Según Naciones Unidas en Colombia se superó la desigualdad económica, pero no la social

COLPRENSA - EL NUEVO DÍA
A pesar de que el país ha superado brechas de desigualdad con respecto a lo económico, en la parte social surgen nuevas barreras que debe superar.

El informe de calidad de vida del Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas en el que Colombia mejoró al ir del puesto 90 en 2018, al 79 en 2019, tiene mucha tela por cortar porque, aunque el país mejoró en términos de ingresos per cápita, también bajó en desigualdad.

Según el informe, presentado oficialmente ayer, el ingreso per cápita en Colombia aumentó 74.5% (pasando de 7.392 a 12.896 PPP$). No obstante, cuando el Índice se ajusta por desigualdad, países como Brasil, México y Colombia registran caídas significativas de su desarrollo humano.

El informe indica que las mediciones de desigualdad no solo se hacen con ingresos económicos, sino también con acceso a educación, salud y de sentimiento de pertenencia a un grupo.

Al respecto, Luis Felipe Gómez Calva, director para América Latina y El Caribe del Pnud, en entrevista con Colprensa, analiza los resultados del estudio y los retos que esto le plantea al país.

Este informe sale en un contexto de agitación social que hay en Chile, en Colombia, y en varios países, no solo en Latinoamérica sino en todo el mundo. ¿Cree usted que en este informe de desarrollo humano hay pistas para entender eso que uno está viendo en las calles?

LG: Sí, es una pregunta clave en este contexto. Cuando se decidió hacer un informe sobre desigualdad hace poco más de un año y cuando se empezó el trabajo sobre el informe, obviamente no había indicios de que esto iba a ocurrir, entonces en ese sentido es interesante, es como una coincidencia. Yo creo que, precisamente, una de las cosas que el informe menciona es quizás una desconexión entre lo que observamos en los indicadores de avance: reducción de desigualdad, reducción de pobreza, crecimiento económico y lo que la gente percibe, sobre todo grupos de gente joven.

El 34% de la población en Latinoamérica y el Caribe están entre 15 y 35 años, entonces la población joven percibe que hay incertidumbre respecto al futuro, percibe cierta vulnerabilidad y la idea de que hay cierta incapacidad de las instituciones para responder a esas necesidades. Esa preocupación, muy legítima, es discutida en el informe y el informe, precisamente, habla de cómo debemos medir mejor las desigualdades, en plural, y que otras dimensiones o manifestaciones de la desigualdad debemos tomar en cuenta para poder entender, porque precisamente la gente está en las calles.

En el informe se menciona que la desigualdad no basta con medirla con crecimiento. El caso de Chile y Colombia es muy significativo, países con crecimientos relativamente buenos o altos y en algunos casos aumento del ingreso de las personas y aun así eso no es suficiente para medir la desigualdad. ¿Qué factores no se están midiendo o no estamos teniendo en cuenta?

LG: Claro, como sabe, el informe tiene esos tres elementos, hablamos más allá de los promedios, para hacer el énfasis en la desigualdad más allá del ingreso que es lo que usted menciona, hay otras manifestaciones que tiene que ver con servicios como: educación, salud, pero también con participación política, también con espacios de exclusión; donde hay grupos que se siente excluidos y también un tema muy importante es la movilidad, la idea de que las personas sientan que tienen esa capacidad de moverse, estándares más altos durante una generación y eso es lo que genera un poco, cuando esto no existe, genera esta sensación de vulnerabilidad y de desesperanza. Yo creo que esos elementos son muy importantes, pero el tercero que es más allá de hoy y yo creo que eso es un elemento central, las tensiones generadas por el cambio tecnológico y las respuestas que se requieren de política pública para que el cambio tecnológico no sea un elemento que genere mayor desigualdad y mayor exclusión, sino que eventualmente se vea como una oportunidad.

¿En cierta forma hay un ‘mea culpa’ un poco de la ONU o de Pnud de decir ‘tal vez no estamos midiendo lo correcto acá’?

LG: Bueno, en este caso el programa de Naciones Unidas para el desarrollo tiene un equipo que crea este espacio del informe, no diría realmente que es de la ONU y no por otras razones, sino porque el informe es realmente un instrumento que participa la comunidad académica y de política pública en general, en todo caso sí es una reflexión de esta comunidad académica y personas dedicadas a las decisiones de política pública sobre cómo podemos medir mejor los avances y podemos también entender mejor cuáles son las preocupaciones de estos grupos que están descontentos.

Entonces en ese sentido es una reflexión no tanto del sistema, sí es una reflexión de la comunidad de desarrollo internacional de decir: entendamos la desigualdad de manera más amplia y entendamos también cómo la gente está percibiendo las tendencias, si la tendencia, por ejemplo, en términos de cambio tecnológico o de cambio climático que están generando mayores vulnerabilidades, tenemos que entender mejor para tener mejores respuestas de política pública que es el objetivo final del informe.

En el caso de Colombia, que usted ha llamado ejemplar, porque avanza once puestos en el informe, ¿qué encuentran ustedes que se hizo bien para tener ese avance significativo?

LG: Cuando hablamos del desempeño de Colombia y lo ponemos con un desempeño sobresaliente, nos regimos concretamente al indicador central del reporte que es el índice de desarrollo humano. ¿Qué es lo que vemos? Primero, en el ajuste del año anterior a este, cuando se revisan los datos, Colombia ahora está en el nivel 79 antes estaba en el 90 y creemos que esto refleja mejor la verdadera posición de Colombia en el contexto regional e internacional. Después cuando hacemos la comparación a través del tiempo, vemos que en 15 años Colombia avanzó 16 lugares, yo creo que esos son indicadores muy concretos, objetivos, que nos llevan a decir que es un desempeño sobresaliente.

Obviamente tiene que ver con las prioridades y elecciones de política pública, pero yo creo que es una reflexión a la que el reporte invita en cada contexto nacional, el reporte siendo un reporte global no puede entrar en los análisis detallados de qué ocurrió en cada contexto, pero sí invita a este diálogo en cada contexto. Yo creo que corresponde ahora tratar de responder ¿qué está detrás de esos números? Obviamente tendrá que ver con crecimiento económico y con decisiones explicitas de política pública que hacen que haya estos avances en educación, en salud y en ingreso.

Pero entonces ahí no estamos hablando de una medición de gobierno, ahí estamos hablando de una medición de pronto de sociedades, de cómo la sociedad está avanzando

LG: Tú interpretación es totalmente correcta, porque estos indicadores, precisamente, parte de las fortalezas de este indicador que es el índice de desarrollo humano, es que va más allá del ingreso y toma unos elementos que son más estructurales y que lleva a resultados de política que llevan tiempo en reflejarse, por eso el índice se mueve relativamente lento. Por eso no es recomendable comparaciones en periodos de tiempo muy corto, pero cuando vemos la evolución de Colombia, es cuando nos permitimos con certeza afirmar que es un desempeño sobresaliente y como bien lo dice, no hacemos referencia a ningún ciclo político, porque aquí la intención es ver, como usted bien lo dice, el Estado y sociedad han logrado estos avances a través del tiempo.

¿Qué sugerencias, recomendaciones surgen del informe para los gobiernos?, ¿cómo puede aprovechar Colombia ese buen momento para seguir avanzando contra la desigualdad?

LG: Correcto, una de las razones por las que hace unos tres o cuatro meses empezamos a pensar dónde haríamos el lanzamiento pensamos en Colombia, teníamos algunas otras opciones y eventualmente fuimos también conversándolo con el gobierno; el gobierno tomó muy positivamente la posibilidad de tener esta conversación a nivel de Colombia, fue precisamente el papel central que el Programa Nacional de Desarrollo le pone a la equidad, entonces yo creo que cuando vemos en el reporte el tipo de políticas que se discuten al final para lidiar con la desigualdad no solo hoy, sino la desigualdad que viene, digamos a través de la tecnología y tal.

Entonces hay instrumentos fiscales, ¿Cómo podemos a través de la política fiscal tratar de corregir distorsiones? Segundo, ¿Cómo podemos redistribuir capacidad productiva?, no solamente redistribuir el resultado del crecimiento, sino redistribuir la capacidad de contribuir al crecimiento mediante acceso a ciertos mercados de todos los grupos, inclusión financiera, educación de calidad, mejores servicios de salud, acceso a seguridad social, ese es el segundo elemento.

El tercero es institucional ¿Cómo podemos tener mejores regulaciones de mercado?, que nos lleve a concentración de mercados y por lo tanto a mayor desigualdad y el tercero tiene que ver con la participación política, cómo podemos reconectar a los ciudadanos con las instancias de representación política que creo que es un tema muy importante.

Hay una discusión en el informe también sobre las normas sociales y sus implicaciones sobre la desigualdad de género, por ejemplo. El informe tiene una amplia gama de principios de política pública muy concretos que, obviamente, hay que llevar a cada contexto, pero que en general nos dan como un portafolio de medidas que pueden ayudar a reducir la desigualdad existente y a tratar de corregir tendencias a mayor desigualdad en los años que vienen.

 

El mensaje central

En el informe hay casi una alerta sobre un riesgo muy grande de que el mundo sea más desigual aún en unos próximos años, ¿es un poco lo que dice el informe también?

LG: Correcto, yo creo que el mensaje central es que esas tendencias tanto de cambio tecnológico como de cambio climático sin una decidida y concreta acción pública van a llevar a más desigualdad.

La pregunta es, primero, ¿es necesario que los Estados respondan con políticas para frenar esas tendencias?, pero lo segundo es ¿de qué manera? Entonces ver por ejemplo, el cambio tecnológico sin inversión en habilidades para que todos aprovechen ese cambio tecnológico llevará a mayor exclusión, el cambio tecnológico sin mejor regulación de mercados, puede llevar a mayor concentración de mercados y por lo tanto mayor desigualdad.

El cambio climático si no entendemos cómo está dejando nuevos riesgos para ciertas poblaciones vulnerables y no tenemos una respuesta en política pública puede inducir a mayores desigualdades. Entonces, precisamente, el mensaje central es que efectivamente estas son fuerzas que pueden ser “desigualantes”, no sé si esa palabra exista en español, para llegar a mayor desigualdad, pero el llamado a que debe haber una acción pública muy eficaz que trate de frenar estas tendencias y permitir que por ejemplo en el cambio tecnológico sea una oportunidad para todos y no solo para algunos.

¿El mensaje para los gobiernos sería que no basta con hacer lo que se ha venido haciendo para superar la desigualdad, sino que ya toca enfrentar otros factores diferentes que de pronto antes no se tenían en cuenta?

LG: Correcto, yo creo que hacer más de lo mismo no va a ser suficiente, necesitamos entender cuáles son las nuevas tendencias y entender cuáles son los instrumentos con que los gobiernos cuentan para poder tratar de responder y, donde no existan estos instrumentos, cómo se crean esos nuevos instrumentos para poder responder a esas tendencias y evitar sean tendencias que lleven a mayor desigualdad.

Credito
EL NUEVO DÍA

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