Qué importan nombre, género, edad, extracción social, color, ideología… ni siquiera qué modalidad practican ¡Lo que impacta es el carácter que revelan nuestros destacados deportistas!
Las competencias olímpicas obligaron a miles de colombianos a suspender su actividad diaria…reuniones, conferencias y llamadas fueron interrumpidas para acompañar de corazón los instantes de tensión de cada uno de los integrantes de nuestra delegación. Los medios de comunicación cedieron primacía noticiosa a la gestión deportiva y no a las actividades guerrilleras y delictivas; divisiones políticas, odios y rencores fueron dejados de lado para brindarnos momentos de profunda alegría… reinaron por minutos la conversación, la risa, los besos, los abrazos, las lágrimas de emoción. Competencias, clasificaciones, preseas, himno y bandera lograron cambiar el ánimo colectivo de la Nación. ¡Qué sentimientos de identidad nacional despierta el deporte!
Las actuaciones y espontáneas declaraciones de nuestros deportistas, divulgadas por los medios, dan fe de los valores sociales y personales que transmite el deporte: responsabilidad, compromiso, consagración, respeto por los otros, acatamiento de normas, superación, alegría, pasión, gratitud, optimismo, trabajo en equipo, tolerancia, competitividad, motivación, igualdad, humildad, solidaridad, disciplina, colectividad, patriotismo. El premio a su tenacidad, además de una medalla, es multiplicado por el honor de querer ser imitados por jóvenes y niños que sueñan convertir la disciplina deportiva en su proyecto de vida.
Reconocidos los valores transmitidos y con los resultados obtenidos, no hay duda de que el deporte debe ser sumado a los grandes desafíos que tiene la política pública en un país en vías de desarrollo, y además violento, como es el nuestro. La inclusión de la economía en la esfera mundial, la erradicación de la pobreza, el mejoramiento en la cobertura y en la calidad de la salud y de la educación, la construcción de vivienda de interés social y la expansión de la infraestructura concentran la mayor atención e inversión de los recursos públicos y privados; sin embargo, incentivar, masificar y profesionalizar la práctica del deporte -no sólo en nuestros mejores talentos- es una crucial estrategia contra la violencia, la exclusión y la discriminación. Qué mejor política para prevenir el consumo de las drogas y del alcohol, para arrancar a los jóvenes de las bandas del sicariato y de la criminalidad, para ofrecer un futuro esperanzador a jóvenes sin oportunidades de educación superior y marginados del mercado laboral, para aumentar las opciones de vida de nuestra juventud.
Para el líder político sudafricano y premio Novel de Paz, Nelson Mandela, “el deporte tiene el poder para cambiar el mundo, tiene el poder para unir a las personas en una sola dirección”. A la pregunta ¿cómo soñar con algo grandioso cuando no tenemos en que soñar? Mandela respondió: “Usar el deporte como un factor de unión y reconciliación”.
Colprensa
Claros propósitos y disciplinado entrenamiento, años de vida colmados de sacrificios y de esfuerzos. Jóvenes capaces de reconocer derrotas sin sacrificar objetivos y metas, y de recibir llenos de orgullo pero con humildad sus triunfos.
Credito
ANGELA MARÍA LONDOÑO DE LA CUESTA
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