Economía Social

La situación que estamos viviendo, en medio de la globalización, conlleva a cuestionarnos acerca del papel que debe cumplir la economía y cuáles deberían ser los principales objetivos por alcanzar.

En ese propósito nos encontramos, irremediablemente, con diversos enfoques políticos sobre la concepción del Estado y su responsabilidad en la búsqueda de soluciones a la inmensa problemática social, que la propia globalización ha venido acentuando en los últimos tiempos y que afecta a buena parte de la población más joven en cada país.

El modelo neoliberal que impulsa la globalización es partidario de un Estado, desregulado y que deje a las fuerzas del mercado su libre accionar, para que por esta vía se cumplan los objetivos de la economía. Lo que hemos visto surgir es un sistema muy desigual en la distribución de la riqueza con un exceso de concentración de la misma, generando como consecuencia lógica una creciente cantidad de desocupados, especialmente en la población joven, en las mujeres, los adultos mayores y los menos preparados para atender la demanda del mercado laboral.  Si una gran capa de la población no tiene oportunidad de vincularse al modelo económico imperante, su condición ciudadana es marginal, abriendo así la brecha social existente en la sociedad y por ese camino, dejando insatisfechas múltiples necesidades con merma sustancial en la calidad de vida de sus integrantes.

El Estado de bienestar, más cercano al modelo económico europeo está sufriendo una dura prueba que amenaza su estabilidad, junto con la zona euro y la existencia de su propia moneda.

Insostenibles déficit fiscales han hecho reconsiderar ciertos subsidios enfocados a demandas sociales como salud, educación, cesantía laboral, pensiones y vivienda.  La extensión de estos beneficios, más allá de la capacidad de las finanzas públicas griegas, tiene a su economía al borde de una quiebra con las profundas consecuencias en el mundo financiero internacional.

La economía centralmente planificada fracasó como modelo, tanto en la antigua URSS como en la China, donde se impuso la economía de mercado con control político centralizado, cuya mezcla está dando buenos resultados, al punto de convertirse, en 30 años, en la segunda economía del mundo.

Quienes menos altibajos presentan han sido los países escandinavos donde existe una economía social de mercado, estable, con futuro sostenible, con la más alta calidad de vida y con beneficios para su población, donde el Estado actúa como eficiente regulador de las políticas publicas. ¡Al parecer, el futuro pasa por la economía social!.

Credito
Jaime Chavez Suarez

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