¿Pruebas Saber a cuidados intensivos?

SUMINISTRADA - EL NUEVO DÍA
En anteriores columnas he mostrado que las pruebas Saber y Pisa no miden calidad educacional, son sólo un indicador parcial de una de las muchas variables intervinientes del sistema escolar; y ahora se presentan algunos cuestionamientos relacionados con su utilidad.

En el Tolima, en 2018, se presentaron más de 320 colegios a las pruebas Saber. Nueve de los diez primeros puntajes (categoría A+) son colegios privados y sólo uno oficial. En promedio obtuvieron alrededor de 61 puntos de 100 posibles. El problema radica en que estando en tal categoría a los alumnos de la institución oficial no les alcanza para acceder a carreras como medicina o ingenierías en las universidades públicas como la universidad Nacional, del Tolima, Caldas o Antioquia. El asunto se agrava si pensamos que los alumnos con menos de 61 puntos son de más de 300 colegios, esto es el 93%.

Los diez primeros puntajes en pruebas Pisa pertenecen a países con altos niveles de desarrollo económico: siete asiáticos y tres europeos. Entre los 20 primeros ninguno es tercermundista. Críticos afirman que las pruebas Pisa acaban creando “una obsesión con tests de rendimiento y con soluciones de corto plazo”, similar que las pruebas Saber que sirven como requisito para ingresar a la formación superior, lo que es preocupación para un bajo porcentaje de familias, poco o nada se utilizan como indicador de problemas estructurales del sistema educativo y del país. Entonces, a pesar de obtener puntajes altos estos alumnos no ingresan a las carreras que quieren sino a las que pueden lo cual afecta el desempeño escolar y su satisfacción profesional con todas las consecuencias que ello implica, terminan haciendo préstamo para ingresar a la universidad privada o, definitivamente, son desechados del sistema.

En resumen, de los resultados regionales, nacionales e internacionales se infiere que el primer factor que incide en altos puntajes es el estrato económico. Visto así, tales pruebas estandarizadoras (Saber o Pisa) “legalizan” y mantienen como normal la exclusión del sistema educativo, por razones económicas de la mayoría de estudiantes.

No obstante, incrementar puntajes se ha convertido en una obsesión descuidando otros aspectos vitales en la formación. Las instituciones educativas que alcanzan categorías altas cada vez dedican más atención en ascender en el ranking convirtiendo los puntos en un fin a pesar que sólo son un medio.

Finalmente, una pregunta: ¿Son efectivas las recomendaciones a profesores, rectores y padres de familia para mejorar los puntajes? Lo dudo mucho. El problema principal está en otra parte. Es hora de llevar las pruebas Saber a cuidados intensivos.

ANALISTA EDUCATIVO, EXPROFESOR DE LA FACULTAD DE EDUCACIÓN U.T.

Credito
NÉSTOR R. CARDOSO ERLAM - ESPECIAL PARA EL NUEVO DÍA.

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