Segunda Constituyente Liberal

Con muchas expectativas y cierto grado de incertidumbre tuve la oportunidad de participar en la Segunda Constituyente del Partido Liberal, organizada el pasado fin de semana.

Expectativas, de una parte, por ser la primera vez que asistía a un evento de estas características y, más aún, en la condición de “Constituyente”, dignidad que representé en razón a la curul alcanzada como concejal de la ciudad de Ibagué por el Partido Liberal, aval que obtuvimos a través del mecanismo Ruta Joven, concurso efectuado para seleccionar los candidatos jóvenes a las diferentes corporaciones de elección popular, y con la convicción plena de nuestra identidad ideológica con el partido, el mismo que, con más de 163 años de historia, hoy se constituye en la primera fuerza política de Colombia, al obtener representación regional con ocho gobernadores, siete alcaldes de ciudades capitales, 202 alcaldes en ciudades no capitales, 104 diputados y dos mil 727 concejales. Por ello, tener la posibilidad de incidir en temas como la reforma de estatutos, elección y nombramiento de la nueva dirección y una posible reunificación liberal, aumentó aún más mi perspectiva sobre el papel que desempeñaría durante la convención.

Incertidumbre, por otro lado, ante las críticas que antecedieron la convocatoria del proceso constituyente y que arreciaron con mayor fuerza durante las discusiones y los paneles llevados a cabo en el marco de la reunión, críticas, particularmente, de carácter jurídico, respecto a la legalidad del proceso, toda vez que contradictores de la Constituyente como el exfiscal General de la Nación Alfonso Gómez Méndez y el expresidente Ernesto Samper Pizano señalaron, entre otros aspectos, que la competencia para convocar la discusión de una reforma estatutaria recaía en el Congreso Nacional del Partido y no en la Dirección Nacional y que la decisión de suprimir el Tribunal Nacional de Garantías, ante la decisión de declarar que la resolución por medio de la cual se convocaba la segunda constituyente liberal, no se ajustaba a lo dispuesto por la ley y los estatutos de la colectividad aprobados y promulgados en 2002.


Sin embargo, hay varios aspectos positivos que resulta fundamental resaltar y que nos llevan a pensar en un nuevo rumbo y orientación del partido: la jefatura única del representante a la Cámara Simón Gaviria demuestra que los jóvenes hoy tenemos una clara y directa representación de un líder que simboliza la modernización del partido y que, en contra de todo pronóstico, llegó a la Dirección para proyectarse como una alternativa de poder; el santismo, en el ámbito nacional, está haciendo liberalismo, así se puede deducir del contenido de la misiva enviada por el Presidente de la República, Juan Manuel Santos, quien no dudó en reconocer al Partido Liberal como pieza clave para la Unidad Nacional, soporte de la gobernabilidad y que ha permitido sacar adelante las iniciativas que necesitan los colombianos, como la Ley de Víctimas o la Ley del Primer Empleo, por citar algunos ejemplos, constituyéndose en un partido que, a pesar de su historia, tiene la posibilidad de reinventarse y fijarse nuevos desafíos hacia el futuro; y, por último, que la anhelada reunificación del partido con otros sectores como La U y Cambio Radical, aunque parezca cercana, solo podrá concretarse una vez el liberalismo en pleno, con sus vertientes ideológicas y diferencias, esté unido. Esperemos que este nuevo paso traiga grandes transformaciones para el futuro de nuestro país, donde el Partido Liberal deberá seguir siendo siempre el partido de lo social, de la gente, del pueblo.


(*) Abogado Universidad de Ibagué

Credito
CAMILO E. DELGADO HERRERA (*)

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