Emergencia en Juntas

Hoy hace ocho días nos encontramos con la noticia de que, otra vez, creció la quebrada El Guamal, que otra vez embistió contra Juntas a través del río Combeima y que, otra vez, se metió y dañó casas que están construidas donde no se debe, casas a las que la autoridad municipal les ha permitido permanecer en zona de evidentísimo riesgo y cuyos dueños pretender mantener en pie.

Hoy hace ocho días nos encontramos con la noticia de que, otra vez, creció la quebrada El Guamal, que otra vez embistió contra Juntas a través del río Combeima y que, otra vez, se metió y dañó casas que están construidas donde no se debe, casas a las que la autoridad municipal les ha permitido permanecer en zona de evidentísimo riesgo y cuyos dueños pretender mantener en pie, pese a que la razón indica que no deben permanecer en semejante peligro. Juntas fue barrido por las aguas hace veintisiete años (en 1985) y, en una decisión desafortunada y costosísima, se permitió que el poblado se reconstruyera un poco alejado del río. Pero, como ocurre cuando la autoridad es débil o no existe, muchos construyeron, otra vez, cerca a la ribera del río y enfrente de la desembocadura de El Guamal en el Combeima.

Lo que ahora es pertinente es que NO SE INVIERTAN RECURSOS (con mayúsculas) en la zona para “estabilizar” el cauce y para “proteger” lo construido. Es claro que el daño se genera en la cuenca de El Guamal y, en esa cuenca, se deben adquirir los predios que la conforman. Y permitir que la naturaleza haga su trabajo y regenere la cobertura vegetal, lo que, en el largo plazo, terminará con los derrumbes y con las crecientes que tanto daño causan en la desembocadura, en Juntas.

Por supuesto, el Alcalde debe apropiar los medios para que los damnificados de hoy y quienes potencialmente lo serán mañana, trasladen sus sitios de habitación afuera de la cuenca. Habría que buscarles sitios de reubicación, preferiblemente rural, de manera que se disminuya la presión sobre la geología y el ecosistema del Combeima. Si el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) está en vías de reforma, es el momento para que se establezca que en la cuenca del río Combeima (con sus afluentes) no pueden existir nuevas construcciones arriba de Ibagué urbano. No a las nuevas construcciones, de ningún tipo. Y que tampoco pueden hacerse reformas en las existentes. Solamente se admitiría el mantenimiento mínimo para conservar habitable lo existente, mientras el estado continúa la compra de predios hasta llegar a una densidad mínima de población, que no sea agresiva con la naturaleza. El ideal, tal vez utópico, es que no haya propiedad privada a partir de algún sitio aguas arriba, pero muy cerca de Chapetón.

Si se mira la cuenca del río Otún, en Pereira, se encuentra que en la década de 1950 se inició la compra de predios en un río que estaba acabado en su caudal y en su saneamiento. Veinte años después, ya se mostraba una cuenca recuperada, con aguas limpias y abundantes. Hoy, casi toda la cuenca es de propiedad estatal y, las fincas privadas que quedan, solo pueden tener ganadería con densidad mínima, de varias hectáreas por animal y están obligados a tener en bosques comerciales un porcentaje alto del predio. Es tal el convencimiento de la bondad del cuidado de la cuenca, que la mayoría de los pocos propietarios remanentes no han hecho la explotación de sus bosques.

¿Cuándo veremos algo así en Ibagué y su río Combeima?

Credito
JULIO A. LONDOÑO B.

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