Los viñedos y el vino entran en la era moderna

Un campo fundamental para el ser humano, aunque menos rutilante que el de los dispositivos móviles, como el de alimentos, también recibe el aporte decisivo de tecnologías que están cambiando para siempre las formas de producción.

Aunque las nuevas tecnologías que más prensa obtienen se venden por cientos de millones de equipos y se presentan ante el público como verdaderas estrellas de Hollywood son los dispositivos móviles que no terminan de fascinar al mundo, existen otros desarrollos que desde sitios más remotos y con desempeños menos pretenciosos, prestan también grandes servicios a la humanidad.

Son muchos los casos de equipos tecnológicos que en campos decisivos como la medicina, o de alto rendimiento como la mecánica automotriz, por ejemplo, silenciosamente están cambiando el mundo moderno; así mismo, en términos de producción agrícola en cantidad y calidad cada vez mayores, existen novedades que merecen destacarse.

Es lo que ocurre en un fértil lugar del sudoeste francés en el que experimentos y conceptos ya avanzados en campos agrícolas, aplicados sobre la vid, dan resultados llamativos, que acaban de ser reseñados ampliamente por la Agencia Francesa de Prensa, Afp.

En Burdeos las cosas cambian

Las tecnologías satelitales y los aviones teleguiados (drones) permiten elaborar mapas del vigor de las cepas de los grandes vinos de Burdeos (sudoeste de Francia), ayudando a realizar las vendimias en el momento óptimo.

Esos mapas, que señalan exclusivamente la actividad clorofílica de las hojas de las viñas, se han convertido en indicadores precisos, indispensables para algunos grandes vinos de Burdeos. Sus aplicaciones son múltiples y preciosas: gestión de la fertilización en primavera, mantenimiento de los suelos y tala durante el invierno, así como para la cosecha de las uvas en otoño.

Desde hace un año, las fotos tomadas desde un helicóptero, “caras y complicadas”, fueron reemplazadas por las imágenes tomadas vía satélite. “Eso nos permite ver el vigor de la viña en una evolución anual”, se congratuló el director de ese gran “cru classé”, Jean-Jacques Bonnie.

Los satélites Spot-5 y Formosat-2, utilizados para tomar imágenes con técnica infrarroja, sólo pueden funcionar cuando no hay nubes en el cielo. Este sistema, llamado Oenoview, fue elaborado hace cuatro años por el grupo Eads que se inspiró en la experiencia de un sistema similar destinado a los cereales, utilizado desde 1996.

Los drones, más precisos y menos complejos, también ayudan a los viticultores, suministrando fotos infrarrojas que, después de ser sometidas a un tratamiento informático, establecen un mapa del vigor del viñedo. Según Henri Borreill, presidente fundador de la empresa de aviones teleguiados Exametrics, que trata de imponerse en ese naciente mercado, el drone ofrece la ventaja sobre el satélite de “diferenciar entre la viña y las hierbas que crecen en las plantaciones”.

Trabajo de precisión

En el Château Pape-Clément, un gran “cru classé” de Graves, propiedad de los viñedos Bernard Magrez, se acerca el momento de la cosecha. De pie en medio de los viñedos, Henri Borreill hace volar su drone de cuatro hélices, equipado con un aparato fotográfico, sobre las parcelas cuyo vigor quiere analizar.

El mapa infrarrojo que resultará de esas fotografías ayudará a determinar la madurez óptima de las uvas, y por lo tanto a decidir, si fuere necesario, aplazar las cosechas. Sin embargo, el drone no puede hacerlo todo, reconocen los vinicultores. Los análisis en laboratorio y la degustación siguen siendo fundamentales.

“Visto desde el cielo, tenemos una unidad de trabajo más pequeña, ya que subdividimos nuestras parcelas, detectando por lo tanto variables entre ellas”, afirmó, destacando un “trabajo de precisión”, explicó Jeanne Lacombe, directora de Pape-Clément.

Credito
JUAN MARTÍNEZ MARTÍNEZ

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