Los propósitos hacen al líder

El pasado 18 de julio el mundo celebró el cumpleaños 93 de Nelson Mandela. Ese evento trajo a mi mente algunas reflexiones sobre el liderazgo que son importantes en vísperas de los comicios electorales.

Mandela tenía un propósito que le daba la fuerza a su liderazgo: hacer de Sudáfrica una sociedad incluyente, libre del apartheid. Por este ideal empezó a luchar cuando aún los Panzer de Hitler se abrían paso en Europa. No bastaron 27 años de cárcel para quebrantar un solo ápice de su voluntad de lucha.

 

Cuando en 1990 el presidente De Klerk le dio la libertad, salió con el mismo ímpetu a defender su propósito igualitario, y Suráfrica lo nombró Presidente. Su causa fue la de su pueblo, nunca la suya propia, nunca el poder por el poder.  Mandela se inspiró en otro grande, en Mahatma Gandhi, cuyo propósito fue liberar a su pueblo del yugo británico.

 

Su historia tiene para mí un significado especial porque la escuche de boca de su nieto, Arun Manilal, quien estuvo de profesor visitante en la universidad estatal de Louisiana cuando yo estudiaba allí. Gandhi es el arquetipo del líder que lucha por una causa sin buscar nada para sí.

 

Al final, cuando hizo retroceder al imperio británico, los flemáticos embajadores y los empenachados generales que eran enviados a negociar con él, no podían creer que ese hombrecillo menudo vestido con una sencilla túnica a la manera de los “descastados” de su sociedad, los hubiera derrotado.

 

Simón Bolívar luchó por la independencia. Cuando entró a Lima tras su liberación, el pueblo peruano le rindió tributo de gratitud con una corona de hojas de laurel de oro macizo incrustada de diamantes y esmeraldas. Él la aparto de su cabeza y entregándosela a Sucre le dijo que esa corona le correspondía por ser él el verdadero héroe de Ayacucho. ¿Quién renuncia a una corona de oro?

 

Alguien cuyo liderazgo está sustentado en un propósito muy poderoso y cuya humildad en el ejercicio del poder lo eleva a niveles superiores de grandeza. Los grandes políticos son aquellos que tienen un gran propósito. Eso hizo grande a Álvaro Uribe, a Lleras Camargo o Luis Carlos Galán.

 

La clave para votar bien en estas elecciones es dilucidar cuál es el verdadero propósito de nuestros candidatos. Les advierto que muchos de ellos no tienen ninguno legítimo. Sólo van tras el enriquecimiento personal y del vacuo y veleidoso poder por el poder.  Aprovecho este tema que viene al caso, y luego de ser preguntado por muchos de mis amigos y lectores, para declarar que no tengo ningún vínculo con la campaña de Luis Fernando Caicedo a la Gobernación.

 

A pesar de haber sido el gestor de esa candidatura, me encontré ante la decepcionante realidad de su poca preparación y su ausencia total de propósitos legítimos. Mis convicciones y principios éticos hicieron insostenible mi permanencia allí.

 

La ONU propuso a los ciudadanos del mundo rendirle tributo a Mandela por sus 67 años de lucha en su noble causa, dedicando 67 minutos de su tiempo en alguna actividad en beneficio de la comunidad. Mi manera de hacerlo fue escribiendo estas palabras.

Credito
FRANCISCO JOSÉ MEJÍA

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