La larga travesía de los expedicionarios de la Antártida

Un buque diseñado para operaciones militares en el trópico con una capacidad para 64 personas, el ARC 20 de Julio, fue el escogido para realizar la primera expedición colombiana a la Antártida, que se espera que culmine este fin de semana cuando llegue a Cartagena.

Una travesía que superó los tres meses de duración que tenía como objetivo el conocer y comparar los cambios ambientales del trópico, frente a lo que sucede en la Antártida, pues lo que sucede en el continente blanco y helado, suele afectar los sistemas oceánicos en todo el mundo.

Mientras que en Cartagena se espera que este fin de semana lleguen los expedicionarios, algunos, por compromisos profesionales, ya se encuentran en Colombia, entre ellos la ingeniera Diana Ramírez y el ingeniero ambiental especialista en ciencias del mar, el antioqueño Juan Camilo Restrepo, relataron en la Cátedra Europa, evento realizado por la Universidad del Norte, esta gran experiencia científica, que en su momento llegó a ser fuertemente criticada en las redes sociales.

Travesía única

-¿Cómo fue el convivir dentro de un buque?

DIANA RAMÍREZ: Éramos 102 personas utilizando y viviendo en un buque diseñado para 64. De todos ellos, sólo 14 mujeres, con unas reglas muy claras para la convivencia y poder cumplir con los objetivos de la misión.

JUAN CAMILO RESTREPO: Al principio eran muy estrictos en algunos temas, como el no poder abandonar el camarote sin el overol asignado, así como lo horarios de comida. Afortunadamente esto fue cambiando con el paso de los días y cuando se dieron cuenta que para los experimentos no teníamos horarios definidos.

-¿Qué fue lo más difícil de vida en el buque?

JCR: Fueron varias cosas, como el compartir el camarote con tres personas más durante tanto tiempo, pero también había que tener en cuenta que el buque fue diseñado para 64 personas y éramos 102, por lo que el tema del agua caliente, para la ducha, era complicado, pues aunque era verano, la temperatura ambiente era 13 grados bajo cero.

-¿Y el tema de la comida?

JCR: Mientras recorrimos el Pacífico llegamos a varios puertos con el propósito de abastecernos de combustible y alimentos, pero también para visitas e interacciones de institutos antárticos que existen en países como Chile.

Pero una vez en la Antártica los chefs debieron ser más creativos, aunque la alimentación estaba basada en arroz y papá casi las tres comidas diarias hasta que llegó el abastecimiento de nuevo.

-¿Alguna anécdota en este tema?

JDR: Los tripulantes siempre buscan actividades para hacer más agradable la travesía, y entre ellas, realizaron un bingo, y uno de los premios era una hamburguesa con sus papitas y gaseosa. Creo que no había nadie que no se lo quisiera ganar luego de una dieta de arroz y papa (risas).

-¿Cómo fue la preparación de un buque militar para navegación en zonas tropicales para que navegara en la Antártida?

DR: La preparación fue intensa. De hecho, en Chile, la tripulación estuvo en un simulador para aprender cómo navegar en la Antártida, en especial con el tema de los icebergs, que pueden afectar gravemente el buque, más cuando, como el caso del ARC 20 de Julio, no fue diseñado para navegar allí.

- ¿Muchas exigencias para poder participar?

JCR: Bastantes. Fueron como 35 exámenes físicos, conseguir ropa polar que en Colombia no es sencillo, hay que adquirirla por internet y tener mucho cuidado con las tallas. Además, pasamos por el polígrafo, lo que fue una experiencia poco grata.

-¿Algún susto?

DR: Varios. Golpeamos un icberg bastante fuerte, por lo que se cumplieron todos los protocolos del caso para mantener seguras a las personas en el buque, pero afortunadamente no pasó a mayores. Y una fuerte tormenta donde el buque estuvo en el umbral de la inclinación, por lo que el riesgo de voltearnos fue alto.

-¿Cómo fue la interacción entre los científicos e investigadores?

JCR: Bastante dinámica, y al ser un equipo reducido, todos participamos en los experimentos de todos. En realidad es el espíritu y lo que dicta el Tratado de la Antártida, donde todas las investigaciones se comparten sin problema al ser el lugar de todos, con sus ventajas y responsabilidades.

- Más allá de lo científico, ¿Qué le llamó la atención en la Antártida?

JCR: Que en la Estación Palmer, no había internet, no teníamos señal de celular, pero el datafono de su tienda de souvenirs era una maravilla, más cuando llegamos los colombianos y casi desocupamos la tienda (risas).

-¿Y su investigación?

JCR: Trabajamos conociendo las corrientes y sus temperaturas, cómo los cambios climáticos y el exceso de agua dulce al océano, lo que hace que los nutrientes cambien en el agua, lo que termina afectando a todos los océanos.

-¿Difícil realizar investigación allí?

JCR: Siempre es difícil trabajar en el mar y en lugares de condiciones climáticas tan cambiantes. Nos ocurrió con los equipos de investigación, que utilizamos tres en distintas partes. Cuando los instalamos fue en un día ideal, con un mar de movimiento cero y sin hielo.

Cuando volvimos por ellos, nos encontramos con el mar repleto de hielo, iceberg y nos tomó tres días encontrar dos, el último se perdió.

Entre polémicas 

- ¿Supieron de la polémica y críticas que se generaron en las redes sociales por esta expedición?

JCR: Navegando durábamos un buen tiempo desconectados y al conectarnos a Internet veíamos las críticas. Muchas personas decían que nos fuimos de paseo, pero todo desde el desconocimiento del valor de la presencia de Colombia allí.

-¿Cuál es el valor?

JCR: Son varios aspectos. Dentro del Tratado Antártico Colombia tiene voz pero no voto, y para lograr dicho voto se deben cumplir varias fases, y Colombia, con su presencia allí, empieza la fase dos.

Seis países de Suramérica tienen voz y voto, y hace 25 años Colombia hace parte de este Tratado. La idea es que Colombia cuente con voz y voto para que Suramérica forme un bloque y el continente tenga mayor protagonismo en las decisiones.

Además, que se estime que de seguir el calentamiento como va, el aumento de los niveles de los océanos pueden llegar a 50 metros en los próximos 100 años, debe ser de total interés para un país bañado por dos océanos.

-¿Cuál es el siguiente paso?

JCR: Se está pensando en una siguiente expedición para el verano 2016 o 2017, y aunque el tema de los presupuestos es un problema, la fase tres sería tener una estación de investigación que opere en los veranos.

- ¿Cuándo se conocerán los resultados de la investigación?

JCR: La cantidad de datos son muchos y tomará tiempo procesarlos. Además, la ciencia de la Antártida debe ser compartida, así que tomará un tiempo este proceso.

-¿Qué recuerdo le queda de esta expedición?

JRC: Sin duda el estar en un lugar donde no ha estado interviniendo la mano del hombre, eso es algo único e irrepetible.

Credito
EL NUEVO DÍA

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