Espantolombia Diego Mateus

Con motivo de la celebración veintejuliera, mi amigo Diego Mateus, el hombre de la pluma, que nos acompañará este año en Mundopalabra 2013, escribió un texticulo (pues si un verso pequeño se llama versículo, un texto pequeño se llama textículo) del que transcribo a continuación algunos apartes.

Salud. A celebrar la independencia. La independencia de la dependencia. Porque todo lo volvemos foforro. Porque la vida se nos convirtió en parranda. Fiesta amarilla, el color de la selección y fiel color de las noticias que muestran en rojo un país que siempre está de negro. De luto. Pero eso no importa. Porque para eso somos el mejor país del mundo. ¿Qué dirán los noruegos, los ingleses, los finlandeses? Y el país… de foforro. 

Espantolombia. Celebrando la independencia pero de la crítica, porque criticamos todo pero no soportamos que nos hagan una crítica; como ese tal Vallejo, que se cree mucho porque vive en otro lado y habla mal de nuestra patria. Apátrida irrespetuoso y violento que donde lo veamos lo matamos. Ese qué va a ser colombiano, si los colombianos de verdad somos guerreros, somos verracos, somos grandes; sí señor, eso somos, grancolombianos que no escatimamos dar bala ni machete al que piense distinto a nosotros. ¿Y es que acaso alguien va a llorar los muertos? Qué muertos ni que nada, acá el llanto lo pasamos con guaro y vallenato, pero no vallenato de juglaría, sino vallenato de metralleta, botas y camuflado. Vallenato silvestre que embrutece, vallenato hecho para los héroes, sí, esos que toman whiskey y le dan tres puños a la mujer porque no tiene lista la comida. Sí, ese vallenato que lo pone a llorar a uno, a abrazarse, a disparar al aire después de tres botellas de Old Parr, la bebida nacional ¿y después? después qué… obvio, mijo, sardino, pelao, parce, pues levantar la camioneta a 150 km por hora y cinco muertos por esquina. Para eso se hicieron las buenas familias, los buenos carros y los buenos tragos. Y acelere tranquilo, que eso acá no es delito, eso en estas tierras se llama limpieza social, sí, señor, limpiar tanto pobre de este país miserable. Tómese este trago conmigo y atropelle al que se le atraviese, que si lo agarran, ya habrá tiempo para deprimirse, para arrepentirse, para comprar el juez, para entablar la contrademanda: “Señor juez, amigo de mi papá, yo lo maté, pero fue culpa del muerto que se me atravesó, eso sí quién lo manda a salir a trabajar en bicicleta cuando los borrachos manejamos”. Tiene razón, veredicto: Inocente.

Y el país… estrenando uniformes.

Espantolombia. El país del paro. El paro de los cafeteros, de los estudiantes, de la equidad. Pare que acá le damos la capucha. Capucha y chusma que no dejan avanzar a este país. Menos mal tenemos los dos brazos armados. Bala a esos mercachifles que se la pasan haciendo paro para buscar un poco de igualdad, de dignidad. Esa dignidad que la ensucian de lado y lado, los de derecha, que lo que quieren es aniquilarlos, y los de izquierda, que con su discurso revolucionario lo que hacen es aprovecharse del hambre de unos para quemar el sustento de otros. Tan bonitos ellos, mientras dialogan muy elegantes en La Habana, acá siguen bombardeando la tierra del que tanto defienden. Por eso es que tenemos que enviar a nuestro ejército, para que mate tanto guerrillero, tanto campesino, tanto joven que camina descuidado. En Soacha, en el cultivo, en la montaña ¿Y si nos pillan? ¿qué nos van a pillar? ¿no ve que para eso tenemos estos uniformes nuevecitos, es solo ponérselos y verá que nadie se da cuenta. Ni ejercito ni guerrilla, lo que sirve en esta tierra es ser paraco o bacrim: ¿ese no es un nuevo grupo de reggaeton? Bueno, no importa, lo importante es que pongan orden. Gracias por existir y por la extorsión. Por la desaparición de tanto colombiano desahuciado que solo piensa en trabajar y sobrevivir.

Y el país… de desfile.

La Espantolombia del racismo futbolero. Porque no contentos con matar tanto negro por sucio, tanto indígena por feo, tanto pobre por gay, ahora debemos matar tanto hincha por ignorante. El verde asesina al rojo, el rojo aniquila al azul, el azul ejecuta al blanco, ¿y por qué? Pues porque sí, no ve que el analfabetismo y la brutalidad se deben sustentar con algo. Des-united colors of Benetton, twister de navajazo... Esa es la pasión del fútbol, papá, gritar gol y celebrar encima del finado desafinado. ¿Y cuándo juegue la ‘selesión’? Pues nos ponemos la amarilla y empezamos a matar argentinos por agrandados y peleones.

Espantolombia que determina la calidad por la cantidad de seguidores en el tuiter ese y el yutu. Pero no importa… hoy estamos de parranda. Espantolombia, donde nadie susurra, donde nadie habla, donde nadie grita, pero donde todos vivimos con espanto.

Credito
RICARDO CADAVID

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