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“El hambre es mala consejera” dice Virgilio en la Eneida. Condenados a esta triste situación, como consecuencia surge la delincuencia, la drogadicción, la mendicidad, etcétera, y otras taras sociales que muestran el decaimiento de una sociedad indolente e indiferente.
Viene a mi mente entonces esa obra cumbre de la literatura “Los Miserables” (1862) de Víctor Hugo, que después de más de siglo y medio de haber sido escrita no pierde vigencia. Su personaje central Jean Valjean fue condenado a 19 años de prisión por robar un pedazo de pan. “Soy menos que un perro”, decía en uno de los apartes de esta obra. Aún después de conseguir la libertad, siguió estigmatizado como expresidiario, perseguido obsesivamente por la justicia ciega en cabeza del inspector Javert, fanático cumplidor de sus deberes. Quizás parecido a algunos de nuestros jueces que no ponderan juiciosamente las circunstancias en las cuales un individuo es señalado.
Robar por hambre en una sociedad como la nuestra, que poco o nada toma en cuenta a los miserables, es la forma de resumir la infamia de la humanidad, a partir del más primario de los instintos. En estas condiciones es lógico entender cuando el escritor francés anotaba que el hombre ha fracasado como invención divina. Ante la desgracia humana decía: “todos los animales están en el hombre, y cada uno de ellos está en un hombre, y aún en ocasiones muchos de ellos a la vez”. Si Víctor Hugo resucitará encontraría que lo que dejó poco ha cambiado, la historia siempre es la misma. La penuria del pueblo y el rigor de la ley para con los más débiles, es una barrera que no se ha superado.
"Robar por hambre en una sociedad como la nuestra, que poco o nada toma en cuenta a los miserables, es la forma de resumir la infamia de la humanidad, a partir del más primario de los instintos".
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