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Ese nuevo Pacto Social, debe incluir – según Alicia Bárcena – la igualdad como la base del desarrollo, no sólo como resultado, sino ante todo en su condición de motor de crecimiento. Igualdad para crecer y crecer para igualar, y transformar los privilegios en derechos. La desigualdad –anota certeramente Alicia - niega derechos. Esa desigualdad, define a nuestra región. Y anuncia la llegada apocalíptica para América Latina y el Caribe, de dolorosas pestes sociales para el 2020. Esta es una de esas perlas espeluznantes: 7 millones de personas – las mujeres las más afectadas – desempleadas, y 20 millones más de personas en la pobreza. ¡Qué drama social tan tenaz!
Enfatiza en la necesidad de impulsar esa tríada estratégica de desarrollo, como motor de crecimiento: la igualdad, la productividad y la democracia. En esencia, se busca alcanzar una nueva ecuación entre el Estado, el mercado y la sociedad. Y, a partir de ahí, construir un nuevo camino para el desarrollo en el marco de una asociación renovada, para una recuperación transformadora con igualdad y sostenibilidad.
Por ello concluye, que el nuevo pacto social y político entre todos los actores de la sociedad, se debe orientar a la construcción de un estado de bienestar y sistemas de protección social universales. Política social que incluye, entre otras medidas, subsidio universal para la infancia, bono contra el hambre, aumentar los préstamos blandos y las inversiones no reembolsables para la producción agrícola, que permitan entre otros retos, poner fin a la pobreza para 2030.
Por estos lares y en estos días, el asunto del Pacto es tema de necesaria referencia en Colombia. Lo plantea oportunamente, el candidato presidencial Gustavo Petro, en recintos cerrados y al aire libre en plazas públicas. En general, - el Pacto - ha sido considerado por una amplia franja de opinión nacional y de organizaciones políticas y sociales, como asunto de necesaria referencia frente al próximo debate electoral por la Presidencia de la República.
Ojalá podamos construir entre todos un Pacto, que beneficie en forma real, oportuna y duradera a las clases populares colombianas. Sobre todo, que elimine el hambre, el desempleo y la corrupción que azotan diariamente a nuestra patria. Ese sería un buen comienzo para construir una Colombia nuestra y justa.
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