Empalme para la paz

Camilo González Pacheco

El empalme más importante para realizar en el Tolima, entre los mandatarios de entidades territoriales recientemente elegidos, como cosa simpática, no es el del próximo funcionario entrante con el saliente, sino de dos acabados de elegir: el nuevo Gobernador del Tolima con el nuevo Alcalde de Ibagué.

Es decir, un empalme hacia el futuro, si se tiene en cuenta que dicho vocablo significa, enlazar dos cosas, en este caso, dos proyectos de gobernabilidad, que están ligados inexorablemente para el desarrollo regional: Ibagué y el Departamento del Tolima.

Difícil concebir e imaginar un avance en desarrollo con las dos entidades divorciadas, y menos aún, enfrentadas. Lo que está en juego entonces, es coincidir, no en todo, sino en dos tres temas fundamentales para el desarrollo regional. Y los proyectos están ahí.

A partir de este presupuesto, entran en juego los modelos de desarrollo que se han implementado, tanto en la Alcaldía de Ibagué y Gobernación del Tolima, para enfatizar en los estratégicamente más necesarios, aunque no sería raro evidenciar, -en el caso de la Alcaldía de Ibagué-, que a la hora de la verdad, la capital musical de Colombia, no contaba con visión ni modelo de desarrollo.

Uno de esos asuntos esenciales, por ejemplo, está referido al agua potable para Ibagué, problema que no tenía en la actual Alcaldía proyección estratégica para abordarlo y solucionarlo. Y abordar seriamente el tema, por fortuna, supera las diferencias ideológicas entre los futuros gobernantes, por cuanto se impone como ejes de discusión criterios técnicos, de necesaria y obligatoria consideración.

Lo otro, sería precisar cuáles los proyectos estratégicos de Departamento, que tienen incidencia directa en Ibagué, y que deberían ser considerados e impulsados, más allá de las diferencias políticas. Con este enfoque no se está descubriendo el agua tibia, en etapas de empalme administrativo. Bogotá, parece estar dando, en algunos casos específicos, un buen ejemplo. Peñalosa y Petro son políticamente como el agua y el aceite, y por ende, sus concepciones en torno al modelo de desarrollo distrital, diametralmente opuestos.

Sin embargo, el nuevo Alcalde reconoce la necesidad de seguir avalando políticas estratégicas de desarrollo, en especial en educación y salud, que fueron implementadas desde la actual administración y que benefician al Distrito Capital. Y Bogotá, en estos campos ha sido emblemática, para “construir sobre lo construido” más allá de las transitorias pasiones electorales. Ojalá los tolimenses aprendamos de estas buenas prácticas, más temprano que tarde.

Resulta necesario entonces, realizar el inventario de los proyectos que unen a la futura administración departamental con la próxima Alcaldía de Ibagué. Ese sería el primer acuerdo o pacto real de paz en el Tolima, más importante, aquí y ahora, para la región que lo acordado -y por acordar- en La Habana, sin soslayar la importancia histórica de dicha negociación.

Sobre esos acuerdos básicos, que arranque la discusión regional sobre las diferencias conceptuales, ideológicas y partidistas. Ese ejercicio participativo, le conviene a la democracia tolimense.

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