¿Resistirá el barco?

Las voces de la inminente llegada de una segunda etapa de recesión han generado en muchas economías miradas apocalípticas sobre el futuro. Y como efectivamente todo lo que sucede en las grandes potencias como Estados Unidos, el bloque europeo e incluso Japón repercute en el resto del mundo, Colombia ha comenzado a pensar en las consecuencias.

Sin embargo, para algunos, el país está lo suficientemente blindado como para resistir el huracán que, vaticinan, se aproxima. Pero, para otros, la tal protección es más un asunto de ciencia ficción que de realidad.



Poco vulnerables
Para algunos analistas económicos en Colombia, la recesión mundial no será más que un coletazo de lo que pasará en el resto del globo.
La presidente de Asobancaria, María Mercedes Cuéllar, es, precisamente, de la opinión de que el país esta vez está mejor protegido que en el pasado frente a los choques externos.
“El crecimiento está cerca del potencial y parece sostenible si las condiciones externas no se deterioran gravemente porque está balanceado, tanto por la demanda como por la oferta. Los desbalances macroeconómicos son menos profundos que en anteriores ocasiones y están financiados en mayor proporción por flujos externos más estables. La deuda pública tiene un menor riesgo cambiario y se ha alargado su perfil”, dijo la líder gremial.
Según Cuéllar, definitivamente ahora el programa de consolidación tiene una senda creíble que hace sostenible la deuda. La liquidez y la solvencia externas son cómodas. Los regímenes monetario y cambiario permiten absorber de una manera flexible los choques externos. Además, anotó, la tasa de cambio real está alineada con los fundamentales y la inflación es baja y ­estable.


Sin embargo, aseguró, hay que tomar medidas para evitar desastres locales. “Las autoridades deben persistir en el tránsito de las posturas fiscal y monetaria a posiciones neutrales. Es deseable que la estrategia fiscal apoye en mayor medida el esfuerzo contracíclico, que en la coyuntura actual está recargado en la política monetaria.
“Sólo procediendo de esta manera las autoridades podrán minimizar el impacto de los choques adversos sobre los mercados laboral y financiero, y que se removiera definitivamente de ellos las distorsiones que persisten”, explicó.
Gerardo Rojas, analista de Gesvalores, coincide con la opinión de que el impacto no será tan fuere. “Las condiciones de la economía colombiana, que por su característica no reacciona inmediatamente a los hechos externos sino que los va asimilando de forma pausada, podrían generar molestias al positivo crecimiento en lo que va de año, pero no creo que sean impedimentos para el normal desarrollo del país”, dijo.



Tormenta, no coletazo
Para otros, la situación no será tan fácil, y aseguran que definitivamente pagaremos, en mayor o en mejor grado, las consecuencias de una crisis económica mundial.
Para el presidente de Analdex, Javier Díaz, el efecto de una recesión, especialmente en Estados Unidos, sería una caída en la demanda de productos básicos y en los precios, que afectarían las exportaciones.
Y el exministro Mauricio Cárdenas Santamaría es enfático frente a lo que sucede: “Frente a estas circunstancias, no hay blindaje que valga.


“Estamos en una economía integrada y si hay una nueva recesión en Estados Unidos y en Europa o si caen los precios de las materias primas, lo sentiremos”, añadió.
El analista y docente Eduardo Sarmiento asegura, por su parte, que habrá consecuencias, y que definitivamente el blindaje de que tanto ha hablado el Gobierno no existe; además asegura que las medidas que se está tomando no son para nada favorables frente a la situación mundial.
“La elevación de las tasas de interés, la baja de aranceles y la profundización de la revaluación representan el escenario menos adecuado para enfrentar la crisis mundial y se explican por el desconocimiento de las condiciones externas. Así mismo, se incurrió de nuevo en el error de creer que el país está blindado contra las vicisitudes externas, cuando la economía colombiana es altamente vulnerable por la revaluación, la dependencia de los productos mineros que han experimentado alzas inusitadas de precios y el cuantioso déficit en cuenta corriente”, explicó el investigador económico.
De acuerdo con Sarmiento, la propuesta del Gobierno de unificar los discursos de los presidentes de la región para afrontar la crisis no es práctica. “Lo que tienen que hacer es revisar las ideas y las instituciones que copiaron de los países ­desarrollados y están haciendo aguas a lo largo y ancho del mundo. El primer paso es cambiar los bancos centrales autónomos basados en la inflación objetivo, la modalidad de cambio flexible y la prohibición de financiamiento a los déficits fiscales. En su lugar, se requiere de un marco que combine las políticas fiscal, monetaria y comercial para proteger la producción y el empleo y una abierta intervención en el mercado cambiario para asegurar la estabilidad de la balanza de pagos”, puntualizó.


José Manuel Restrepo, rector del Colegio de Estudios Superiores de Administración, señala que frente a lo que se avecina no hay blindaje que valga, especialmente en una economía dependiente como la de Colombia.
“La economía colombiana está bien administrada, pero no hay economía que pueda soportar un coletazo de ese tamaño. Es la crisis de la primera potencia del mundo y de Europa, y, de paso, Asia, y no habría economía en el mundo que no se viera resentida, muy especialmente porque dependemos de ellos, de Estados Unidos. Hay un efecto directo y lo que tenemos que hacer es prepararnos con el mercado interno”, puntualizó.

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