El empleo en los municipios

Como candidatos prometieron todo, lo humano y lo divino, sin tener en cuenta el marco fiscal de mediano plazo como instrumento financiero que debe tener un municipio,

como herramienta de planificación financiera, de conformidad con lo indicado en la Ley 819 de 2003; tampoco analizaron con seriedad la ejecución presupuestal del ente territorial en los últimos cinco años, ni el perfil epidemiológico, el plan de desarrollo y el plan de ordenamiento territorial.

Al lado de estos candidatos trabajaron muchas personas, casi siempre desempleados y esperanzados en que su líder, una vez lograra el triunfo electoral haría una jugada mágica para darle a cada uno la parte del ponqué.


Posesionado el nuevo alcalde la realidad social y económica es otra. No hay empleo. Y esta situación es la de mayor preocupación de estos dirigentes, pues de 5.000 personas que votaron por su alcalde, por lo menos, 1.000 quieren un empleo y 500, un contratico. Y, a duras penas tendrán oportunidad unos 50 para ser nombrados en cargos de libre nombramiento y remoción, pues los de carrera administrativa ni las embarazadas se pueden mover; y, otros 50 por contratos. Los demás quedan, como dicen en la Guajira: unos mamando y otros llorando.


En Colombia no hay política pública de empleo. La estructura jurídica territorial está sometida a los lineamientos de la Ley 617 de 2000, conocida como norma de fortalecimiento de la descentralización y racionalización del gasto, que junto con la Ley 715 de 2001, restringen cualquier maniobra que le permita a un alcalde crear fuentes de trabajo; antes por el contrario, obliga al municipio a mantener un equilibrio entre los ingresos propios y los gastos de funcionamiento tal como lo señalan estas normas centralistas.  


Y el empleo hace parte del rubro de gastos de funcionamiento que deben financiarse con esos ingresos propios.


Los recursos propios de un municipio se obtienen de los impuestos de industria y comercio, predial, sobretasa a la gasolina y otros de menor importancia.


Y, con excepción de los municipios petroleros y los carboníferos, que reciben considerables regalías, que son menos de 100, los otros 1.000 viven en una pobreza franciscana.


Aquí está el origen de la inseguridad en Colombia.


(*) Profesor de derecho administrativo

Credito
FRANCISCO CUELLO DUARTE (*)

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