“Me preocupa que la violencia se metió por debajo de la puerta de muchas casas”

COLPRENSA – EL NUEVO DÍA
Monseñor Urbina sostiene que no pierde la esperanza de que en algún momento se vuelva a la mesa de negociación con el ELN.

Pese a las dudas que hay en algunos sectores sobre la implementación del acuerdo de paz, monseñor Óscar Urbina, presidente de la Conferencia Episcopal, asegura que en el país aún se mantiene el ambiente de reconciliación que encontró el papa Francisco, cuando visitó Colombia en septiembre de 2017.

Sin embargo, dice que no se puede desfallecer porque “los odios, los rencores y la incapacidad de perdonarse, de comprenderse” se están metiendo por debajo de la puerta de muchas casas.

En esta semana santa, tiempo de reflexión y reconciliación, Colprensa habló con él sobre la polarización y sobre la posibilidad de que se retomen los diálogos con el ELN.

Monseñor Urbina sostiene que no pierde la esperanza de que en algún momento se vuelva a la mesa de negociación porque “todo conflicto, desde el más pequeño hasta el más grande sólo tiene una salida, hablar”.

 

- ¿Qué reflexión hace para Colombia en estos días de semana santa?

Yo diría tres cosas: primero es un tiempo precioso para volver a Dios, segundo es un tiempo para rescatar y fortalecer nuestra fe y nuestra esperanza que nos ayuda a caminar juntos, y en tercer lugar es también un tiempo de compromiso, es decir la Semana Santa no nos debe dejar sin que nosotros nos comprometamos en ser precisamente, tal y como dice Jesús, luz para la sociedad que necesita tanto, especialmente de lo único que la puede transformar qué es el amor.

Estos días nos permiten encontrarnos con nosotros mismos en nuestra intimidad y eso nos permite que allí encontremos a Dios, que nos habla en la profundidad de nuestro ser, de nuestra conciencia, que nos pide rectificar qué potencial tenemos, en qué educarnos más, cómo poder sentir mejor a nuestra sociedad, en la familia, en la academia, en el deporte, en la cultura, en todos los espacios.

 

- En términos de reconciliación, ¿qué cree que puede hacer cualquier

persona desde la sociedad civil para contribuir a reducir la

polarización e incluso la intolerancia que hay entre diferentes

sectores?

Una cosa muy sencilla, pedagogía. Nosotros, usted y yo, ¿por qué somos honestos? Porque nuestros papás, cuando veían que tomábamos una cosa que no era nuestra nos daban un golpecito en la mano: “dejé eso, que no es suyo” o “suelte eso, que no lo vamos a comprar”. Entonces, eso era una pedagogía muy sencilla que nos enseñó el respeto, nos enseñó a que hay límites, nos enseñó a respetar, saludar, acoger a las personas así nos cayeran mal. Entonces, hoy se necesita que haya una pedagogía en este sentido de la reconciliación en la familia, que no nos acostemos sin perdonarnos porque todos los días hay conflictos, no podemos decir que no, pero qué bonito que en la noche antes de irnos a acostar digamos: “mamá, papá, perdóname por lo que dije, se me salió la rabia pero no quiero que vuelva a pasar” y nos demos un abrazo. Yo centraría todo en una pedagogía sencilla, que la sociedad puede hacer en todos los ambientes, familiares, laborales, educativos, en el estadio, en todos los lugares donde podamos hacerlo, ayudaría mucho abrir caminos de reconciliación.

 

- Desde la visita del papa a Colombia, ¿usted cree que el país ha

mantenido el esfuerzo de construir la paz?

Yo pienso que sí. Usted sabe que yo trabajo en los Llanos. Una vez aquí hubo la entrega de las armas, encontramos muchas experiencias sencillas en las veredas de nuestros municipios del Meta, mucha gente que antes uno sabía que era victimario o víctima, y que ahora empiezan a hablar, a caminar juntos. A veces, incluso, se han hecho experiencias de algunos retiros donde las personas se arrepienten de lo que ha pasado y vuelven a Dios y cambian su relación con los demás. Yo sí pienso que en el ambiente quedó un deseo de trabajar por la reconciliación. Son de pronto acciones que no salen en las redes ni son para producirlas como grandes acontecimientos, pero es que todo nace de una semilla, un árbol empieza por lo más pequeñito y cuando ya está dando frutos nadie se acuerda por dónde empezó ese árbol que era una semilla que se abrió creció y ahora da frutos.

Nosotros, por lo menos en la Iglesia, estamos haciendo todo un esfuerzo para generar lo que él nos dejó, la cultura del encuentro. Cuando uno lee los discursos (que pronunció el papa en Colombia) en todos hay ese llamamiento a crear una cultura del encuentro que permite que nos miremos en los ojos, que nos aceptemos como somos en la diferencia. Sin duda, todavía hay muchos hechos de violencia, pero creo que es donde está el esfuerzo que tenemos que hacer. A mí me preocupa mucho que la violencia se metió por debajo de las puertas de nuestras casas y en las familias es donde ahora se está generando tanta violencia por el silencio, los odios, los rencores, la incapacidad de perdonarse, de comprenderse. Eso me preocupa mucho porque en la familia es donde uno aprende del abecedario del amor, del perdón, del servicio de la paz.

 

- ¿Y a nivel nacional usted ve posible que se retome la posibilidad de

dialogar con grupos como el ELN y buscar salidas negociadas a los

conflictos?

Sin duda. Todo conflicto desde el más pequeño hasta el más grande sólo tiene una salida, hablar. Mire dónde están, en estos momentos, fuera del país, los mayores conflictos. Están donde una de las partes se niega a hablar. Entonces sí tenemos que dar esos pasos. Y yo tengo muy claro, en mi corazón, la esperanza de que se pueda dar ese paso, porque todas las cosas que hacemos nunca son perfectas, las perfecciones son del otro mundo. Entonces a las cosas que hacemos siempre les quedarán imperfecciones, pero no hay que perder la esperanza de poder construir un país tan bello.

 

- Un mensaje para las víctimas del conflicto y las que hoy en día

todavía se siguen produciendo por la acción de bandas criminales y

del narcotráfico

Un mensaje de cercanía, de consuelo, de ánimo también porque la primera víctima es Jesucristo, que, resucitado, llevando en sus manos y en su costado y en sus pies las cicatrices de las heridas, sufrió por nosotros. Es el primer sobreviviente. A mí me impacta todos los días cuando ellas claman: “yo no estoy esperando sino la verdad”, que podamos avanzar en este aspecto. Yo sí añoro mucho y no sólo como un anhelo, sino que vamos trabajando para eso, que en todos los espacios se ayude a que la Comisión de la Verdad pueda recoger todo lo que más pueda para que eso nos ayude a todos y a ellas especialmente, a las víctimas, a descubrir la verdad para que se pueda caminar hacia esa supervivencia, ser sobreviviente con calidad de vida también. La reparación comunitaria también se tiene que desatar y en eso pueden ayudar tantas personas que no necesariamente son del Gobierno, pero que tiene medios para hacerlo por el trabajo, por la vida digna que le podemos dar a las víctimas.

 

- ¿Cree usted que el país va bien en la implementación del acuerdo

de paz?

Apoyamos especialmente el informe que siempre hace el Instituto Kroc sobre la implementación de los acuerdos. Lo seguimos con mucho interés. En el último, se constata que la implementación no se ha detenido, que ha habido avances y yo quiero también animar a que se mantenga ese compromiso, que es muy importante que se avance en los puntos, especialmente los que hacen impacto en las regiones donde el conflicto dejó tan grave consecuencias y la implementación abre puertas a la construcción de una paz a largo plazo.

Credito
COLPRENSA

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