Ya empezó la carrera por las nuevas elecciones en las cuales escogeremos las autoridades regionales, es decir: gobernadores, diputados, alcaldes, concejales y ediles lo cual nos permitiría buscar los mejores en medio de esa cantidad de personajes que, como buenos candidatos y con el propósito de ganarse nuestro voto, prometen el oro y el moro solo que al salir elegidos se olvidarán de sus electores para dedicarse a hacer su propio negocio que en el fondo es lo que buscan con tanto empeño.
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Si miramos la lista de elegibles, los hay de todos los pelajes y colores con un solo factor común: que cada uno de ellos es capaz de arreglar los problemas del territorio en el que actúan según se les oye decir en los actos a los cuales acuden, ahora que no se pierden ni la corrida de un catre.
Es importante que miremos bien quiénes son los postulados, pero especialmente a qué grupo de los que manejan el poder pertenecen para tener en cuenta al aplicar el viejo adagio que dice “dime con quién andas y te diré quién eres”.
Lo curioso es que en muchas ocasiones esos aspirantes son puestos por personajes que por haber sido pillados en sus fechorías ahora no pueden aspirar y entonces postulan a sus amigotes para hacerse elegir por interpuesta persona y poder continuar con la fiesta de corrupción que tanto les gusta.
Ojo, la diferencia entre un ladrón y un político, es que el primero lo elige a usted y por lo tanto poco puede hacer, pero al político, amable lector, lo escoge usted, por lo que no resulta razonable que luego se queje de la corrupción administrativa, que hoy es parte consustancial de la política local, pues existen verdaderos clanes que han venido pelechando el poder en nuestra región desde hace tiempo, precisamente porque nosotros se lo permitimos escogiéndolos en las urnas, como soñamos no suceda en estas elecciones que se avecinan.
Reiteramos, lo que debemos hacer es tomar las elecciones con seriedad, mirando quienes son los candidatos y a qué grupo político pertenecen, lo cual es ya un indicio que nos permitirá saber cómo se comportará ese candidato que terminará convirtiéndose en un verdadero testaferro, en el momento que salga elegido, lo cual explica por qué estamos como estamos.
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