en el carrito, ahí ya incluimos pescados en nuestro menú.

Al principio teníamos mucho temor porque pensábamos que la gente iba a tener prejuicios al comprar comida de mar en la calle, algo que no era habitual en Ibagué, pero gracias a Dios rompimos con ese paradigma y la gente aceptó la idea. Nos fue muy bien, la mejor publicidad que tuvimos fue el voz a voz.

E.N.D.: De vender comida en la calle pasó a tener su propio restaurante, ¿fue un punto de inflexión?

J.R.: Sí claro, necesitábamos un local más grande, porque donde estábamos ya no daba abasto, y fue una decisión contra todo el mundo, porque nos decían que no fuéramos a cometer el error de abrir restaurante, pero yo tenía claro que si en la calle podíamos atender a 200 personas, en un local a 1.000.

Entonces empezamos a edificar esta empresa, con la ayuda de mi  esposa y su familia. Entre todos reunimos un dinero y tomamos un local que nos arrendaron, diagonal donde estaba el carrito, y los primeros 15 días fue un éxito total. De inmediato nos dimos cuenta que necesitábamos el segundo piso de esa casa, hablé con el dueño y accedió a arrendarlo.

Seguimos con el reconocimiento de la gente, todos muy contentos porque ya podían disfrutar de nuestra comida en un lugar más grande. Y empezaron las filas que se volvieron muy famosas. De ahí ampliamos el local un poco más, luego abrimos el punto del centro, y a principios de febrero inauguramos el nuevo restaurante Camarón Killero Campestre.

E.N.D.:  Al año y medio de iniciar dio el paso de consolidar su restaurante, ¿es un empresario de decisiones?

J.R.: La verdad fue muy rápido porque yo no le tuve miedo. Tengo una filosofía que parte de un dicho coloquial “en estar pelado soy experto”, entonces no me quita nada arriesgarme. Dije voy de la mano de Dios a abrir el local y nos tiene que ir bien, y me funcionó la estrategia.

E.N.D.: ¿Qué significa para usted Ibagué?

J.R.: Ibagué para mí es todo, cambió mi vida ciento por ciento, una ciudad que me abrió las puertas. Me siento un tolimense más, amo su gente, soy muy agradecido con todos. Y esta empresa que es totalmente ibaguereña, tiene un enorme futuro a nivel nacional e internacional, solo pedimos vida y salud para poder concretar lo que queremos.

E.N.D.: Háblenos de ese futuro, ¿cómo se proyecta como empresario?

J.R.: A mi núcleo familiar nos ha cambiado la vida del cielo a la tierra en poco tiempo, el negocio ha sido muy exitoso y uno se va acoplando a un estilo de vida diferente. Por el mismo éxito del negocio ya tenemos muchos proyectos a mediano y largo plazo, lo que sucede es que la pandemia sí nos atrasó un poco.

Lo primero es que tenemos siete ciudades de Colombia identificadas, estudiadas mercantilmente, para llegar con nuestra marca. Luego hay dos países donde también queremos llegar. Lo proyectado es en el 2021 empezar con las aperturas nacionales, y en el 2022 las internacionales.

E.N.D.: Es un  momento difícil para su sector, ¿en el caso del Camarón Killero cómo se ha adaptado?

J.R.: En lo económico todos nos hemos visto golpeados, a nosotros nos ha salvado y hemos sobrevivido gracias a la gran clientela que tenemos, y los domicilios nos han dado una mano. Ahora con la apertura que se nos permitió dentro del plan piloto nos hemos podido ir recuperando.

Igual estamos en una baja con tendencia de ir subiendo, y se empieza a ver la luz al final, pero en este momento es sobrevivir y mantenernos hasta que todo vuelva un poco a la normalidad.

E.N.D.: ¿Cuál es la percepción de la crisis de los restaurantes?

J.R.: El sector gastronómico ha sido afortunado por una parte, porque no ha parado nunca, con los domicilios hemos podido sobrevivir, pero hay otros sectores como los bares y gimnasios que no han podido abrir desde que inició la pandemia.

E.N.D.: Camarón Killero fue ganador en los premios de la Revista La Barra en la categoría mejor restaurante casual, ¿qué representó este reconocimiento para su empresa?

J.R.: Para nosotros como restaurante, que a pesar de ser reconocido somos relativamente nuevos en el sector, ha sido muy gratificante. Iniciamos en septiembre de 2015, vamos a cumplir cinco años, y ya habíamos sido nominados otras dos veces, como mejor nuevo restaurante y yo como mejor empresario gastronómico, y este año fue la nominación a mejor restaurante casual.

Fue una alegría enorme, porque existiendo tanto restaurante con reconocimiento y trayectoria,  nosotros ganamos en la región Tolima - Huila.

E.N.D.: ¿Qué papel ha jugado su esposa en su crecimiento como empresario?

J.R.: El papel de ella ha sido el más importante, porque en realidad cuando llegué a Ibagué era muy desorganizado, me gustaba bastante la fiesta. Cuando la conocí no tenía empleo, y ella era auxiliar de odontología en una clínica.

Empezamos a salir y no le importó que no tuviera nada y así empezamos, y la familia de ella fue mi apoyo, me dieron vivienda mientras no tenía trabajo, y gracias a ella soy quien soy hoy en día. Con Diana Ramírez ya tengo dos lindos hijos que adoramos.

E.N.D.: ¿Cómo se define como empresario?

J.R.: Me caracterizo porque no le tengo miedo al éxito, a las inversiones, los nuevos negocios. Lo que sí me ha costado es la parte emocional, porque me considero un buen ser humano y muchas veces las decisiones más duras son cuando queremos pensar como empresa.

Por ejemplo, ahora en la pandemia hice un enorme sacrificio, a la mayoría de mis empleados les dije que no los podía seguir teniendo pero que les daba mi palabra que cuando todo mejorará los iba a volver a tener en cuenta.

A los primeros los envíe a vacaciones y se las pagué, luego les pague lo de la liquidación, y ahora que se está reactivando todo los he ido llamando de a poco, pero no falta quien esté inconforme.

Preguntas y respuestas

E.N.D.: ¿De cuánto fue la primera inversión?

J.R.: Empezamos con un préstamo de mi suegra de $15 millones, fue lo de comprar el carrito. Igual nos ha ido muy bien, lo que también genera la especulación de la gente, y no todos lo comentarios son positivos, pero solo nosotros sabemos el sacrificio que hemos hecho y como hemos sacado la marca adelante en tan poco tiempo. Y en sí le debemos todo a los bancos, porque nos han permitido consolidar la empresa. 

E.N.D.: ¿Cuántos empleados tiene actualmente?

J.R.: Empezamos con tres colaboradores, y ahora somos casi 100, un 80% son ibaguereños y el otro 20% son costeños pero radicados acá, no los traje yo, ya vivían aquí.

E.N.D.: ¿Por qué el nombre de su negocio?

J.R.: El primer nombre que tuvimos era el Gran Camarón, pero luego nos enteramos que existió un negocio que se llamaba así y nos asociaban con ellos, entonces implementamos el Killero que es el gentilicio del barranquillero abreviado, y actualmente es nuestra marca y sello.

E.N.D.: ¿Qué le apasiona?

J.R.: Me apasiona mucho el fútbol y viajar con mi familia, y ahora mismo como no se puede hacer ninguna de las dos actividades, estoy montando en bicicleta.

Dato

El Camarón Killero ofrece más de 50 platos en su carta.

Credito
JUAN JOSÉ AGUIRRE Z.

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