“El Gobierno no le va a hacer al ELN mayores concesiones que a las Farc ”

COLPRENSA – EL NUEVO DÍA
En agosto pasado, el presidente Juan Manuel Santos lo nombró gestor de paz.

Su nombre de pila es Carlos Arturo Velandia, y además de investigador y experto en conflictos sociales es consultor y conferencista en temas de paz.

Se vinculó al ELN a mediados de los 70 como guerrillero raso hasta alcanzar un puesto en el Comando Central (Coce); cayó preso en 1994 y purgó 10 años de prisión. Se exilió en España y regresó a trabajar por la paz, pero en junio pasado un juez lo vinculó al secuestro masivo de la iglesia La María, en Cali en septiembre de 2000. Hoy trabaja por y para la paz con el ELN, y aunque no le molesta que le digan por su nombre de guerra, alias ‘Felipe Torres’, dice que “ahora necesito reivindicar mi propia identidad”.

- ¿Por qué Odín Sánchez se convirtió en un punto de honor?

Por la circunstancia en que se dio ese secuestro. No es usual que se dé un ‘cambiazo’, el secuestrado fue al inicio su hermano Patrocinio, que estaba enfermo. El único camino que le quedaba al ELN era soltarlo o se moría. Parece que hubo un acuerdo con la familia para reemplazarlo.

Fue un hecho bastante exótico que generó un problema de irritación social y mucha presión al Gobierno. Pero es una muestra de voluntad para iniciar el proceso de paz.

- ¿Usted ve voluntad de paz del ELN?

No me queda la menor duda de la voluntad de paz de las dos partes, de otra manera no se habría logrado iniciar un acuerdo con una agenda que pone en cuestión la guerra, y que pone en cuestión la tenencia de las armas en manos de una organización armada ilegal.

- Juan Camilo Restrepo ha dicho que se buscará acuerdos humanitarios escalonados en temas como secuestrados, niños en la guerra, etc. ¿Le gusta esa posibilidad?

Por supuesto, y creo que es el mejor camino en que las dos partes se obligan a desarrollar un protocolo de actuación, a desarrollar actividades positivas para desescalar el conflicto como liberación de secuestrados, de menores reclutados, de desminado humanitario, y se convierten en pequeños acuerdos parciales que generan gran alivio para la sociedad. Todo esto son pasos hacia un cese el fuego bilateral y definitivo.

- ¿Y cuál debe ser ese primer acuerdo parcial humanitario?

El secuestro, porque es el más punzante, porque hay una gran presión social, de las familias, de la dirigencia, de los medios, etc. El mismo ‘Pablo Beltrán’ ha reconocido, cuando le preguntan por los secuestrados, que el ELN tiene “poquitos”: es algo muy inquietante que incomoda a la sociedad y que en cualquier momento podría entrabar la mesa. Recientemente un dirigente ‘eleno’ del Chocó dijo que mientras se adelantan los diálogos se podrían presentar más secuestros. Eso sería algo inconveniente que podría reventar la mesa, algo que no desean ni el ELN, ni el Gobierno, ni la sociedad, ni la comunidad internacional. Por eso soy partidario de que el ELN libere y suspenda los secuestros, soy partidario de que el ELN proscriba el secuestro.

- ¿Mientras se pacta el cese del fuego es posible que se presenten nuevas acciones armadas del ELN?

Claro que es posible, como también que se den bombardeos a los campamentos de la guerrilla. Por eso debe haber un protocolo de actuación bilateral en que las partes se comprometan a realizar actos positivos humanitarios, como los que ya hemos visto: liberación de secuestrados e indultos de guerrilleros enfermos.

- Lo veo muy optimista con este proceso…

Más que optimismo conservo viva la ilusión. Quizá el optimismo lleva a las personas a cruzarse de brazos y esperar a que las cosas ocurran, y la ilusión me lleva a ayudar a que eso suceda, y lo que deseo es el fin de la guerra para mi país.

Obviamente, también tengo una gran preocupación porque los tiempos han cambiado: ahora viene sobre el proceso de paz un viento gélido, y es ahí donde comienza el proceso con el ELN.

- ¿Y qué le preocupa?

Me preocupa que la sociedad está poniendo el proceso de paz (con el ELN) por allá en un cuarto lugar de sus preocupaciones. Las preocupaciones del ciudadano hoy son la inseguridad, los bajos salarios, el alto costo de vida, la reforma tributaria, la corrupción del Estado, y ahora viene un proceso electoral con una guerra muy sucia como la que ya estamos viendo desde el Centro Democrático.

- ¿Ese desinterés hacia el proceso con el ELN es porque la gente no le ve la misma importancia que a las Farc?

Eso es posible. Hoy por hoy en el país hay un alivio de tensiones que la gente lo asume como que ya no hay guerra. Luego de 52 años la guerrilla promovió una gran marcha, la última que es tan importante como fue la primera, con sus fusiles al hombro hacia los campamentos donde van a hacer la dejación de armas. Hemos asistido a una epopeya como el primer día, cuando la guerrilla se echó a andar a librar una guerra.

Hoy están concentrados en 19 veredas, después de que estaban en seis mil veredas. Y allí van a ocurrir tres cosas: la dejación de las armas, el tránsito a la política y la reinserción a la civilidad. Y en medio de esa situación comienza el proceso con los ‘elenos’, y eso puede generar una percepción de despreocupación, porque la gente dirá: ‘bueno, ya se acabó la guerra, lo que queda de grupos armados es manejable por el Estado’. Esa es mi preocupación.

- ¿Por qué en los intentos anteriores de paz con el ELN el proceso se rompía justo faltando un hervor?

Por varias razones. Entre otras, porque por primera vez en un evento interno democrático el ELN pone en cuestión la dejación de armas. Lo dijeron en diciembre de 2014 en su quinto Congreso. Eso cambió el rumbo del ELN.

Segundo, en los distintos gobiernos anteriores nunca fue encarado el final de la guerra con el ELN como lo ha hecho el presidente Juan Manuel Santos.

En el preámbulo del acuerdo con las Farc y en el preámbulo de la agenda con el ELN se dice categóricamente: “Este acuerdo busca ponerle fin a la guerra interna”. En los fallidos intentos anteriores la responsabilidad fue de ambas partes, y en gran medida de los Gobiernos que siempre vieron al ELN como una amenaza menor.

Es más, las Farc nunca hablaron con el presidente Uribe, el ELN sí, pero su Gobierno no quería la paz, lo que quería era la pacificación: la guerra con las Farc en el Sur del país y la pacificación en el Norte, donde estaban el ELN y los paramilitares.

- ¿Hoy cómo está la cohesión interna del ELN?

No existe división, existe cohesión orgánica, pero con disenso político interno. Estos temas se discutieron con mucha profundidad. Tengo conocimiento de que en 2002 se comenzó a discutir internamente poner fin a la guerra. Es cierto que existen estructuras y grupos locales que no están de acuerdo, pero la mayoría del ELN sí lo está, y eso es lo importante.

- ¿Este proceso tiene que ser distinto al de las Farc, como pide ‘Pablo Beltrán’, o tiene cosas que se pueden homologar, como dice Juan Camilo Restrepo?

Hay que hacer una precisión: en nuestro país hay un solo proceso de paz, único y nacional, desarrollado por un Gobierno e implementado por un equipo de negociadores y liderado por el presidente Juan Manuel Santos. Pero tocó desarrollarlo en dos mesas separadas con dos grupos alzados en armas que tienen objetivos comunes, pero intereses diferentes.

Con las Farc ya se tiene unos resultados muy útiles para la paz del país, pero que también serán muy útiles al momento de tratar temas comunes entre ambas mesas.

Por ejemplo, la Jurisdicción Especial para la Paz: no es posible tener una JEP exclusiva para el ELN. La que ya se pactó con las Farc es la que tenemos. Quizá el ELN quisiera hacerle modificaciones, pero esa JEP ya está definida. Entonces, lo cierto es que el Gobierno no va a hacer al ELN mayores concesiones que las que hizo a las Farc, y el ELN lo sabe porque eso también está determinado por la correlación de fuerzas en el campo de batalla: luego de 52 años el ELN está solo contra el mundo y el Estado tiene 500 mil hombres en armas dispuestos a caerle encima si el ELN no quiere resolverlo mediante el diálogo.

- ¿Es decir, para el ELN si no es ahora, no es nunca?

Yo creo que sí, pero no falta quien diga que vendrán otras oportunidades, eso me parece irresponsable. Ya hemos dejado tres oportunidades anteriores, esta es la cuarta oportunidad de paz, y entre una y otra el conflicto se iba profundizando y degradando, y en eso dejamos pasar 40 años, ¡40 años! Hoy sabemos por investigaciones que hemos adelantado que cada día de conflicto en Colombia cuesta ¡$70 mil millones!

También hemos cuantificado cuántas balas se han disparado, cuántas bombas se han arrojado, cuántos mutilados hay, cuántas minas siguen sembradas, cuántas viudas, cuántas voladuras de oleoductos, etc. Pero lo que nunca podremos cuantificar es el dolor, las lágrimas, la pérdida de oportunidades, etc.

Transformaciones sociales

- Conclusión, esta vez sí será…

Esta vez sí será, porque hay voluntad, hay decisión, porque las partes se están jugando sus capitales políticos. Nadie se lo había jugado tanto como el presidente Santos: se quedó en rines, pero sacará el país de la guerra. Es algo maravilloso, estamos superando la guerra más larga del hemisferio occidental.

- El proceso con los ‘elenos’ se efectuará en cinco sedes diferentes. ¿Le gusta esa metodología?

Este proceso demorará el tiempo necesario para producir el acuerdo político de poner fin a la guerra. No podemos ponernos fechas fatales, porque no las vamos a cumplir. Yo confío más en los tiempos políticos que en los tiempos cronológicos.

Pero tengo que decir que no me gusta la idea de estar trasladando la mesa, lo dije al Gobierno y al ELN, y les pedí que en la primera oportunidad que tengan examinen el acuerdo y hagan un ajuste a esta itinerancia, porque en el interregno entre una ciudad y otra se va a restar ritmo al proceso.

- Después de cinco décadas de conflicto armado, ¿se cumplieron los objetivos de la guerra revolucionaria?

La respuesta tajante es no, definitivamente no, no se cumplieron esos objetivos. Después de 50 años de lucha armada las partes reflexionan: ‘se nos fue la vida, 50 años por tomarnos el poder y no se pudo. Y posibilidades a futuro, tampoco las hay’.

Los revolucionarios nos hicimos revolucionarios no para hacer la guerra, sino para hacer transformaciones sociales, y si tomamos ese camino, es porque era el único que teníamos en ese momento, pero ese método se nos agotó, la guerra no era el fin y las transformaciones sociales siguen pendientes. Hoy el ELN y las Farc tienen esa posibilidad de pugnar por esas transformaciones sociales, pero desde la democracia. ¡Juéguensela!

- Concluyo con esto. Usted que vivió y padeció el conflicto armado, dígame, ¿valió la pena esta guerra de cinco décadas?

Creo que sí, en Colombia infortunadamente nunca hubo una oposición real, la única oposición real y efectiva fue la oposición armada. El movimiento social y alternativo fue asesinado, desaparecido, esto explica por qué se justificó la existencia de la oposición armada. La existencia de grupos insurgentes sirvió de talanquera para controlar la entrega y el saqueo del país y tener al menos unas reservas de recursos naturales.

Frase

El secuestro es el más punzante, porque hay una gran presión social, de las familias, de la dirigencia, de los medios, etc.

Credito
COLPRENSA

Comentarios