La diáspora boricua

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“Sale loco de contento, con su cargamento para la ciudad / lleva/ en su pensamiento todo un mundo lleno de felicidad ‘ay de felicidad”. Así cantaba iniciando la década de los años treinta del siglo pasado, Alfonso Ortiz Tirado, el primer intérprete de “Lamento Borincano”, una canción con letra de Rafael Hernández que se convirtió en un clásico y que reflejaba la situación socio económico del puertorriqueño de la época.

Puerto Rico tuvo la primera migración en los años cuarenta del siglo anterior, cuando eran más los boricuas que vivían en USA, que los que estaban en la isla. En el 2014, la situación es similar. Los datos de un censo realizado en el 2012 estableció que la población que vive en los estados Unidos es de 4.97 millones y la que permanece en la isla es de 3.67 millones, lo que significa un grave problema y de seguir así, el país se va a quedar sin habitantes en su territorio.

La isla abandonó su vocación agrícola y le apostó al turismo, por mandato expreso del gobierno federal de los Estados Unidos que ejerce una tutela asfixiante, aunque se utilice el eufemismo de ser un estado “libre, asociado”. El gobierno americano ha hecho de este híbrido político administrativo el mecanismo para controlar la economía y el pueblo borinquen. A los norteamericanos les interesa, por ser punto geopolítico estratégico, el mantener una estricta vigilancia sobre la América caribeña y en forma contundente ha ejercido la influencia cultural e ideológica hasta el punto de lograr en la práctica que el inglés desplace al español.

Junto a la bandera de una sola estrella ondea siempre la de los cincuenta estados americanos. Al lado de las autoridades locales están las oficinas federales que lo controlan todo, junto a las edificaciones locales se erige la arquitectura USA y en el Viejo San Juan, coexisten paradójicamente frente a frente, el Castillo de San Sebastián, levantado para defenderse de los invasores y una réplica del capitolio.

Pero por qué la diáspora permanente?. La respuesta la tienen los mismos versos de Hernández: “Pasa la mañana entera, sin que nadie quiera su carga comprar”, es decir su fuerza de trabajo, porque el modelo norteamericano se ha impuesto aquí y no hay empleo, los pocos existentes se les aplica el trabajo por horas. El salario mínimo es de 7.35 dollares la hora, pero se contratan por jornadas de cuatro o cinco horas al día. Son pocos los que cuentan con la suerte de Astrid, contratada por un hotel internacional, ella misma lo dice con su variación fonética, propia de los habitantes de la isla “Me pagan solo tles punto cinco dolares la hola , pelo tengo glacias a dios full time y con las propinas me salvo”.

Pero miles de jóvenes no cuentan con la misma suerte, por eso están haciendo fila para subirse a la “guagua aérea”(avión) que los lleve al territorio de sus patrones. Los demás seguirán repitiendo la pregunta del jibarito, así no sepan quien es Rafael Hernández: ¿“Qué será de boriquen, mi dios querido, que será de mis hijos y de mi hogar?”

Credito
LIBARDO VARGAS CELEMIN Profesor Titular UT

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