Pasos hacia la esperanza

MANUEL BRISNEDA/Q’HUBO / EL NUEVO DÍA
A Emmanuel Martínez no le importó ‘romperse’ la planta de los pies con tal de emigrar de Venezuela y buscar mejores oportunidades.

Emmanuel Martínez Hernández prefiere no hablar de la Guardia Nacional Bolivariana de Venezuela cuando le consultan, pues con cierta reserva, palabras medidas y gestos en un rostro ‘demacrado’ de cansancio, deja entrever que la institución no le devolvió ni una pequeña parte de la entrega y dedicación que le proporcionó durante su tiempo como militar activo, ya que el Estado no le garantizó las condiciones mínimas para vivir.

El hombre, de 31 años, hace cuatro meses ‘colgó’ las botas y su uniforme en medio de una decisión desesperada y motivado por la necesidad de sacar adelante a su familia.

“No daba abasto. El sueldo no alcanzaba para mi esposa y tres hijos porque cobraba una vez al mes, y a los cinco días tenía que salir a la calle a ‘rebuscarme la vida’ pues no había plata”, explicó.

La carencia de efectivo y de alimentos, al igual que las largas filas para adquirir productos regulados por el Gobierno obligaron al hombre a comunicarse con un primo suyo en Ecuador, que se gana la vida como barbero, él lo motivó para que se trasladara a dicho país, donde le ofreció ‘posada’ y una aparente oportunidad de empleo.

Camino ‘espinoso’. Con profundo pesar, Martínez dejó a su familia en Cumaná en el estado de Sucre en Venezuela, para llegar a la oportunidad prometida por su primo. Así que emprendió camino a Ecuador a pie y ‘echando dedo’.

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En medio de la ‘correría’ arribó a Ibagué con serias lesiones en la planta de sus extremidades inferiores que le impedían ponerse en pie y hacer cosas básicas como caminar o ir al baño, por lo que se quedó un par de días.

“Tenía unos zapatos apretados y en el camino cayó un ‘chaparrón’ de agua, se me ‘congelaron’ los pies y cuando me quité los zapatos tenía las plantas ‘rajadas’”, expresó.

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Tuvo que separarse de sus compañeros de viaje, pues no podía continuar la travesía por su condición física, así que coincidió con otros venezolanos en el sector de Buenos Aires que lo cuidaron y lo ayudaron en su proceso de recuperación con elementos suministrados por la comunidad.

“Estas personas (venezolanos) me han ayudado, me han atendido con agua comida y todo lo que he necesitado porque estaba solo y no podía hacer nada”, relató.

Y agregó: “Un señor vino a traernos comida, me vio los pies y fue a la farmacia para traer antibióticos y pastillas para el dolor”.

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Martínez, con un plato plástico lleno de arroz y frijoles en sus manos, dijo que el dolor físico pasa y a la larga no representa nada ante el dolor de patria que lo embarga por la crisis económica y social de Venezuela, teniendo en cuenta que allá se quedó toda su familia esperando que tenga trabajo y éxito para reunirse más adelante en Ecuador.

 

Dato

Martínez integró la Guardia Nacional Bolivariana, pero pidió la ‘baja’ porque el sueldo no le alcanzaba.

manuelbrisnedad@gmail.com

Credito
MANUEL BRISNEDA

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