Pido la palabra: Pena de muerte

En Colombia sí existe la pena de muerte y la aplican sin juicio y sin debido proceso las EPS´s, sin que nadie haga nada para evitarlo; ni el estado, ni los simpáticos ciudadanos que destruyen estaciones de Transmilenio, ni las sagradas cortes, ni los congresistas, ni los anarcos, ni los guerrillos, ni los paracos, ni los mafiosos, ni las águilas negras, ni los policías, ni los militares

En fin: los pobres que a nadie le interesan son condenados a pena capital por las EPS´s.

Supongamos que un pobre convaleciente tiene diarrea y quiere cita con un especialista. Debe pedirla con tres meses de anticipación, pero no se preocupe, seguramente en la farmacia de su EPS de confianza habrá suero con ibuprofeno, el medicamento panacea para los colombianos.  

Primero debe ir a consulta externa, cosa que es curiosa porque usted insiste en que la diarrea viene de adentro (y no me refiero a las directivas de las EPS´s capaces de manosear el presupuesto de billones de pesos que gobierno y contribuyentes pagamos en salud).

Usted insiste en que el problema es intestinal, interno, pero ellos calculando que entre más adentro, más costoso, lo envían donde el proctólogo, que puede indagar por nuestros intestinos desde el exterior.

El proctólogo es el especialista ocupado de las afecciones del recto. Es el más triste y solitario de los especialistas. Siempre come solo en la cafetería, pues nadie quiere compartir con él sus experiencias diarias.

Imagínense una conversación de médicos a la hora del almuerzo: El pediatra comenta que atendió una displasia de cadera, el cardiólogo a su vez cuenta que realizó una cirugía de corazón abierto a un directivo de una EPS a quien curiosamente no le encontró corazón pero le pusieron uno de ibuprofeno.

Mientras continúan almorzando el manjar que sirven en los hospitales, todos los médicos escuchan con interés la descripción del cirujano plástico que puso dos implantes mamarios a una modelo que tomó la decisión de agrandar su corazón pues va a posar para un almanaque que busca recoger fondos para los niños huérfanos de la guerra de la salud (los que han quedado huérfanos gracias a la negligencia de las EPS, y puedo apostar que son muchos más que los huérfanos de la violencia colombiana).

Todos se animan, pero llega el momento de hablar al proctólogo y nadie lo deja. Cualquier comentario sobre su día de trabajo le haría perder el apetito a cualquiera.

Una vez el proctólogo le examina con sus dedos regordetes de elefante marino dictamina que usted sufre una infección intestinal producto de un cáncer de colon que hizo metástasis, pero no hay de qué preocuparse: tenemos supositorios de Ibuprofeno.

Si a usted le pegan una puñalada en la aorta abdominal puede ir por urgencias a que lo atienda el portero, que por lo general es el primer especialista en dictaminar si la puñalada requiere atención urgente, es decir, una inyección de Ibuprofeno, o si puede esperar mientras se le trata con Ibuprofeno en cápsulas.

No es de extrañar que haya médicos porteros, pues gracias a los burócratas de las EPS´s y los salarios de hambre que pagan, es más rentable para los médicos ser porteros, taxistas o vendedores de Herbalife.

Dado que las EPS´s eligen el tratamiento más barato, si es que lo tratan, reducen el tiempo de las consultas, no atienden, no dan medicamentos apropiados, tienen en sus filiales hospitales mal dotados y laboratorios de pacotilla para hacer más rentable su impiadoso ejercicio, en vista de que no le pagan a los hospitales que mueren de inanición, que están siendo investigadas por presuntos acuerdos para negar la prestación de servicios, lo que debería considerarse un concierto para delinquir (tal vez se han reunido para subirle el precio al ibuprofeno), por todo eso y mucho más: ¿Por qué no les dan ibuprofeno vencido para aplicarles la misma pena capital a la que han condenado a miles de colombianos?

Es más. Digámoslo abiertamente. No ocultemos más el rostro de los culpables detrás del término institucional de EPS. Allí hay sujetos responsables, tienen cara, tienen hojas de vida y salarios de millones que reciben por firmar sus acuerdos para aplicar la eutanasia, allí hay intereses privados, corrupción y politiquería de la más asquerosa.  

¿Quién va a construir una silla eléctrica de Ibuprofeno para sentar allí a tales directivas, y aplicarles la pena que merecen? O preguntémonos, cada uno de nosotros, cuál debe ser la reacción legitima del padre cuyo hijo en Villavicencio quedó ciego por un tumor que estuvo meses en su cabeza sin que la EPS autorizara el tratamiento requerido, pese a que los médicos en su desespero se unieron para operar gratis al niño, pero ya era demasiado tarde.

Si fuese su hijo el condenado a las tinieblas y usted tuviera al frente al presidente de la EPS que no autorizó el tratamiento porque era costoso ¿usted que haría? Yo le tengo una solución legitima y barata: una bala de Ibuprofeno.

Credito
Ricardo Cadavid

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