Recuerdos de una guerra que sueña con la política

HÉLMER PARRA - EL NUEVO DÍA
Guerrilleros del frente 21 de las Farc y habitantes de Gaitania abrieron sus corazones para hablar de sus sueños y del conflicto que los ha marcado.

Con la firmeza en su voz de que los acuerdos entre el Gobierno y las Farc se van a refrendar y conformar un partido político, se expresa ‘Maicol’, el tercer cabecilla del Frente 21 de las Farc, quien llegó hace 15 días a Planadas con algunos de ‘sus hombres y mujeres’, desde las zonas boscosas entre Tolima y Valle del Cauca, para inspeccionar la zona veredal que podría ser su próximo y último campamento.

Darío Criollo, alias ‘Maicol’ o ‘Veneno’, vestido de civil, pero siempre acompañado por sus ‘camaradas’, habló del cese bilateral, los acuerdos, sus días en las Farc, los sueños y hasta llegó a hacer memoria de la guerra: “son recuerdos que uno no quisiera ni tener”.

‘Maicol’ con 28 años, pero de apariencia mayor, que deja entrever el ajetreo de la selva, nació en San Antonio y estudió hasta quinto de primaria.

A los 13 años decidió irse a la guerrilla asegurando que lo hizo al ver las obras de caridad que hacían los milicianos con la población ante la poca presencia del Estado.

“Mi hermano ingresó un año antes que yo, pero murió en combates con el Ejército, mi papá fue desplazado de la región y está en otra parte, mi familia ha sido víctima del Estado, con ellos no me veo hace ocho años aunque tengo comunicación vía celular, pero los mandos somos estrictos y debemos dar ejemplo a los demás guerrilleros”.

El día que ganó el ‘No’

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Según ‘Maicol’ al conocer el resultado del plebiscito “había cierto temor de que el Gobierno dijera que se acabaran los acuerdos y que ya la paz no se pudo”; lo que generó que volvieran a estar prevenidos en los campamentos donde permanecen reagrupados, a pesar que desde que fue decretado el cese al fuego bilateral, la rutina diaria ha cambiado, ahora dedican tiempo para jugar microfútbol y ajedrez todas las tardes y las mañanas para estudiar.

“No teníamos esa oportunidad de tener el tiempo disponible para estudiar, para hablar del proceso, el desarrollo que va a haber en las regiones y el desarrollo de la organización con el acuerdo. Ahora estudiamos sobre todo los acuerdos, estamos mirando lo que traen, y de resto lo que tiene que ver con disciplina”.

Se han tomado en serio llegar a ser un partido político, por lo tanto se están preparando para reintegrarse, pero en la vida política, dedicados a leer y estudiar como lo indican no sólo los acuerdos, sino documentos marxistas u otros que desde el secretariado les envían, convirtiéndose ahora en el sueño de muchos como el de ‘Maicol’, que a pesar de todo le asusta hablar en público.

“Quisiera educarme harto para dar desarrollo a los planes que políticamente tiene la organización, estar preparados para lo que los mandos o líderes en ese momento digan, poder aportar y seguir luchando por cambiar este país, yo quisiera que cuando hagamos la transición, que es la esperanza de todos nosotros y del pueblo colombiano, estudiar para ayudar en la política, ser un líder y predicar la política que necesita este país, para que haya un desarrollo en el pueblo colombiano”.

Los demás ‘camaradas’

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Aunque en la zona de concentración en la vereda El Jordán de Planadas, se prevé que más de 350 hombres y mujeres inicien el proceso de desarme; no todos sueñan con ser políticos, pero sí la mayoría de seguir contribuyendo con ‘la organización’ en otras áreas, tal como lo afirman ‘Demetrio’ y ‘Camila’.

El cabecilla de finanzas del frente 21 de las Farc, Jesús Antonio Rodríguez, alias ‘Demetrio’ o ‘El burro’, nació en Gaitania, tiene 38 años y lleva más de 23 en la milicia, con dos hijos que no ve desde hace más de dos años.

Asegura que su vida está en el campo y reconoce que no cuenta con mucho estudio, pero dice estar dispuesto a apoyar en el partido político, “en esto lo importante es la voluntad de las personas, lo que tenga en la mente, las ganas y seguramente habrá trabajo en diferentes cosas para ayudar”.

Para ‘Demetrio’, si llegan a refrendarse los acuerdos, si existen garantías laborales, si les respetan la vida y se cumple con lo pactado, no hay necesidad de volver a las armas, aunque a muchos colombianos este tema les genera temor e incertidumbre.

Por su parte, alias ‘Camila’, de 21 años, se ha dedicado al interior de las Farc a la propaganda audiovisual, ingresó a los 16, es de Rioblanco, y al igual que su hermana menor hacen parte del mismo frente; según ella, los ‘acuerdos de paz’ no son principalmente para las Farc, sino para la población, ya que dice tener claro que “estamos dispuestos a dar la vida por la causa del pueblo”, pero aún así se ve en el futuro como camarógrafa de reportería en el partido político.

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‘Camila’ a pesar de ser una buena conversadora, refleja en sus ojos preocupación, aún más cuando se refiere al día en el que fue bombardeada la unidad donde estaba su hermana, asegura que se puso histérica y sólo se pudo calmar cuando constató que su hermana resultó ilesa.

Y a pesar que de manera jocosa cuenta que amenazó a un combatiente para que la recibiera en la guerrilla, relata que el primer día fue impactante cuando le asignaron una ‘caleta’ para dormir, en la cavidad de tierra tuvo que tender un caucho, arroparse con cobijas y encima un toldillo; y con igual asombro cuenta varias de sus huidas por el bosque cargando el equipaje y la remesa, sin tiempo de descansar ni de comer; pero según ella, lo peor ha sido ver a sus compañeros morir.

Las marcas del dolor

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Hace 25 años Adelaida Bermúdez llegó a la vereda San Miguel. Su esposo murió por un explosivo de las Farc, y su casa en varias oportunidades se convirtió en trinchera del Ejército durante enfrentamientos con el grupo ilegal. “Esperábamos que en cualquier momento nos mataran, quedábamos dentro de la casa en un rincón con mis cinco hijos, una vez el Ejército armó una M60 (ametralladora) en el corredor y desde ahí le disparaba a la guerrilla hacia el filo”.

Como si fuera poco dos de sus hijas se fueron a las Farc, una de ellas falleció hace 10 años en un enfrentamiento con el Ejército en Ataco, dejando dos niños; su otra hija lleva nueve años con el grupo armado. “Ella estaba estudiando en Gaitania, ese año terminaba el bachiller, y no sé, seguro las amistades, uno cría hijos, pero no condiciones y ella decidió irse”.

Pero aún así con lágrimas en los ojos, Bermúdez expresó: “Mi anhelo es que ella salga a la civil y se ponga a estudiar, se prepare y pueda trabajar, le he pedido mucho a mi Dios que la paz se dé, porque nosotras las madres queremos que a nuestros hijos los volvamos a tener en casa”.

Y relató que estuvo presa, fue acusada de colaboración a las Farc, según ella por vender en su pequeña tienda cigarrillos a los milicianos y recibir de vez en cuando una llamada de su hija.

Por su parte, José Yamid Garzón, presidente de la Junta de Acción Comunal en la vereda San Miguel, buscando madera para su finca pisó una mina antipersonal, lo que hizo que perdiera un pie, “es algo que lo marca a uno, y hay más amigos campesinos que también han caído en minas, algunos de ellos han tenido que irse de aquí”.

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Garzón también recordó momentos trágicos como las tomas a Gaitania, en las que debían permanecer escondidos en sus casas; y con tristeza hace memoria de mayo de 2014, cuando en una casa estaban manipulando explosivos que se salieron de control, falleciendo varias personas calcinadas, entre estas una bebé de tres años; y asegura que como estos hechos su comunidad ha llevado el dolor a cuestas.

Leonoricel Villamil, concejal de Planadas, viene trabajando con un grupo de mujeres para construir paz, la cabildante hace un año perdió a su hijo y a un hermano por el conflicto interno, por lo tanto asegura que es el momento de impedir más muertos. “No queremos más derramamiento de sangre e hijos muertos, el campo ha sido el más afectado y podría volver a serlo, pero no queremos más eso”, precisó.

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Como ellos son muchos los rostros que han vivido en medio del conflicto armado que cumple más de 52 años en las hermosas montañas cafeteras de Planadas, y en el sur del Tolima, y que permanecen a la expectativa de los que pueda ocurrir luego del plebiscito del 2 de octubre.

Credito
HERYK FARFÁN

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