¡Que no cunda el pánico! 

Camilo González Pacheco

El próximo debate electoral para elegir  Presidente de la República, ha logrado polarizar el país entre lo que algunos politólogos consideran conceptualmente obsoleto: la derecha y la izquierda. Los del lado derecho se sienten bien con esa caracterización. Algunos de izquierda, consideran arcaica esa polarización. Prefieren, entre otras muy buenas apreciaciones, ubicarlas entre vida y muerte, futuro y pasado. 
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Lo que si resulta inobjetable, es que izquierda implica cambio. Y derecha continuismo, o sea, más de lo mismo. Las  fuerzas políticas de cambio, han empezado a surgir con ímpetu y victoriosas, en nuestro cercano entorno latinoamericano. Gabriel Boric en Chile, es la más reciente demostración.  Expresan, vientos renovadores de transformación. 

Esas fuerzas políticas de cambio, apuntan a progresar en reformas que impulsen y consoliden el avance de la democracia integral en nuestras naciones. O sea,  superando los Estados al servicio exclusivo de las oligarquías, para incorporar en sus objetivos gubernamentales de corto y largo plazo, a las mayorías sociales de cada país. En otras palabras,  más pueblo menos oligarquía. Consignas agitadas desde hace décadas por caudillos populares colombianos –Jorge Eliécer Gaitán para citar un emblemático ejemplo- y que se han convertido en  esperanzas de cambio siempre aplazadas. 

Esas históricas oligarquías, permanecen en el poder. Los terratenientes, en el campo colombiano, lo mantienen con extenso pastoreo de sus ganados. Con millares de familias campesinas desplazadas de sus ancestrales predios y pequeñas fincas, por la violencia paramilitar, brazo armado de los terratenientes. Pero ahora, esos terratenientes no sólo provienen del campo mismo, sino que llegan de las oligarquías financieras. Una oligarquía que fuera de dominar el sector financiero, ahora subyuga el campo, y todas las redes económicas de esa poderosa estructura económica. 

De ahí, que las propuestas de Petro para avanzar en la producción agraria en tierras fértiles, con especializaciones en 11 alimentos, dentro de los cuales se encuentra el maíz, arroz, trigo, papa, aguacate, plátano, soya, sorgo, ñame, tomate, establecen una alternativa de desarrollo integral ajustada a los difíciles momentos económicos y sociales que padece el país.  

Otra propuesta de Petro, -sin tintes radicales-  relacionada con  justicia y equidad social, la constituye la orientada a  alcanzar algunos de los fines estratégicos de una política de reforma agraria integral: aumentar el impuesto predial a latifundios de más de 500 hectáreas fértiles que no produzcan. 

Como se podrá observar, se trata de implementar políticas públicas de equidad social ajustadas a la Constitución y la ley. Nada de expropiaciones arbitrarias, como falsamente brama desde su creciente marginalidad electoral, la rabiosa derecha guerrerista.  Sólo avances en democracia y equidad social, en búsqueda de consolidar desarrollo integral y paz duradera en Colombia. 

Camilo González Pacheco.

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