Pido la palabra: Haya o no Haya

Una de las labores domésticas más aburridoras de realizar cuando chicos era “cuidar la leche” mientras hervía. La abuela ordenaba al nieto la custodia del albo tesoro que generalmente se nos regaba al menor descuido.

El trabajo tenía un premio: la “nata”. Todos los primos queríamos quedarnos con la nata para echársela al maduro frito o comerla con azúcar. Al final la abuela, que era del campo y conocía el valor proteico de la leche, nos dejaba la nata y se llevaba todo el cantinado de leche.

Si en el maravillosos y costoso equipo de abogados de Colombia ante la Haya (incluidos los asesores internacionales), hubiera existido espacio minúsculo para un isleño, probablemente él les hubiera informado a las eminencias ilustres que la nata vale menos que la leche, es decir, que el mar es más importante para ellos, que el ínfimo territorio del cayo Serranilla.


Hoy nos rasgamos las vestiduras pese a que el fallo de la Corte tiene unas enormes ventajas: el metro cuadrado de los apartamentos de San Andrés se ha valorizado porque ahora tienen vista a Nicaragua. Incluso a los colombianos que nunca nos interesó San Andrés más que para ir de compras, nos resulta más cachezudo el viaje pues con un paseíto en lancha podemos afirmar que estuvimos en el extranjero.


Tampoco vamos a tener peligro con los tsunamis porque nos va a entrar menos agua y si hay un huracán en la zona, por lógica le ponemos “Rosario”, nombre de la esposa del presidente Ortega y que está más cerca de la histeria, y no “Clemencia”, nombre de la esposa del presidente Santos, lo que suena a ruego arrodillado y a la larga resulta un motete indigno para un huracán.


Lo que no logro entender es porqué está sorprendido el equipo de asesores de Colombia. ¿Acaso los argumentos de Nicaragua carecían de peso? Un bachiller los hubiera encontrado completamente legítimos. Es más, existiendo un tratado multilateral sobre el Derecho del Mar que establece (y a uno se lo enseñan en la primaria) Mar territorial y Zona Contigua a 12 millas, y Zona Económica Exclusiva y Plataforma Continental a 200 millas de la línea costera, hay que ser muy imbécil para pensar que no se estaba poniendo en juego el uso del mar al acceder a presentarse al litigio en el 2001.


En justicia, pretender que el cayito de Serranilla genere más derecho sobre el mar que 400 kilómetros de la Costa de Mosquitos en Nicaragua, es como decirle a un niño que si se pone zapatos talla 45 le va a ir de maravillas jugando al pico y pala. Si en el equipo negociador hubieran estado los defensores de Laura Moreno y Jessy Quintero, la Corte nos devuelve la Costa de Mosquitos (que el mismo tratado Esguerra – Bárcenas devolvió a Nicaragua en 1928 con sus previsibles consecuencias), nos encima Honduras y el antiguo Estado de Veraguas, que también fue entregado en el siglo XIX.


Ahora resulta que nos interesa la pesca artesanal de los isleños: ¡no jodás! Estamos preocupados por los recursos energéticos de una zona que entre otras cosas, la conocen más los narcos que trafican coca en lanchas usando los mapas de La Armada Nacional, que los cachacos turistas y los miembros del equipo negociador.


Y las declaraciones de Rangel dan risa: “países como Israel, Francia y Estados Unidos no han acatado fallos de la Corte”. Bueno… ¿Qué tienen esos países que no tenga Colombia, además de dinero, aliados políticos, armas, programas nucleares, dignidad, coraje, cojones, juristas avezados diseñadores de leyes a favor y legitimadores de la fuerza cuando hace falta, y muchas otras cositas, incluidos soldados monos, ojiazules, de 1.90 cm dispuestos a mejorarle la raza a cualquier país tercermundista?


Distribuir el mar era más que moral, más que justo y más que legal: era totalmente previsible. Cualquiera que se monta en un avión a San Andrés intuye que está más cerca de Nicaragua que de Colombia. La misma lógica que Santos usó para quitarnos a las regiones las Regalías en pro de repartir la mermelada, la usa la Corte para distribuir la Zona de Exclusividad Marítima en favor de Nicaragua. Después de tanta guerra de independencia ¿no estábamos haciendo reclamos territoriales con base en una Cédula Real española? Pues quedamos como Cayos a la Madrileña: mucho cayo y poca agüita pa mi gente. 

Credito
RICARDO CADAVID

Comentarios