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De acuerdo con esta lógica, lo mismo sucede con la seguridad ciudadana, que no es otra cosa que la forma como las sociedades aseguran la convivencia, los desarrollos colectivos y la eliminación de la violencia en general y otra muy distinta es la sensación de inseguridad, que no es nada diferente al estado de ánimo que sienten las personas cuando consideran que se están desarrollando en ambientes en donde cosas como la vida, la propiedad privada y la conducta social están fuera de control y por lo tanto pueden afectarnos en cualquier momento o situación específica o frente a las amenazas que pueden provenir de hechos naturales, conductas colectivas o actuaciones individuales.
Los colombianos hoy carecemos de seguridad ciudadana, es decir, estamos expuestos a muchos riesgos sociales, porque las entidades encargadas de evitar estas situaciones de peligro no lo hacen por incapacidad, porque no les interesa hacerlo o simplemente porque participan de esos modelos violentos.
Dígame, amable lector, si usted se siente seguro cuando sale a la calle, si puede con toda la tranquilidad moverse por los sitios donde acostumbra hacerlo, sin tener la sensación que lo van a atracar y lo que es peor, con el temor que si lo atracan le regalen de ñapa una buena puñalada, o si no siente que puede suceder que de una moto se baje un cristiano y le meta un balazo para robarle el celular, el reloj o la cartera.
Esa inseguridad nos lleva a tener la sensación de que todo aquél con el que nos cruzamos en el camino y no conocemos puede ser el bandido que nos ha seleccionado como víctimas y por eso muchas veces nos vemos obligados a cambiar de acera solo para tener algo de seguridad respecto a lo que nos puede pasar y que no queremos que nos pase.
Dígame si estando usted en su vehículo esperando que cambie el semáforo y se le acerca una motocicleta, no siente ese escalofrío que produce el miedo ante lo desconocido, pues de inmediato viene a su mente el recuerdo de los atracos que se hacen de esa manera.
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