El nepotismo

Rafael Gutiérrez Solano

El conde de Romanones, varias veces presidente del gobierno español, al reflexionar sobre el tema atinente a la provisión de altos cargos afirmaba: “Si no existieran hijos, yernos y cuñados, cuantos disgustos se ahorrarían los jefes de gobierno”.

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Se quedaron por fuera de su comentario otros parientes en distintos grados a quienes los detentadores del poder buscan favorecer con sus influencias, generando con ello los grandes escándalos que vienen desde hace tiempo sacudiendo a la sociedad colombiana. Esta conducta funesta ha hecho infortunada carrera en la administración del Estado y esto se considera como Nepotismo. Según el diccionario de la Real Academia Española, este comportamiento se define como “desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes para las concesiones o empleos públicos”.

En principio se aludía históricamente a los favores explícitos que recibían los sobrinos de los Papas simplemente por gozar de esa condición. Con el tiempo se ha incrementado esta malsana actitud extendiéndose como bola de nieve especialmente en el manejo de la cosa pública. Esto ha gravitado en contra de las expectativas normales que tiene todo ciudadano para aspirar a destinos públicos no solo de elección popular, sino a otros no menos importantes dentro de la conducción del Estado.

Por este camino es muy fácil concluir que el arte de gobernar se traduce en la organización de la idolatría. 
En efecto, alrededor de esos personajes nefastos comienzan a tejerse mitos, dependencias, necesidades u oportunidades que manejan a su antojo y arbitrio, pues el origen de sus cargos no fue producto de un proceso libre, espontáneo y de sana competencia como debe ser el ejercicio de la democracia, sino de una imposición caprichosa y amañada.

El autoritarismo empieza a aflorar en sus decisiones, no se tolera la discrepancia, mucho menos la oposición a sus ideas o proyectos. Llegan a extremos tales que nos permite recordar la expresión de Luis XIV de Francia cuando la muerte le libró de Mazarino: “De ahora en adelante, yo seré mi Primer Ministro.”

Resulta pertinente entonces después de estas acotaciones sobre este fenómeno político examinar las nóminas de las diferentes entidades estatales para evaluar hasta qué punto se está incurriendo en esta circunstancia.

 

Abogado

RAFAEL GUTIÉRREZ SOLANO

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