¿Es la jornada única la solución?

ARCHIVO - EL NUEVO DÍA
Mucho se ha especulado en relación con la implementación de la jornada única, pero el interrogante central es si ésta de verdad será la solución a la baja calidad de la educación del país.

¿Será que con esta jornada se evitará que los niños lleguen con hambre, solos y cargando con sinnúmero de problemas familiares a la escuela? O tal vez que en la ampliación de la jornada esté el secreto para mejorar el acceso a las TIC, sobre todo en sector rural, donde aún la conexión de Internet es precaria, sin tener en cuenta las vías de acceso y los servicios públicos donde aun no son los mejores.

Aumentar la jornada escolar es la forma de alejar a los niños y jóvenes de los vicios que ofrece la calle, pero ¿qué hacer por los jóvenes que ya habitan en ella?, ¿qué hacer por esas ovejas negras que muchas veces la misma escuela excluye?

Si bien la jornada única amplía las posibilidades de afianzar conocimientos en los estudiantes, de desarrollar nuevas habilidades y explorar nuevas experiencias educativas, requiere de gran y diligente inversión, pero con los antecedentes en cuanto a manejo de presupuesto público, no será posible iniciar la propuesta sin dejar fuera del sistema educativo a un gran número de niños, ya sea por cobertura, corrupción o negligencia.

En realidad la propuesta de jornada única es excelente para un sistema paternalista que pretende proteger a la niñez conteniéndolos en un mismo recipiente, pero para lo que respecta a mejorar la calidad es más conveniente dejar de lado la experiencia que se convierte en rutina, repensar el número y la esencia de las materias que se ven, apropiar de manera real el PEI, hacer efectivo el trabajo pedagógico de las semanas institucionales, dejar la administración a los administrativos y que los rectores se conviertan en verdaderos líderes pedagógicos.

Tal vez la jornada única se piense como la estrategia para dar a los jóvenes vulnerables la oportunidad de acercarse al arte, al desarrollo del pensamiento, al disfrute de la lectura, al conocer su contexto natural, a acceder a espacios recreativos, a formarse en valores y ciudadanía y no a seguir dos horas más frente al tablero, masticando más de lo mismo, matemáticas y ciencias.

¿Qué tal si en estas dos horas la escuela logra enamorar a sus estudiantes de la educación y del placer que produce el conocimiento?

Credito
CÉSAR AUGUSTO TAFUR - ESTUDIANTE MAESTRÍA EN EDUCACIÓN UT

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