Tirar la toalla

Camilo González Pacheco

Juan Gossain, en una reciente columna, realizó un ameno relato sobre la historia universal de la toalla en la historia del género humano. Lástima, que la disertación sobre ese humilde rectángulo de tela de vieja data histórica, anterior a la era cristiana, no hubiese incluido una que otra toalla colombiana, que ya han ganado renombre y reconocimiento histórico nacional, y también internacional. Faltó esa toalla. Incomprensible olvido.
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Recuerda Gossain, que los pueblos antiguos le dieron uso solo para secarse las manos. Y que Pompeya fue el primer lugar del mundo que la usó, como trozos de lienzo para secarse no solo las manos, sino todo el cuerpo. Se empezó a conocer cómo, Tualia, sustantivo que significaba “baño”.  O sea, un corte de tejido absorbente para secar la humedad en el cuerpo humano, que ya lleva más de dos mil años de existencia. Tampoco debemos olvidar, que en la Edad Media, se utilizó como mantel y también como servilleta.

Hasta aquí, lo histórico. Ahora, vamos para el cercano presente. Por estos lares, y en épocas no muy lejanas, un reconocido personaje histórico la llevaba siempre limpia y bien planchada, colgada al hombro, preferencialmente el derecho, aunque su ideología política fue siempre de izquierda.

Fue una toalla polémica, y a la vez, la más famosa en nuestra historia patria. Extraño que a Gossain se le hubiese olvidado este detalle. A Elvira Cuervo, casi la linchan cuando dirigía el Museo Nacional y se le ocurrió proponer que esa toalla podría ser parte de la colección de memoria histórica de dicha institución. La trataron de guerrillera, subversiva y apologista del delito. 

Al guerrillero más viejo del mundo, de cuyo nombre ya nos acordamos - colombiano, y con muy buena puntería – siempre se le veía con su toalla, a toda hora. Resultaba raro verlo en medios de comunicación sin esa tela, que él alguna vez, cansado de escuchar tantas veces la misma pregunta, manifestó un poco airado y de mal genio, que le era necesaria para secarse el sudor y protegerse la nuca del sol, y en otras ocasiones para espantar zancudos. Por eso, entre otras muchas razones, jamás tiró la toalla, expresión que en el boxeo significaba darse por vencido.

Esa toalla colombiana, también juega entre las otras de prestigio histórico universal. Ojalá Elvira Cuervo la haya podido adquirir y repose en el Museo como una pieza significativa en la historia nacional. Aunque la polarización aún existe en grado sumo, y su exhibición aguarde aún muchos años. De pronto, décadas. Hasta que se consolide la paz estable y duradera.  De todas maneras, resulta prudente y necesario, no tirar la toalla. Ni ésta, ni aquella.

CAMILO A. GONZÁLEZ PACHECO

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