La conmovedora carta de hijo de diputado asesinado tras encuentro con las Farc

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“Hoy siento una tranquilidad que nunca en mi vida había sentido, siento una paz interior que necesitaba desde hace mucho tiempo, hoy puedo decir que por fin mi padre se puede ir a descansar en paz”.

Es el primer párrafo de una carta estremecedora redactada por Sebastián Arismendi Mesa, hijo del asesinado diputado del Valle Héctor Fabio Arismendi, sobre el cara a cara que él y otros familiares de los exasambleístas que murieron en cautivero con las Farc sostuvieron con ‘Iván Márquez’, ‘Pablo Catatumbo’, ‘Rodrigo Granda’ y ‘Joaquín Gomez’, en busca de la verdad sobre lo ocurrido.

Junto a Sebastián, a este emotivo encuentro asistieron Diana Echeverry Gómez, Patricia Nieto Nuñez, Carolina Charry Sánchez, Diego Quintero Herrero, Fabiola Perdomo Estrada, Angela Giraldo Cadavid, Efraín Hoyos García y John Jairo Hoyos García.

En el texto publicado en su perfil de Facebook, acompañado de una fotografía durante su intervención, Sebastián se refiere al doloroso proceso que pasó para perdonar a las Farc, pero asegura que hoy esa reunión le permitirá recuperar la tranquilidad que no encontraba con la muerte de su padre.

“Mostré todo mi dolor y sufrimiento durante todos estos años, les dije algo que siempre había querido decirles: yo juré matarlos a todos ustedes cuando solo tenía nueve años, con lágrimas en mis ojos y con el alma destrozada, por el asesinato de mi padre”, afirmó el joven universitario.

Esta es la carta que compartió en su red social:

Testimonio de perdón

“Hoy siento una tranquilidad que nunca en mi vida había sentido, siento una paz interior que necesitaba desde hace mucho tiempo, hoy puedo decir que por fin mi padre se puede ir a descansar en paz.

No les voy a mentir, antes de acostarme a dormir en la noche anterior tenía muchos miedos, pensaba cómo iba a ser ese momento cuando viera a los que asesinaron a mi padre: ‘Iván Márquez’, ‘Pablo Catatumbo’, ‘Rodrigo Granda’ y ‘Joaquín Gómez’.

Simplemente creía que no iba a soportar tanta presión y sencillamente saldría corriendo de allí implorando por justicia.

Al amanecer, la ansiedad no me abandonaba, los mareos y el estrés eran los que primaban en mí. Por lo tanto, no fui capaz de desayunar y partí a mi encuentro con el estómago vacío, pero lleno de miedos y dolores en mi corazón.

El momento había llegado, miré al cielo implorando al Espíritu Santo que me diera la fuerza para afrontar la situación. En ese momento, ellos entraron, y les confieso, no sentí nada, me llené de fuerza y me puse de pie a exigirles la verdad.

Mostré todo mi dolor y sufrimiento durante todos estos años, les dije algo que siempre había querido decirles: yo juré matarlos a todos ustedes cuando solo tenía nueve años, con lágrimas en mis ojos y con el alma destrozada, por el asesinato de mi padre.

Sin embargo, les dije que ya los había perdonado y también ya me había perdonado y por eso yo era libre y feliz. Pero ellos, como nunca lo había esperaba (nunca esperé nada de ellos), me escucharon con respeto y ponían atención a todas mis palabras. Al final, ‘Pablo Catatumbo’ tomó la palabra y nos dijo:

‘No nos orgullecemos del asesinato de los diputados, eso nunca debió pasar. Hoy hacemos un reconocimiento público y pedimos perdón. Ojalá ustedes también nos perdonen’ e ‘Iván Márquez’: ‘Desde lo más profundo de nuestro ser sentimos su dolor. Permítanos que nuestros sentimientos los abrace, y pedirles perdón por esta situación’. Además, de muchas otras palabras que decían sin un libreto en sus manos.

Sinceramente, jamás esperé que ellos pidieran perdón, siempre se caracterizaron por ser duros y orgullosos, ayer desconocí al ‘Iván Márquez’ de siempre, se veía triste y no reprochaba ninguno de nuestros requerimientos.

Por todo lo anterior, algo muy extraño pasaba en mi cuerpo, el sufrimiento se fue desapareciendo de mí, y sentía que había obtenido justicia, porque me di cuenta de que viéndolos en la cárcel no me traería a mi padre de vuelta, pero obligándolos a escucharme y escucharlos arrepentidos por lo que hicieron, me hizo sentir grande y a ellos verlos muy pequeños.

Finalmente, salí con una sonrisa en mi rostro y veía cómo mi padre se sentía orgulloso de mí en el cielo, porque comprendí que su vida fue entregada para que Colombia fuera una mucho mejor.

Te amo, papá, siempre estarás en mi mente y mi corazón, y te juro que mi vida será para cumplir el sueño que ambos tuvimos: ver a Colombia como una mucho mejor para todos nosotros”.

Credito
EL NUEVO DÍA

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