Las crisis le enseñaron a Cano a llevar la contraria

TOMADA DE INTERNET - EL NUEVO DÍA
Carlos Gustavo Cano Sáenz, deja el Banco de la República, luego de 12 años de imprimirle la importancia del agro a la macroeconomía.

“He tratado de quitar esto de ir con corbata en el Banco de la República, pero a veces toca”. Esta frase da forma a las ideas de Carlos Gustavo Cano, codirector de la Junta del Emisor y quien se despide, luego de 12 años en dicho cargo.

A lo mejor y este rasgo en su forma de vestir empiece a dar una idea de que Cano es un tipo de contrastes. Confiesa que, en cuanto a música, no cambia las oberturas de Bach o Mozart por nada, como tampoco cambia los buenos frijoles con chicharrón.

Tal vez así, entendiendo esas orillas, se puede explicar por qué no se pierde ningún programa social que implique la reconversión agrícola del país y el auxilio a los pequeños agricultores, aún cuando su trabajo en la última década fuera analizar los datos macroeconómicos del país.

Este ibaguereño, de 70 años, llegó a la Junta del Emisor en febrero de 2005, tras ser nombrado por el entonces presidente, Álvaro Uribe Vélez. Desde entonces ha sido un codirector atípico, por lo menos así lo recuerda Leonardo Villar, director de Fedesarrollo y compañero en el Emisor. “Era más vocal que la mayoría y eso chocaba con las formas de actuar de los otros”, recuerda.

Sus actitudes lo hicieron mediático, de allí a que se le conociera incluso como el rebelde de la Junta, pues sobresalía por sus abiertas posiciones de política monetaria y por llevar la contraria cuando una decisión se planteaba por mayoría.

Cuando la Junta se orientaba a bajar las tasas de interés del Emisor, Cano controvertía y al pasar lo contrario, también lo hacía.

- Y, ¿esa maña de llevar la contraria, la tiene solo desde que llegó al Banco?

- No, yo creo que todos los puestos y trabajos a los que me dediqué en la vida me acostumbraron a ser un tipo contracíclico, a nadar contra la corriente” (risas).

Con esto, este economista del campo abre el paréntesis de su vida, que va desde las fincas arroceras de su padre, Gustavo Cano, hasta las frías temporadas en Estados Unidos y Reino Unido, pasando por altos cargos como presidente de la Sociedad de Agricultores y ministro de Agricultura.

Sin embargo, confiesa, que cuando se retire del Banco al final de este mes, tendrá uno de los mejores puestos a tiempo completo de su vida, el de abuelo de tres nietos.

Entre Lancaster e Ibagué

El gusto y la preocupación por el desarrollo rural no le vienen de un salón de clase ni de una conferencia en un tablero.

Creció entre fincas. De allí su conocimiento sobre la rehabilitación social que debe darse de mano de la agricultura. Su padre, que llegó a Tolima desde Medellín, en 1942, paulatinamente se apegó al campo. A lo mejor, porque su esposa venía de una familia cafetera del Quindío.

“Este país tiene una gran tarea pendiente, que se aplazó por cuenta de la guerra. Los campesinos son los que más la sufrieron, y son ellos mismos la esperanza para recuperar el trabajo perdido”, cuenta Cano, el hijo.

A pesar de esta idea, no duró mucho en Ibagué, pues su padre lo envió a estudiar con los Jesuitas: allí vivió con sus abuelos, para luego partir a Bogotá a estudiar economía en la Universidad de los Andes.

Y como no podía quedarse quieto, tan pronto como terminó la carrera, volvió a Medellín a buscar trabajo. Llegó a Industrias Noel como director de Planeación. Viajó a Lancaster, Reino Unido, en 1972 para estudiar su maestría en economía, sin descuidar las falencias del campo en Colombia.

A su regreso, se enroló en el Instituto de Fomento Industrial (IFI), donde volvió a acercarse al campo y trabajó de la mano de los cultivadores de algodón del Tolima.

- Siempre la tierra llama...

- Algo así, pero sin saber logré convencer al presidente de Fabricato, Jorge Posada, de crear la planta de hilaza de la compañía, que fue Textiles Espinal, y me quedé manejándola hasta 1979.

Esa vena por acercar cada proyecto al desarrollo del agro empezó a caracterizarlo.

“Carlos Gustavo tiene ese plus, de hacer entender entre todos los economistas que el desarrollo del campo es transversal para la sostenibilidad del país y esto lo transmitió también en la Junta del Banco”, agrega Rafael Mejía, presidente de la Bolsa Mercantil de Colombia y expresidente de la SAC.

Tras pasar por Fabricato, Carlos Gustavo volvió a la raíz, a la del arroz, y retomó los pasos de su padre. En 1982 asumió como presidente de Fedearroz, gremio que lideró ocho años y le abrió las puertas de la SAC en 1990.

- Si fue presidente en esa fecha, ¿se oponía a la apertura económica?

- ¡Claro!, critiqué muchísimo al presidente Gaviria, que fue compañero de universidad mío, que ese proceso se hizo unilateralmente y tuvo efectos durísimos sobre el campo.

- Pero duró muy poco en la SAC...

- Ya le cuento por qué...

Una aventura fallida

Solo un año en el máximo puesto gremial de los agricultores de Colombia, poco tiempo para un cargo que, generalmente, tiene presidentes durante décadas.

Lo dejó por una aventura política. Para ese entonces, en 1991, el expresidente Uribe se lanzaba al Senado de la República e invitó a Carlos Gustavo a hacer parte de su lista. Su relación se tejió por razones gremiales, desde que Cano estaba en Fedearroz.

En ese momento, Uribe estudiaba un posgrado en el exterior, así que, apoyado por Cano, se ideó una estrategia.

“Me recorrí toda Antioquia con un celular y un megáfono”, cuenta entre risas.

El economista se volvió, por campaña, en pregonero. Tomaba el teléfono y le indicaba a Uribe que ya, que ya estaba listo el público para escucharlo. Entonces, ubicaba el megáfono frente al parlante del celular y el expresidente iniciaba su discurso. A pesar del esfuerzo, “me quemé”, reconoce.

Desde ese momento, se dio cuenta él era un tipo nombrable, mas no elegible.

Esa fue su primera y única aspiración por un cargo de elección popular. Con las quemaduras aún vivas, sacó de la chistera un eufemismo. “Los que quedamos desempleados, podemos decir que empezamos a hacer consultorías”, dice para justificar que, luego de 1992, no tuvo cargo fijo.

En 1995 lo llamaron para salvar la Caja Agraria, pero fue imposible. Entre la corrupción y los malos manejos “se habían comido la entidad”. Allí rompió toda comunicación con el Gobierno del expresidente Ernesto Samper, que aún califica de “débil”.

A las 12 horas de salir de la Caja Agraria, solo un año después de tomar posesión, Cano recuerda que se firmó una convención colectiva que terminó de hundir a la institución. En ese caso, llevó la contraria, pero no pudo. Sin embargo, uno de sus grandes amigos y mentor, el economista Hernán Echavarría Olózaga, ya le tenía otra tarea.

Medios y una tragedia

Pasó a ser presidente de Comunican S.A, sociedad dueña en ese entonces de El Espectador, en este puesto estuvo entre 1996 y 1997 (no en vano, Cano insistió, en su paso por la Junta, en el valor de la comunicación del Banco Central, porque conocía de ante la importancia de decir las cosas claras).

Para ese tiempo, el diario pasaba por una profunda crisis económica, a tal punto que su patrimonio era negativo. Así que su misión era sanear cuentas. En ese periodo se consolidó la venta al Grupo Santodomingo y Cano terminó su trabajo.

- ¿Fue muy difícil concertar los acreedores y hacerlos confiar en un medio?

- No, me di cuenta que es más difícil poner de acuerdo a una sola familia que salvar a toda una empresa.

Con sus contactos en el sector agropecuario de América Latina, llegó a ser el representante para Colombia del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), hasta que en 1999 una tragedia conmocionó a su familia.

Cano, como delegado de la Iica, acompañaba una misión del Plan de Desarrollo Alternativo (Plante), en el que trabajaba uno de sus tres hijos, Carlos Santiago Cano.

Ambos iban camino a Planadas, Tolima, una mañana de marzo; sin embargo, en aeronaves diferentes y lo impensable sucedió. El avión donde iba el hijo de Carlos Santiago se accidentó. El saldo: cinco personas fallecidas, entre ellas el joven de 23 años.

En medio “de tanto dolor, tuvimos la gran ayuda de amigos peruanos del Iica, que me ofrecieron mudarme a Lima, y nos fuimos hasta 2002”.

De vuelta al ruedo

- ¿Por qué regresó a Colombia?

- Por la misma razón que salí de la SAC: el entonces presidente Uribe me llamó.

Así fue que Cano llegó al Ministerio de Agricultura, donde estuvo hasta 2005. Recuerda que se diseñaron políticas sin presiones y sí pudo exponer su visión de la transformación del campo.

Y, justamente, el expresidente lo nombró a él y a otro ibaguereño, Juan Mario Laserna, como codirectores del Banco. “Yo creo que eran tan amigos que no solo eran vecinos de oficina en el Banco, debían ser vecinos de finca en el Tolima”, comenta Leonardo Villar, quien agrega que la muerte en julio de 2016 de Juan Mario “fue un golpe fuerte para Carlos Gustavo”.

Entre tanto, desde su entrada al Emisor, le tocó enfrentar dos reveses inflacionarios: el de 2008 y el de 2015 - 2016.

Ahí puso a prueba, una vez más, por qué llevar la contraria le funciona. Para el caso de la subida de precios entre 2015 y el año pasado, fue el primero en alertar sobre la tardanza del aumento de tasas de interés, a pesar de que entre el Gobierno y economistas pensaban que había tiempo de espera.

Con esa última lección, 12 años después de llegar, se despide de la Junta. Alcanzó el tiempo máximo legal para estar en este cargo, o sea, le supo cumplir al país. Su retiro coincide con la salida del gerente José Darío Uribe. Volviendo al eufemismo:

- ¿Qué va a hacer ahora, doctor Cano?

-Volver a las consultorías y a mis nietos.

LÍNEA DE TIEMPO

Una carrera del agro a la macroeconomía

Enero de 1970

Su primer trabajo lo tuvo en Industrias Noel, donde fue director del Departamento de Planeación. Pasó por Fabricato y el Complejo Agroindustrial del Tolima hasta 1982.

Junio de 1982

Inició su periodo en la dirección gremial. Estuvo ocho años en la presidencia de Fedearroz y luego pasó a la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC) donde estuvo un año (periodo entre 1990 -1991).

Agosto de 1995

Cano asumió el cargo de gerente de la Caja Agraria. Contaba con la misión de salvarla, pero desistió, entre la corrupción y sus diferencias con el Gobierno de Samper motivaron su salida en 1996.

Febrero de 1997

Durante un año se ocupó de las finanzas de El Espectador, tratando de pactar una salida con sus acreedores y concretando la búsqueda de un socio para capitalizar el diario.

Enero de 1999

Se mudó con su familia a Lima, Perú, para trabajar como consultor externo en Desarrollo Alternativo del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (Iica).

Agosto de 2002

Se convirtió en el primer ministro de Agricultura de Álvaro Uribe, y en este puesto estaría hasta febrero de 2005, cuando el presidente le asignó una nueva tarea, ahora desde la macroeconomía.

Febrero de 2017

Culminó su periodo en la Junta Directiva del Banco de la República, luego de haber sido nombrado para este cargo por el expresidente Álvaro Uribe Vélez en 2005, y en el que estuvo por 12 años.

Credito
EL COLOMBIANO

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