Cantando yo le di

Hoy quiero cantar de manera ordenada del uno al seis. Empecemos entonces por Carlitos Gardel que entona “Uno busca lleno de esperanzas, el camino que los sueños prometieron a sus ansias”. Dice un poeta argentino que todo encuentro casual es una cita, pues nos llegó al mismo tiempo Papá Argentino y santa paisa, de la tierra donde murió Gardel.

Hoy quiero cantar de manera ordenada del uno al seis. Empecemos entonces por Carlitos Gardel que entona “Uno busca lleno de esperanzas, el camino que los sueños prometieron a sus ansias”. Dice un poeta argentino que todo encuentro casual es una cita, pues nos llegó al mismo tiempo Papá Argentino y santa paisa, de la tierra donde murió Gardel. Ya quero escuchar cantar homilías a ritmo de milonga y soñar con que tengamos un Papa tolimense: Eutimio Primero. El santo ya lo tenemos, Satofimio, el santo de los políticos, quien digno del gremio que representa, se saltó todo proceso de canonización, cual si de una licitación pública se tratara. 

“Dos gardenias para ti, con ellas quiero decir” cantaba Antonio Machín, que no era de Cajamarca sino de Sagua la Grande, en Cuba. Esa canción conmemora el segundo lugar que obtuvimos en el Giro de Italia y la hazaña del sábado protagonizada por  Rigoberto Urán, Duarte y Betancour, nuestros escarabajos trepadores. Me enteré de los resultados por un amigo argentino que relató en su Facebook el remate de estos ilustres corredores, pues todo el resto de la red estaba contaminada por una serie de hinchas patirrajados que se juran miembros de la sociedad germánica, amigos de Wagner, hiperbóreos habitantes de la tierras arias y representantes honorarios del Kaiserreich, obnubilados por el triunfo del Bayer, ante lo cual… ¿Qué pueden hacer tres humildes ciclistas que nos tienen acostumbrados a triunfos morales?

Tres días sin verte mujer, tres días llorando tu amor. Antonio Aguilar le dedicó esa canción a la tercera vía que debe surgir en las elecciones presidenciales, si la recta final es entre los primos Santos y Santos. Uribe sabe que esa fórmula estigmatizaría la oligárquica elección dándole camino a una tercera vía. Tampoco le asusta el tema de la izquierda colándose pues sabe que tienen la misma vocación de poder que el Deportes Tolima en cuartos de final. Esperemos saber quién es el que se atraviesa  para entender cuál es su candidato oculto (¿Peñaloza?). 
Y como el que es caballero repite, el mismo Aguilar canta “cuatro milpas tan solo han quedado del ranchito que era mío, ¡ay!”. El sector agrícola se niega a que los productos de la tierra entren en juego en la nueva Alianza del Pacífico. Quién va a explicar qué es lo que pasa con el campo, pues no es competitivo para un TLC con Canadá, pero tampoco con Estados Unidos, ni con Europa, y ahora tampoco con Ecuador, ni con Perú, ni con México. Yo pensé que ante Ecuador, éramos los colosos del norte, pero resulta que a este paso la única liberación de productos del agro será en un tratado con Haití o con una Guyana, o tal vez están considerando un TLC con el barrio Yuldaíma o con un resguardo del Vaupés. ¿Será hora de ir mirando opciones productivas? ¿O nuestro sino es quedarnos con el cuento de que somos un país agrícola? 

Un tema de la Sonora Matancera para nuestros amigos en La Habana. “Si naciste sinco razón  en el pecho tú no tienes la culpa de ser así”.  Creo que al presidente le convendría ir viendo otras opciones electorales distintas a sus cifras amañadas y su marchito proceso de paz, con una guerrilla que afirma que seis meses no es nada y que esto se puede extender durante otro periodo de gobierno. Si por lo menos fuera una guerrilla con puntería apropiada, uno le tendría cariño, pues no hay que negar que existen fenómenos de corrupción tan asquerosos que a uno le crece un paraquito en el corazón. 


Para la canción sexta, José José nos trae El Triste “No seis si vuelva a verte después… no seis que de mi vida será”. Pues triste me dejó  la entrevista de ayer a mi amigo Edgar Rodríguez. No deseo criticar a Rodríguez a quien considero  una persona cercana, pero cómo desperdiciar semejante papayazo. El Nuevo Día le pregunta (por su ejercicio de veedor de las obras del Panóptico) si considera que dichas obras están bien ejecutadas, a lo que  responde “nosotros no nos metemos en eso”. Sobre si las obras son de buena calidad, contesta, “Digamos que en esa parte nosotros no nos metemos”. Pregunta el Nuevo Día si ejercieron control sobre los anticipos, responde Fenalco: “No. En ese tema no nos metemos”. Pregunta el periodista ¿Revisan los extractos bancarios, los soportes contables? Y en un acto de versatilidad impresionante responden: “No, en esa parte no nos metemos”. Si le preguntan por qué es veedor de obras públicas responde: “por eso le digo que no me meto en temas que no me corresponden (…) pero tengo la suficiente capacidad para para hacerle seguimiento a los proyectos de la ciudad, cualquiera que sea”.  Creo que más de un político debe sentir en su corazón que es el veedor perfecto.

Yo lo único que saque en conclusión es que metidos no son, y además tienen una lectura curiosa del artículo 15 de la Ley 850 de 2003 que establece las funciones de una veeduría ciudadana, (trece funciones para ser exactos y que requieren precisamente “conocimiento”) entre las cuales destacaremos  solo una: “vigilar y fiscalizar la ejecución y calidad técnica de la gestión”. Claro que uno en esas cosas no se mete. 

Credito
RICARDO CADAVID

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