Hay que evitar las palancas familiares en el trabajo

	Suministrada - el nuevo día
En la película de ciencia ficción ‘Blade Runner’ (1980), escenarios cuidadosamente elaborados se les leen en alta voz a androides sospechosos llamados “replicantes”, mientras que una máquina monitorea su reacción emocional.

Reaccionar con demasiada frialdad, o no hacerlo, confirma la identidad del robot.

Pero considerando que es una historia que supuestamente toma lugar en 2019, resulta curioso que el personaje representado por Harrison Ford, el investigador Rick Deckard, simplemente no haya abierto su bandeja de entrada y leído sus correos electrónicos a sus sospechosos. Navegar los mensajes de un día entero sin resoplar en desesperación sería, después de todo, completamente inhumano.

Hace como un mes pude confirmar mi propia humanidad cuando el siguiente correo electrónico de un jefe cayó en mi bandeja de entrada: “¿Pudieras ayudarme la semana entrante con [mi joven pariente] que está acumulando experiencia laboral para su graduación? Me encantaría que ella te conociera y viera como desempeñas tus obligaciones... mi asistente tiene el horario”.

Entonces vapor emanó de mis orejas. Al igual que la espontaneidad, el nepotismo es algo que nunca he podido tolerar. La experiencia laboral conduce a las pasantías, y las pasantías a radiantes carreras. Y yo preferiría pasar el tiempo con aquellos que hubieran atravesado algún proceso competitivo que tuviera sentido para mí.

Pero dado el remitente del correo electrónico infractor, consideré cuidadosamente mi respuesta. Tendría que ser más mesurada de lo que hubiera querido. Así que me preparé para decir “no” en mi mejor idioma.

“Soy la periodista más idiosincrásica de este piso”, escribí para rechazar. “¿Está seguro de que no preferiría que ella se reuniera con alguien más... representativo?”.

Respiré aliviada. Pero no debía haberlo hecho.

“El futuro tendrá una forma más idiosincrásica”, decía la respuesta. Yo había fracasado. Esto se iba a poner incómodo.

Quizás debería haber dicho que “no”.

Fui a pedir consejos a mis colegas. Seguramente ellos entenderían, sabiendo que yo ayudo en la escuela local de Southwark, como hacía en la ciudad de Nueva York cuando vivía allí.

¿Por qué permitir el nepotismo al mismo tiempo que presto ayuda a estudiantes que no gozan del beneficio de las conexiones familiares? Sería contraproducente.

Pero comencé a notar que las actitudes hacia el uso de las redes familiares y sociales para ayudar a los jóvenes con su experiencia laboral era en realidad una manera fácil de determinar la década en la que alguien nació que preguntar cuándo salió al aire la serie ‘Battlestar Galactica’.

Las reacciones de los colegas que respondían “en los 1980 o algo así” a la pregunta de “Battlestar” tendían a ser más favorables. “No es más que experiencia laboral”, decían. En vez, su mayor reparo era sobre el tiempo que habría que pasar llevando de la mano a un adolescente despistado quien, en muchos casos, no quería estar ahí en primer lugar.

En cambio, los colegas de menos edad, que respondían al interrogante de Battlestar preguntando si me refería a la serie original o a la nueva versión de 2004, simpatizaban conmigo rápidamente.

Casi todo el mundo reconocía que tener hijos propios cumplía un papel importante, al igual que los antecedentes culturales. Pero, en general, parece claro que el grado de disgusto lleva una correlación inversa al número de años desde que uno fue contratado por primera vez después de la graduación.

De vuelta a las Torres del Financial Times, el jefe estaba teniendo dudas después de que le amplifiqué mis reparos.

Se declaró que mi estatus “idiosincrásico” sería decepcionante si yo no tuviera opiniones fuertes, lo cual probablemente se traducía a: “Acepto tu negativa, y quizá yo estaba equivocado”.

Algunos de mis colegas no fueron tan afortunados, por no haber dicho “no” en algún dialecto del inglés, y por lo tanto fueron obligados a tomar mi lugar.

Por un infeliz giro del destino, la pariente acabó sentándose a mi lado por un par de días mientras malgastaba el tiempo de mis colegas. Y, para ser justa, escuché algunas cosas buenas sobre ella.

Me pregunto si disfrutó su semana y si obtuvo algún beneficio durante los días que pasó en la oficina. Sobre todo, me pregunto si ella hubiera sacado más provecho de la oportunidad si hubiera llegado aquí por sus propios méritos. Pero eso ninguno de nosotros jamás lo sabrá.

Credito
FINANCIAL TIMES

Comentarios