Pido la palabra: La cárcel de Sing Sing

Estoy buscando una canción que represente nuestra política nacional con total fidelidad y quiero proponer como himno suprapartidista aquella tonada melosa y fatídica que compuso José Feliciano: “La Cárcel de Sing Sing”. Me parece perfecta.

En Colombia la hizo famosa Alci Acosta y me pregunto qué hacía  este noble cantor visitando una cárcel que queda en Nueva York. ¿No le quedaba más cerca ir a La Picota o La Modelo, o el Club de la Escuela de Caballería? Podría haber hecho unas canciones preciosas sobre la transmutación genética del ADN y la Convergencia Ciudadana para convertirse en partidos que pignoran la Integridad Nacional.

Pero se detiene a escribir la canción de un condenado a muerte que no debe ser colombiano, pues aquí habría negociado rebaja de penas, sapiado a cuatro chiflamicas e inculpado a unos cinco gracias a la nueva dinámica del DAS o de La Fiscalía, y le habrían dado ocho meses de cárcel, y si el asunto tuviera que ver con algún político costeño, mínimo le dan la hamaca por cárcel.

El protagonista de la canción, que está a punto de ser electrocutado, es un sujeto irresponsable que admite: “Yo tuve que matar”, es decir que de entrada afirma que lo obligaron, pobre muchacho. Está peor que los de Fedegán y ciertos palmicultores que por los lados de la Costa fueron obligados a comprar tierras de campesinos masacrados; ellos como el de la canción, no sabían nada. ¿Serán primos de Samuel Moreno?”.

La canción continúa: “A un ser que quise amar”: ¿Usted imagina lo que ese asesino le hubiera hecho a la mujer si en vez de amarla la hubiera odiado? El coronel Aldana es una joya al lado de este sujeto. Dada la pureza del odio como punto de partida para una que otra propuesta política, yo terminaré votando por El Renegado al Concejo. Me convenció cuando paré en un semáforo y con megáfono grito: “¡Voten por mí, que yo hago escándalos a domicilio!”. Hablando de Fedegán, me llamó la atención que el único fondo productivo y sin escándalos fuera el del Tolima. Algo tuvo que haber hecho bien el señor Caycedo durante su gestión.

Y sigue en la pianola: “Y aunque aun estando muerta yo la quiero”. Se respira algo de necrofilia en el ambiente. El tipo es un demente. Es lo mismo que les pasa a algunos políticos que ven pasar el coche fúnebre y todavía se le quieren montar encima. Por ejemplo en La U juran que la cosa va bien, pero la evidencia muestra todo lo contrario. Si la pobre U tuvo en sus inicios a Santos (que ahora parece tan liberal como su tradición lo indica), a Guillermo Vélez (q.e.p.d.) y a García (que no apoya a los candidatos que La U avala), pues ¿cuál es exactamente el futuro del partido? Algo me dice que morirá traicionado por los mismos que hoy se abrazan en su velorio.

La canción termina diciendo: “Al verlos con su amante a los dos los maté, por culpa de ese infame moriré”. Nada que hacer, el tipo está muy mal, muy mal. Mata al amante y le echa la culpa al muerto. Eso sería como participar en todo tipo de peculados y echarle la culpa al jurídico, a un pobre secretario, a los señores del IDU, mejor dicho, estoy que declaro esta canción como himno político de los colombianos.

Credito
RICARDO CADAVID

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